¡corre!

Capítulo cinco: La situación

 

 

 

 

Capítulo cinco: La situación

 

 

 

22 de enero del 2000.

13.00 AM.

 

 

 

 

El detective no dudó ni dos veces en tomar a su pequeña en brazos. La niña no pesaba demasiado y por ello le resultó bastante fácil lograrlo, no comprendía lo que estaba sucediendo, pero de lo que ese hombre estaba completamente seguro era de que su pequeña no se encontraba del todo bien y que debía llevarla al hospital, para que especialistas la ayuden con la situación en la que ella se encontraba; no era para nada agradable la idea de regresar al hospital, pero por su pequeña él iría hasta el fin del mundo y por ese motivo llevarla al hospital era demasiado sencillo y no tenía nada de riesgo. Si hacer eso tenía riesgo, de igual manera, él lo hubiera hecho; no podría dejar que su pequeña hija muriera, él no podía ver a su hija sufrir.

La persona que le hizo eso a Nora sufrirá, el detective estaba completamente seguro de que encontraría a la persona y luego que Dios se apiade de ambos. Él sabe bien que acabaría con el culpable de aquella tontería, porque para el detective eso era, era una verdadera tontería; ya que cualquiera sabe bien que él no tiene cara de buenos amigos y su reputación lo persigue con cautela absoluta.

Ver a su hija en ese estado lo llevó al pasado, hace un tiempo atrás, cuando Nora era una pequeña y se había enfermado de varicela, él pensaba que se le iría, pero no fue así. Tuvo suerte de que su pequeña no muriera.

Las cosas que habían pasado en la vida del detective, fueron horrendas y, por ese motivo, sabía que no merecía todo lo que le estaba ocurriendo en ese momento.

La tomó en brazos con cuidado, trató de abrirle los hermosos ojos que ella poseía, pero el amarillo seguía estando en su mirar. Aquello le preocupa a su padre, no sabía que se trataba o si había una cura para ello, quizás estaba siendo demasiado exagerado, pero no lo sabría hasta tener una respuesta concreta de los especialistas que se encargan y dejan la vida por sus pacientes.

El detective salió por la puerta principal cargando a su pequeña en brazos, lo único que estaba pensando es que muy pronto estaría bien y que nada le iba a quitar a su pequeña hija, el suponer del detective era verdadero, quizás.

No tardaron demasiado en llegar al Chevrolet  impala de 1967, se encontraba en perfectas condiciones. La pintura negra se mantenía a la perfección, el vehículo era de su esposa Lis; le llamó mucho la atención ver una pequeña sudadera amarilla, parecía ser de una niña y él sabía con detenimiento que aquello no era de su pequeña Nora.

Recostó a la joven sobre el asiento trasero y él se dirigió hacia el asiento del conductor, se sentó y se puso el cinturón de seguridad, cuando lo hizo, el viaje comenzó; nuevo destino: el hospital.

Nora no tardó en abrir sus ojos con cuidado, se sentó en el asiento y miró a su padre por el espejo del retrovisor, se notaba a distancia que ella quería contarle a su padre todo lo que sabía de Emily, también sobre los diarios que su padre había encontrado en la biblioteca, pero ella sabía que si le contaba él seguiría con el caso por su cuenta, sin importar todo lo que podría suceder en el largo y doloroso camino a la justicia.

El detective Rodríguez sonrió con amplitud al notar que su pequeña había abierto sus hermosos ojos, pero estaba triste por la situación en la que se encontraba. Él estaba asustado y eso se notaba por demás.

La pequeña no dijo ni una sola palabra y se volvió a recostar sobre el asiento, claramente no se sentía para nada bien, pero ni padre ni hija comprendían lo que estaba sucediendo.

El detective continuó manejando hasta llegar al hospital, cargó a Nora en brazos y al llegar dentro muchas enfermeras se acercaron para ayudar, una de ellas trajo una silla de ruedas para lograr que la joven se sentará. Las enfermeras al ver los ojos de la joven no dudaron en darle un simple diagnóstico: envenenamiento; lo que no sabían era la causa de ello.

Nora negó con la cabeza, sus ojos se dieron vuelta y comenzó a temblar; estaba sufriendo convulsiones por causa del envenenamiento, una sustancia blanca con colores rojillos salieron de su boca; las enfermeras no dudaron en analizar la sustancia expuesta y cuando lograron hacer que las convulsiones cesarán la internaron en una habitación.

La jovencita despertó a la mañana siguiente y mucho mejor, le habían otorgado el antídoto específico mediante un suero toda la noche. Aquello la ayudó a recuperar todas sus fuerzas, todavía estaba un poco débil y era comprensible, pero muy pronto Nora volvería a estar en perfectas condiciones.  

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de su padre al ver que toda aquella situación había terminado, el detective sostenía una bandeja en sus manos para entregar el desayuno que los doctores querían que Nora desayunara, ya que de ese modo, ella podría recuperar las fuerzas necesarias para irse de allí.

Las cosas que ella estaba sintiendo eran demasiado doloroso, pero ya se estaba mejorando. Quizás le llevaría un tiempo, pero Nora iba a salir con vida de toda esa basura.

Nora estaba segura de que no se había envenenado por su cuenta, no hizo nada para que eso ocurriera. Ella estaba en perfectas condiciones, hasta que todo eso ocurrió y terminó acabando casi con su propia vida del modo más doloroso y menos pensado. Ella había estudiado, gracias a un libro de su padre, que el 99% de las mujeres asesinaban de ese modo, de un modo pensado y psicológicamente limpio. Los hombres no hacían ese tipo de cosas, ellos simplemente mataban como animales furiosos a la presa.



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En el texto hay: misterios, crimenes, premiossweetawards2019

Editado: 12.03.2020

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