Hasta el más inocente puede llegar a ser el más culpable.
Eso solía decirlo nuestro líder en cada ceremonia fúnebre, recordándonos que no somos más que un grupo de pecadores con secretos simplemente espantosos, todos nosotros, todos, todos. El sol estaba más soleado de lo normal y el día era simplemente bellísimo, perfecto para un funeral.
Al menos ellas serían consagradas como Mujeres, ya que sus padres revelaron haberlas entregado a los rituales sexuales de Maleïda, la primera mujer en la historia, quien corrompió a nuestros señores.
Según nuestra mitología, el Hacedor y el Excelso eran hermanos gemelos, ambos se querían mucho, tanto que usualmente compartían su cuerpo al otro como muestra de amor, pero un día ambos al quedarse dormidos no notaron como su semilla cayó en las entrañas de la tierra y de allí surgió una mujer, la primera mujer, el pecado hecho carne, ese día Maleïda nació. Ambos dioses quedaron enamorados de aquella figura de una Venus espectral, ellos pelearon, ella los indujo al pecado. Finalmente enojados de cada extremidad de ella tiraron y la partieron en la mitad, creándose así Wirideti y Wirideti, dos mujeres para ellos, aún así eran blasfemas.
Porque así somos las mujeres.
El pecado hecho carne.
Al menos por ahora.
Aquella confesión por parte de sus padres revelo que, en realidad, todo el tiempo las estuvieron empujando hacía la muerte, por ello, al haber sufrido en esta vida, en la otra vida serían perfectas, como ella, como La Benevolente, muy pocos conocen su historia, pero ella es realmente la primera mujer, surgida del polvo de las estrellas y la nebulosa espacial, ella...es la madre de todos y todas. La legitima Esposa del Hacedor y El Excelso.
Me senté en la ventana de mí habitación, obteniendo una perfecta vista hacía la entrada del bosque, además de poder ver con claridad la parte derecha de la casa de Gyula. Él parecía ser enormemente rico, incluso se compró una de las casas más grandes y caras de este lugar, solo los señores de niveles superiores podían acceder a ellas y él, un jovencito de 18 años lo había logrado. Coloque mis manos en mí barbilla, fijándome específicamente en la casa de Gyula, estaba claro que vivía solo, ¿Acaso eso no le molestaba? ¿Quién le cocinaba? ¿Limpiaba la casa o cuidaba de él? ¿Quién lo acompañaba en estas frías noches de otoño? Sentía lástima por él, de alguna manera me empezaba a arrepentir de haberme negado hacer suya, me arrepentía y mucho, pero bueno, yo solo estaba siguiendo órdenes y mi orden de aquel momento era provocarlo.
Bajé mí mirada encontrándome con las flores en mí jardín, usualmente mamá y yo plantamos flores en primavera para que duren todo el año, yo nunca fui capaz de mantener una sola rosa viva, por eso mí sección del jardín estaba lleno de plantas de plástico, además era muy fácil disimular lo que se ocultaba allí abajo. Últimamente ese rosal falso estaba viéndose afectado por la lluvia, tendría que comprar uno nuevo y colocarlo allí.
— Señorita, Tabitah — una de las domesticas abre la puerta, sin mirarme a los ojos, las domesticas y domésticos no tienen derecho a nada, su mera existencia es un privilegio que les hemos dado y si es nuestra voluntad dejaran de existir con solo pensarlo — ¿Esta lista?
Yo asentí, tomando la corona de flores y colocándola en mí cabeza. Lo que más me gustaban de este tipo de funerales era que no debía llevar velo, podía llevar mí rostro libre, sin cubrirlo, algo que nunca puedo hacer, bajo las escaleras animada y veo con felicidad como mí familia no deja de reír y sonreír, todos tenemos vestiduras blancas con decorados floreados, las mujeres vestidos largos y coronas de flores, los hombres trajes blancos y máscaras o antifaces.
— ¿Están listos? — pregunta mí padre colocándose una máscara de león.
— ¡Sí! — respondemos todos animados.
— ¡Pues vamos a ese funeral!
Papá abre la puerta y todos corremos a la calle: los vecindarios de todos los pueblos están decoradas con colores vivos y listones, con flores y muchos colores; Liana y yo corremos tomadas de las manos, con nuestros vestidos ondeando, ambas sonreímos complacidas y pronto más Hijas se nos unen, formando una cadena de Hijas tomadas de las manos, todas reímos mientras varias mujeres y hombres corren delante, y atrás de nosotras, para poder llegar rápido al bosque, dónde vamos a celebrar esta magnífico funeral, finalmente llegamos al bosque y observó todo maravillada y dichosa; al inicio del bosque hay una hoguera, ya varias Hijas bailan a su alrededor tomadas de las manos, varios Hijos están formando una carpa hecha de heno de forma piramidal y colocándola sobre la hoguera; yo saltó canto y sonrió, girando y girando al lado del fuego, a veces pienso que caeré en el y me consumiré, pero eso no me importa, porque en los funerales y solo en los funerales todos podemos ser felices, realmente felices.
— ¡Oíd! ¡Oíd! ¡Nuestro líder ha llegado!
El señor LaVona aparece vestido de amarillo y con la máscara de un bufón puesta.
— ¡Hoy! ¡Tres de nuestras jóvenes mujeres serán honradas como es debido! ¡Aunque no pudieron luchar contra el dolor y el pecado al menos sirvieron a nuestros señores durante mucho tiempo! Pedid por vuestras almas, cuidad a sus hijas para que no cometan el pecado de sus hermanas y...¡Disfruten de esta celebración!
La banda empieza a tocar y cantar, todos bailan y disfrutan, como amo estos funerales, son tan...encantadores. Bailó junto a Liana viendo a mí apuesto prometido hacer la danza de las espadas junto a otros hijos: en dicha danza los hombres están vestidos como guerreros y jóvenes y dichosos, peleando con espadas y danzando a la vez; sin duda me enamoró más de él, es tan perfecto.
— Sinceramente no entiendo el concepto de "luto" de este pueblo — sentí a alguien tomarme de la cintura y bailar conmigo alrededor de la fogata.