¡corre!

Capítulo uno: El individuo

 

 

 

 

 

Capítulo uno: El individuo

 

 

 

 

Comisaría general del pueblo Hope. Martes 2 de noviembre de 1999.
En Hope, un pueblo a las afueras de Buenos Aires, Argentina (Pantano Ross).

 

 

 

 

 

El pantano Ross era uno de los más importantes y populares lugares de la pesca en Argentina, no había otro pantano mejor para ese destino que Ross. No era un lugar habitable para los humanos vivos, pero era un bello lugar para terminar desterrado y oculto de los secretos más oscuros. Pero lamentablemente, los secretos en los pantanos no duran demasiado tiempo y siempre salen a flote en algún momento. Nada queda escondido por mucho tiempo. Si era así todas las cosas malas, seguirían ocultas en lo más profundo de los pantanos de todo el mundo y, por suerte, ya no era así.

Las cosas mejoraban con el tiempo y algunas retrocedían y se hundían aún más hondo, simplemente, para recordar lo que una vez fueron y lo que ya no volverían a ser jamás.

Dos cazadores de patos se encontraban caminando con cuidado por el resbaloso césped, barro del pantano, que se había formado por una gran tormenta tropical la noche anterior.

Miraban cuidadosamente donde pisaban, ya que había muchas ramas y árboles caídos, todavía se podía oler en el aire aquella fragancia a tierra mojada; aquel olor era bastante agradable para ambos jóvenes que se encontraban caminando en ese lugar.

Hace mucho tiempo no olían aquella misteriosa fragancia que a muchos dejaría completamente estupefactos y en agonía, pero a ellos los dejó enamorados del lugar.

Trataban de no hacer ningún escándalo ni un solo ruido, que realmente era necesario para lograr su objetivo principal: cazar patos.

Estos dos hombres robustos y fuertes decidieron tomar un pequeño descanso, ya que se encontraban caminando desde muy temprano en la mañana. Uno de ellos tomó asiento sobre una gran piedra y observó a su compañero con el ceño fruncido.

Ninguno de los dos dijo una palabra alguna y el silencio en el aire produjo un gran incómodo momento entre ambos; los momentos como esos siempre dejaban mucho que desear.

El joven sentado sobre la piedra sostuvo en sus manos unas cuantas piedritas que comenzó a lanzar extraordinariamente al agua; su compañero notó lo que el contrario hacía y quiso probar su suerte.

Se agachó y juntó unas cuantas piedritas para comenzar a lanzarlas. Lamentablemente, los movimientos en sus muñecas no eran demasiado precisos y una de las piedras emitió un fuerte estruendo, que llamó la atención de ambos cazadores, los cuales se acercaron con cuidado para observar lo que había ocurrido ¿Cuál había sido la razón de ese extraño sonido?

Al acercarse a la orilla, ambos se miraron fijamente a los ojos al notar lo que parecía ser un maniquí femenino. Luego de tan solo unos pocos segundos, se acercaron a ver con detenimiento aquel maniquí, y confirmaron sus sospechas. Claramente, aquello no era un maniquí, lo que ambos habían logrado ver, era el cadáver desnudo de una joven.

Ambos se miraron fijamente a los ojos, ese intercambió de miradas fue demasiado sospechoso; ellos comenzaron a negar con la cabeza, no tenían ni la menor idea de lo que deberían hacer en una circunstancia como esa, ya que en el pueblo, jamás había sucedido una cosa tan espeluznante como esa.

—¿Qué demonios?—Preguntó uno de ellos con el ceño más fruncido de lo que ya lo poseía.

—Ya sabes lo que es, solo que no pensé que empezara tan rápido… —Respondió el contrario con suma seguridad en su tono de voz.

Lo primero que hicieron, fue notar como unos pequeños animalitos se encontraban caminando sobre aquel cadáver. Uno de los hombres tomó un palo alto y lo lanzó, para asustar a esos animales; por suerte, aquello despertó a los pequeños y los ahuyentó despavoridos.

El otro joven se encontraba revisando el área con su escopeta calibre 9, acompañado con un gran temor, ya que quizás el asesino seguía presente en el lugar y el miedo lo carcomía lentamente con cada paso que daba.

Su compañero decidió hacer una llamada telefónica a la comisaría local, para poder informar sobre el cadáver, que muy pronto sería la noticia más importante del pueblo Hope. Dudó en informar, ya que serían los sospechosos número uno en aquella investigación, pero supo que ellos no eran los culpables, al menos, uno de ellos no lo era.

—Comisaría, ¿en qué le puedo ayudar?—informó el policía que atendió la llamada telefónica, el cual esperaba con ansias que la persona al otro lado del tubo le comenzará a decir lo que estaba sucediendo.

Estas personas estaban entrenadas para cualquier cosa necesaria, lo que fuera que ese joven le informara, sería bastante fácil de responder para ayudarlo en lo posible.

 El policía siguió esperando atentó una explicación coherente del joven al otro lado, pero nada salió de los labios del contrario, hasta que el policía estaba a punto de terminar la llamada.  

La voz nerviosa del joven cazador tembló, sin saber cómo informar lo que estaba viendo con sus propios ojos, nunca en su vida había vivido algo como eso y por ese motivo el miedo y los nervios se estaban apoderando de aquella persona como nunca antes.

—Yo... mmm... acá, acá hay un cadáver... Es una joven, parece... parece ser una mujer, pero… yo no lo sé —dijo él, alejándose lentamente del cuerpo, ya que la fragancia a muerte seguía en el aire y ese olor a putrefacción no era para nada agradable.

Era algo que muy pocas personas podían tolerar y algunas estaban entrenadas para eso, simplemente, para tolerar esa fragancia. También los perros, ellos estaban entrenados para encontrar esa fragancia asquerosa. El olor que los cuerpos desprenden solo esos animalitos saben cómo identificarlo.



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En el texto hay: misterios, crimenes, premiossweetawards2019

Editado: 12.03.2020

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