Capítulo seis: La parada de Juan Queen
13:30 AM.
Juan al subir al Chevrolet Impala comenzó a manejar, se veía completamente nervioso por todo lo que estaba sucediendo en el entorno, él recordaba las palabras de Lis dentro de su cabeza; estaba seguro de lo que estaba por hacer hasta que se dio cuenta que estaba en la autopista. No pensó en lo que debería haber pensado en su momento, no tuvo que perder el pensamiento interno, pero eso fue justamente lo que había ocurrido en ese momento. Se tendría que haber detenido para pensar con claridad lo que tenía que hacer, pero él decidió hacer todo lo contrario y seguir adelante con sus pensamientos sin sentido.
Él negó con la cabeza sin poder creer el camino que había tomado, aquello no era lo que pensaba hacer cuando salió del hospital, pero ya era demasiado tarde para ponerse las pilas en lo que le había comentado Lis. Quizás en ese momento, ya no tenía demasiado tiempo para pensar en qué hacer, pero tenía el suficiente para hacer lo que Lis le había encomendado. No podía seguir perdiendo las pocas horas que le quedaban para hacer el pedido de su suegra. Juan tenía que tener cuidado de no hacer una tontería, él tenía que pensar con claridad lo que tenía que hacer y ver si la recompensa valía la pena para tal sacrificio.
No era simplemente lo de la estantería también tenía que encargarse del negocio en el que él se encontraba trabajando, para muchos, él hacía un excelente trabajo, pero para la familia de su prometida él no trabajaba. Aquel trabajo era un gran secreto que Juan se llevaría a la tumba y lo sabía bien, ya que si hacía algo mal ese sería su destino. El destino de esos simples trabajadores siempre era el mismo, no había otro modo de salir de ese lugar, solo muerto tienes ese privilegio. Juan siempre soñó en salir de esa basura y volverse un ser humano real.
Él debía ir a comprar víveres y cosas importantes para poner en la vidriera, ahora gracias a unos ahorros, Juan había restaurado el lugar donde trabajaba para lograr mucho más prestigio en la comunidad. Pensaba con seriedad que eso lo ayudaría, pero quizás esa no era la realidad.
Él sabía muy bien que su trabajo nunca estaría bien visto, al menos aún no, pero él pensaba que en algún momento el prestigio y demás llegaría a su vida y en ese momento cambiaría completamente su vida, por una decente y normal para su familia.
Sus ojos azules, mejor dicho, celestes se fijaron en el caminar de una niña.
La jovencita no parecía tener más de dieciocho años de edad, pero eso no era así, la niña tenía doce años. Para Juan, aquello sería una muy buena distracción; comenzó a bajar la ventanilla del vehículo y calibrar la velocidad por una mucho más lenta, simplemente para obtener mejor vista de la joven.
La niña caminaba con lentitud, le gustaba la atención, pensó Juan con una gran sonrisa en su rostro.
No era así, la niña estaba planeado una táctica de supervivencia, supervivencia absoluta.
La jovencita no era para nada tonta, se dio cuenta enseguida que un vehículo negro la estaba siguiendo, por ese motivo, cortó camino y se dirigió a una pequeña tienda del pueblo; en ese momento, le comentó a un policía local lo que estaba sucediendo y estos no tardaron en decirle que se quedará y si ve al vehículo que les dijera a los policías sobre eso que ellos no tardarían en armar un caso.
Juan no tardó en llegar y se dio cuenta inmediatamente que había policías al rededor por ello estacionó el Impala negro a la vuelta de la esquina y se dirigió a la tienda a un paso normal.
Al llegar a la tienda, Juan parecía estar bastante confundido con la situación; compró víveres para la casa y luego se acercó a la jovencita que se había escapado majestuosamente de la vista de él.
Los policías se alarmaron, pero vieron que era un joven el que entró y además parecía no comprender nada de lo que sucedía, al menos eso pensaron los policías; ellos instantáneamente se despreocuparon por Juan y dejaron que haga sus compras y demás en la tienda.
Juan se encontraba observando a los policías y luego a la niña, miraba a todos lados en la búsqueda de alguna cámara de seguridad, él esperaba que no haya ninguna de esas imágenes en movimiento, ya que eso de salir por cámaras no era de su agrado.
—¿Sucede algo?—Le preguntó completamente preocupado por la situación.
Al menos eso es lo que él quería demostrar en ese momento.
—No, nada... Un psicópata me estaba siguiendo y eso es todo, pero ya estoy bien... Gracias por preguntar —dijo la jovencita con miedo.
La niña no tardó demasiado en caer bajó la belleza de Juan, él sabía muy bien lo guapo que era y aquello lo ayudaba cuando se encontraba aburrido o en problemas.
Comenzaron a hablar sobre programas de televisión, al parecer ambos miraban el mismo programa y por eso muchas risas se oían.
Parecía que ambos se comprendían.
—Los policías no dejarán que nada te suceda, es más, ellos te tendrán aquí por un buen tiempo hasta que el psicópata desaparezca de la zona —dijo Juan con un tono de broma en su voz.
Juan parecía ser un joven agradable y a los ojos de muchas personas era solo un niño, cuando en realidad, él tenía veinticinco años de edad y muy pronto cumpliría veintiséis años.
La niña lo miró fijamente a los ojos y negó con la cabeza.
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Editado: 12.03.2020