- Os iusti meditabitur sapientiam,
Et lingua eius loquetur indicium.
Beatus vir qui suffert tentationem...
La música clásica suena en la Casa Roja, yo estoy sentada en el suelo mirando como el fuego de la chimenea se consume. Elisa estaba sentada frente a mí, con Lyna haciéndole unas hermosas trenzas en su rizada cabellera. Algunas ya se habían ido a dormir. Era una obligación hacer una pre-ceremonia en donde nos aislaban en una cabaña en el bosque, sin electricidad o cosa similar, debíamos conectarnos con la naturaleza, unir nuestras almas a nuestros señores y dejar ir nuestros lados pecadores. Livia aparece por el pasillo con un vestido largo y blanco, a pesar de tener la edad Casadera Livia parecía ser muchísimo más joven.
Todas tenemos un vestido blanco de manga larga cuya falda llega hasta más abajo de los tobillos y más arriba de los dedos de los pies. Livia se sienta en uno de los sofás individuales y toma una flor de una canasta llena de flores, las empieza a unir creando una trenza floral, hasta que hace una corona, luego la coloca en una pequeña fuente que hay en ella casa, dejándola flotar junto con las demás coronas que ya había hecho. Luego repite el proceso, creando corona de flor tras corona de flores, es una tradición: la más joven nos hace dicho adorno para el día siguiente, en señal de respeto a sus mayores.
Mañana se haría la celebración de la pureza, todas llevábamos vestidos blancos, sin mancha o arruga, como símbolo de pureza, la corona de flores como símbolo de feminidad. Allí bailariamos y todas nosotras seríamos unas danzarinas que bailan alrededor de un árbol marchito, para poder demostrar nuestra belleza.
Las coronas navegan con suavidad y elegancia en el agua. El cielo es azul oscuro y las estrellas brillan con ferocidad, me levanté del suelo y me acerque a la ventana, mirando la Luna, la majestuosa Luna, tan hermosa y tan imposible, tanta belleza pero es imposible poseerla, ojalá pudiera arrancarle su belleza y hacerla mía.
- Pero lamentablemente eres la única a la cuál no puedo dañar o marchitar - giró mí cabeza hacía las chicas las cuales me miran aterradas desde la sala, Livia, Elisa y Lyna salen corriendo dejándome sola allí, no era algo anormal, siendo sincera ya estaba acostumbrada a que las personas huyeran de mí con solo mirarlas.
Ellas eran inteligentes, sabían que era mejor para ellas. Alejarse de mí, antes de que decidiera poseer su "belleza" o lo que queda de ella. Soy abstracta, por ello no puedo soportar la belleza directa. Claro, que no puedo cometer los mismos errores del pasado.
Cuando estoy lejos de casa, cada vez que cruzó la puerta me comportó como ellos quieren que actúe, sé que es engañoso, pero no tengo opción, ellos no pueden regalarme o algo similar, pero sus miradas son terribles, con solo una mirada mis padres pueden darme a entender que me he equivocado y que he de pagar las consecuencias, siempre son duras las consecuencias.
Pero cuando hago todo aquello que ellos esperan que haga, puedo irme a la cama y dormirme sabiendo que hice lo que me pidieron, que di lo mejor de mí.
A veces anhelo mucho la vida mundana de las mujeres lejos de esta ciudad, de todas las ciudades libres. En los vídeos nos muestran crueldad y libertinaje, pero ellas tienen algo que yo nunca tendré: libertad.
Me colocó en mí lugar indicado sujetando un pedazo de tela blanco, Elisa sujeta uno rosado, Livia uno rojo y Lyna uno negro, las demás toman su posición y su tela respectiva: y bailan, simplemente bailan. Con la mirada de todos en nosotras empezamos a cantar cuando el arpa y el clavicordio empiezan a sonar, después musamos cuando suena la zanfonía y volvemos a cantar cuando empieza sonar la guitarra, y la flauta dulce.
- Quién puede decir donde va el camino.
Primer verso: un giro.
- Donde fluye el día solamente el tiempo y quién puede decir si su amor crece.
Segundo verso: dos giros.
- Como su corazón eligio Solamente el tiempo, quién puede decir: porqué sus suspiros del corazón.
Tercer verso: tres giros y un salto.
- Como su amor vuela, solamente el tiempo lo dirá, porque él es el único testigo de la eterna Verdad.
Cuarto verso: cuatro giros y cuatro saltos.
Cantamos todas girando alrededor del árbol marchito enrollando los listones de colores alrededor de el. Sé que este árbol es la analogía a un miembro masculino, más conocido como pene. 35 vírgenes danzan alrededor de el, bajo la mirada morbosa de los hombres. Doy un giro más y me dió cuenta de mala forma de pensar, no debo criticar las tradiciones, todo es culpa de Gyula, él me está haciendo dudar, eso es algo imperdonable, debo confesar mis pecados a nuestro líder, de esa forma seré perdonada, pues he cometido uno de los peores pecados de mí vida.
La duda no es aceptada.
La duda es debilidad.
Nunca bajo ninguna circunstancia debo dudar de mis señores.
Aún así algo malo estaba pasando, no podía sacarme de la cabeza el día del nacimiento, ¿De dónde salió ese bebé? ¿Por qué debían proteger el sótano? Tenía una teoría, quizás secuestraron a una mujer embarazada y le quitaron a su bebé pero no quería sacar conclusiones incorrectas y sin base alguna, no era justo de mí parte criticar de una manera tan cruel a mis compañeros de fe. La danza término y todas nos dispersamos, llendo a distintos lugares con nuestras familias, cuando llegue a la mía sentí que algo no era normal, que algo estaba mal, no fue hasta que noté la mirada de Gyula al otro lado del inmenso jardín, al inicio del bosque que lo recordé: huir con él.