¡corre, Conejo, Corre!

15. Das Monster der Träume kam an


3 años antes. Casa "Afrodita"

Por favor, que sea de Alemania.

Por favor, que sea de Portugal.

Por favor, que sea de Bután.

Por favor, que sea de Taured.

Por favor, que sea de algún país sin un Mundo Libre.

Por favor, que me ame, que no me vea solo como un juguete sexual y de mera reproducción.

Por favor, que me trate bien, que no me golpeé.

Por favor, que me valore.

Por favor, que me libre de esta pesadilla.

- ¡Bellamy! ¿Dónde estás niña? ¡Es tú turno!

Me levanto del suelo y miró con desesperación el cielo, rogando a cualquier deidad espacial que atienda mí llamado, realmente tengo miedo, muchísimo miedo, quiero huir, quiero gritar, pero a la vez quiero abrazar a mí destino, sé que tengo buenas oportunidades está noche, podría ser la mejor de las noches de mis 18 años de vida, realmente anhelaba que todo resultara como debía ser, como quería que fuera. Esta noche iba a sellar mí destino.

Podía ser la mejor noche de mí vida.

O la peor.

El inicio de un infierno.

Faltaba sólo unas horas para cumplir 18 años, pero parecía ser que las Ceres estaban impacientes por deshacerse de mí. La Ceres a mí cargo parecía no tener piedad, quería librarse con suma urgencia de mí, realmente aparentaba aquello, por un momento pensé que quería quitarme el cuero cabelludo, pues sus habilidosas pero malvadas manos trezaban mí cabello con dos agujas que tiraban de el de forma despreciable. Esta era la peor parte del día, siempre pensé que era una tortura, un apto inhumano, había ocasiones en las que usaban otras cosas para peinar, eran similares a pinzas, las cuales te tiraban el cabello lo suficiente como para levantar cualquier rasgo de piel caída. La Ceres a mí cargo tiró de mí cabello, haciendo que mis ojos ardieran, con escamosas lágrimas amenazando con salir, sabía que una queja era mal vista, pero aún así sabía que las cosas serían peores si se estropeaba el maquillaje que Portia me había hecho.

- ¿Podrías porfavor no hacerlo tan fuerte? Duele mucho.

En cambio tiro más fuerte de mí cabello.

- La utilidad de la crineja es que te acostumbres a que te halen del cabello. Solo por si acaso.

Desde entonces no hice más preguntas.

Ya sabía a qué se refería con ello. Y lo odiaba, tanto que me hervía la sangre de solo pensarlo, pero a la vez me animaba. De niña solía pensar en cómo sería mí futuro comprador o como algunas los llamaban, "mí futuro esposo", de todas formas acabaría siendo mí dueño. No me importaba su aspecto físico en lo más mínimo, solo quería que me quisiera, que me amará y valorará, pero sabía que era muy poco probable que eso pasará.

Y recuerden bien, niñas mías, su único deber es complacer, que ellos las disfruten, que ellos sean felices, si logran hacerlos felices cumplirán su deber en este mundo y ellos alcanzarán la perfección, si es la voluntad de nuestros dioses, podrán servirles en el paraíso.

Decía Portia cada maldita mañana al salir el sol. Casa Afrodita era prácticamente un prostíbulo o burdel, como prefieran llamarlo. Aquí las niñas eran vendidas por sus padres que quería dinero o deshacerse de una carga como lo era tener una hija en un Mundo Libre y sus respectivas ciudades libres, ya que aunque todos los bebés son deseados nadie puede negar que los hombres disfrutan de muchísimos más privilegios que las mujeres, por consecuencia las mujeres que más hijos varones tienen son más poderosas. Ese fue mí caso: mis padres se negaban a tener a una vagina entre su descendencia, que manchará su perfecto linaje de "solo varones" que había mantenido su récord por casi tres generaciones consecutivas, así que me vendieron aquí, yo solo era una niña pero supe despreciados y desearles la muerte más que a nada en la tierra, en especial por haberme dado semejante destino incierto, dónde mí única misión es satisfacer a un hombre; las mujeres que se crían en Casa Afrodita no pueden llegar a aspirar hacer Esposas, menos Madres, a no ser que estén en una circunstancia especial, nuestro único deber es satisfacer; los hombres son superiores a nosotras, por ende debemos ayudarles, la única forma en que ellos alcanzarán la perfección es con la eterna felicidad, por eso nosotras debemos servirles, es nuestro deber de nacimiento. Resignada, soporte cada tirón como si mí cuello fuese de cerámica que mantenía firme mi cabeza. No me resisti, no me quejé, casi podria decirse que contuve la respiración hasta que la ultima hebra de mi cabello se sometió a la elegancia del mono llena de flores que ahora adornaba mi cabeza.

- Ya estás lista, ahora ve y ponte el vestido rojo con escote que está allí - ella señaló uno de los maniquíes con vestidos, dando a entender que el mío era aquél de color escarlata, de mangas cortas, corset y un escote tan grande que aposté que podrían verse las puntas de mis pezones -. Anda, ve, no tenemos toda la noche - dijo la Ceres con una palmada en mi hombro para levantarme y abrir espacio a Chloë, la siguiente Novia en la fila.

La miré mientras tejían los rizos dorados de su cabello en una gruesa, larga y majestuosa crineja. Si yo habia aceptado el dolor del proceso como una guerrera, ella lo hacía como una dama. Su mentón en alto, sus manos cruzadas con elegancia sobre su regazo, sus ojos ambarinos enfocados en un punto no especificó, a veces me parecía tan melancólica que daba miedo. Sabía que Chloë no era de alguna ciudad Libre, por lo que sé huyó de casa en una rebeldía adolescente y terminó aquí, pero cuando quiso irse ya no pudo hacerlo, porque cualquier mujer que entra a Afrodita no sale de aquí, no sin un dueño. Aunque era casi dos años menor que yo, Chloë era muchísimo más hermosa, más delicada, más femenina y sobretodo más fuerte que yo. Era una pena que tuviera tanta tinta en sus brazos, de no ser por eso podría ser vendida a una valor bastante alto, aunque por lo que sé, es posible que eso a su comprador no le importe.




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