¡corre, Conejo, Corre!

10. Desfile macabro

Dos semanas pasaron volando en un instante y sin darme cuenta ya era la época del festival anual.

Durante este festival en honor a Shivalba, el primer hijo de nuestros señores, Shivalba era la representación de la locura, por eso era el favorito de sus padres, el Hacedor y el Excelso lo adoraban y le dedicaban la mayor cantidad de tiempo e interés, Shivalba era el menor de sus 37 hijos, según nuestras creencias Shivalba era el más bello, fuerte y peligroso de sus hermanos, era la representación más pura de la "Locura" y "El sin sentido", por ello y su belleza atrajo a tantos amantes, tanto masculinos como femeninos, incluso sus propios padres cayeron bajo sus peligrosos encantos.

A veces me preguntaba si Gyula no sería la encarnación de Shivalba, su aura de locura, su comportamiento encantador, quizás era un tulpa que se salió del control de su amo, pues no había alguien humano que pudiera ser perfecto.

El cielo estaba extrañamente nublado, con nubes grises que parecían rocas pesadas a punto de caer en la tierra, eso me entristeció, era tan fascinante cuando el sol estaba en su cúspide más alta, cuando el cielo brillaba, los colores vivos de las flores y de los listones de colores. Mis padres decidieron que lo mejor seria que nos preparamos para el festival lo más rápido posible, por ello nos colocamos los disfraces en la mañana y esperamos ansiosos que fuera de tarde, como mujeres debemos ser supremamente sencillas, por eso opte por colocarme un lindo vestido blanco y celeste, con un broche que asemejaba el cuerpo de una mantis religiosa, con un par de diamantes blancos en las cuencas oculares; cuando finalmente llegó la tarde esperamos que el bufón pasara corriendo por el pueblo, su traje de colores y su máscara con aquella enorme nariz lo hacia mas que notable, incluso aquellos que no lo vieran o que por algún motivo no lo reconocieran serian guiados por el sonido de su trompeta, la cual toca de manera torpe, gracias a la mascara, ademas de los cascabeles que arrastra en sus manos y tobillos.

Mis hermanas y yo respiramos con emoción al ver al bufón correr torpemente persiguiendo a un hombre vestido de cordero por la calle, con un pequeño grupo de personas que poco a poco iba creciendo bailar tras el. A penas el bufón paso frente a nuestra casa salimos corriendo en busca de su llegada. Todos danzamos por la carretera, las mujeres íbamos descalzas y saltando, con panderetas y tambores, lazos y listones, todas llevábamos el cabello trenzado y las esposas el vestido con flores que deben portar en la celebración, así, no serán confundidas con las mujeres casaderas de la ciudad: esto impedira que no sean tocadas por un hombre de forma indebida; salte descalza sobre el caliente pavimento, dejando que las rocas calientes quemaran las plantas de mis pies, pero lejos de dolerme me alegraba, deje que el sonido de la música y los tambores me envolviera, con los listones de colores que colgaban de la pandereta que llevaba golpeaba en la espalda a algunas jóvenes frente a mí, a la vez que otras lo hacían conmigo, simulabamos que era un látigo, pese a no lastimar daba a entender que estábamos concientes de nuestro pecado y aceptamos pagar por el.

Tarde un poco en reconocer a Gyula en medio de la multitud, llevaba un antifaz blanco con dorado, que terminaba en unas hermosas orejas de conejo, no lo habría reconocido, si no fuera por el hecho de que sus traviesas manos profanaron las mías. Gyula tenía una extraña mueca, no una de confusión, que sería lógico teniendo en cuenta que era la primera vez que participaba en el desfile, mismo en el que toda la ciudad ahora participaba, con hombres y mujeres bailando por igual, incluso unos chicos desnudaron a una joven,  la cual en ningún momento dejó de bailar, su rostro no demostraba aquello, no, era como si no estuviera cómodo, casi asustado. Atribui aquello al hecho de que era novato. 

— ¡Gyula! ¡Ven! — llamó el señorío principal, que estaba vestido con un abrigo que simulaba la melena de un león. 

Gyula le obedeció y fue junto a el, siendo seguido por demás jóvenes, Bastian incluido. Después de caminar por un largo camino, finalmente el hombre vestido de cordero cae al suelo, junto en un prado, aquel que está envuelto por montañas, el hombre cayo al suelo temblando, fue entonces cuando note la mordaza en su boca, con relativa dificultad, ya que llevaba las manos atadas, se la quitó, escupiendo sangre sobre la tierra. Todos le miramos con curiosidad.

— ¡Por favor, dejadme en paz!

Grito el cordero con la voz quebrantada. 

Todos nos reímos. Algunos protectores lo tomaron y lo arrastraron hasta una plataforma, las hijas nos colocamos en fila, una tras otra, sentandonos con una mano en el vientre y la otra sobre la soga, en total había tres filas, con tres sogas, todas conectadas a una más gruesa que fue colocada en el cuello del cordero. El señor principal se acerca a la plataforma y toma un micrófono, sonriendo de gran manera, con sagacidad toma la capucha blanca, que simula la cabeza de un cordero y cubre el rostro del hombre.

— Bien, niñas, recuerdenme, ¿Por que hacemos esto?

 — ¡Porque así a nuestros señores vamos a honrar!

Colocamos las manos en nuestro pecho, luego nos dejamos caer contra el suelo, inclinamos la cabeza, nos levantamos y señalamos al frente.

 — ¡Y a su hijo venerar!

— Muy bien. Y ¡Tiren! ¡Tiren! ¡Tiren!

Todas tomamos la cuerda y empezamos a tirar de ella, levantando el cuerpo del sacrificio.

Se retorcía parecía sufrir

De repente el cuerpo del sacrificio se alzó, tanto que parecía que se elevaba al cielo, recordadome aquellas ilustraciones en la escuela, aquellas de naves espaciales. EL cordero tembló, hasta que nosotras empezamos a correr aun jalando de la cuerda, no nos detuvimos, no hasta escuchar el << Crack >> tan característico de estos eventos, la cabeza se separo del cuerpo y callo en una estruendosa sinfonia, todas soltamos la cuerda y empezamos a bailar, mientras el señor tomaba la cabeza y la quemaba en una urna tras él.




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