¡corre, Conejo, Corre!

23. El Iluminado

- Cuando tus creencias son tan arraigadas es díficil dudar, lo entiendo, yo también pasé por lo mismo una vez, yo era alguien muy devoto, creía fervientemente en nuestros dioses e ignoraba todos los abusos sexuales, mentales y espirituales que se hace en este lugar.

Dijo el Iluminado, paseándose por la habitación, a penas sí podía moverme, me sentía casi paralizada, con mí cabeza contra el suelo y mis brazos doblados en mí cintura, únicamente podía mover los dedos, aunque ya empezaba a dejar de sentirlos, me dolía y la saliva caía de mí boca, mis ojos se movían en el Iluminado, sin saber bien qué estaba pasando. Pero tenía una idea.

La ceremonia de purificación.

Para ser pura, debíamos intimar por tres días seguidos sin descanso con nuestros líderes, hasta que ellos consideran oportuno terminar, sabía que no todas sobrevivían, pero era un precio justo a pagar por la pureza y el perdón.
Mí cabeza es tan pesada que apenas sí puedo mantener mis ojos abiertos, veo las botas negras del Iluminado caminar cerca de mí, de repente se agacha, con esa máscara dorada frente a mí.

- Te daré el chance de decirme la verdad, niña, házlo y me aseguraré de que no sufras, al menos no demasiado.

Temblé, su voz era penetrante en aquella máscara, por un momento tuve miedo, pero luego recordé la importancia de mí misión, eso me mantendría a salvo, al menos por un tiempo. El Iluminado ladeó la cabeza, sentándose y cruzando sus piernas de forma elegante.

- Espero que seas lo suficientemente sabía y respondas de forma adecuada - con mucha dificultad logré mover mi cuello, asintiendo -, perfecto, ¿De quién fue la idea de escapar?

Vacile por un momento, no sabía si me iba a creer, pero su ferocidad me hizo decir la verdad.

- De Gyula.

- Eso supuse, - admitió levantándose y caminando a mí alrededor - te contó sobre los niños robados, ¿No?

Me congelé, ¿Él también lo sabía?

- Déjame decirte algo, la verdad es muchísimo más retorcida de lo que crees. Verás, En algún momento del camino, hace décadas, la mayor parte de la población de Villanelle se volvió incapaz de tener hijos. La mayoría de la gente culpa a la alta cantidad de químicos que emanan de las minas en las montañas alrededor del bosques, quizás sea verdad, otros arremeten contra las mujeres, culpandolas por su pecado el cual las hizo infértiles, lo cierto es que los niños dejaron de nacer - el Iluminado se recostó contra una viga de madera, observándome desde el otro lado de la habitación -, y los que nacían eran deformes y poco viables. La realidad es que muchos gobiernos nos detestan, por eso empezaron a vertir diversos químicos en la planta hidráulica de nuestras ciudades, para que así murieramos por nuestra cuenta.Este es el mismo nivel freático que todavía proporciona el agua de la ciudad en la actualidad. Nunca pudieron arreglarlo del todo y el mineral es tóxico y la exposición causa infertilidad. La ciudad sufrió, y todavía sufre, enormemente sus efectos - el Iluminado negó con la cabeza, soltando una sonora carcajada -. Y los líderes, resolvieron el problema que nadie podía resolver. Fue una solución fea y burda, pero la mayoría de las personas se alegraron de mirar hacia otro lado cuando pudieron volver a formar una familia. Verán, se llevaron niñas, en su mayoría mujeres de otros lugares, y las embarazaron y nos dieron sus bebés.

Abrí la boca horrorizada por aquella repentina verdad, el Iluminado ni se inmutó.

- Incluso se llevan a chicas de nuestras ciudades, todo para seguir con la producción, pero no sólo se limitan a vender a los bebés a la ciudad libre, no, también lo hacen a cualquiera que pagué lo suficiente por ellos. También de vez en cuando secuestran hombres o hacen pedidos por encargo, por ejemplo: si a Bastían le gusta una determinada chica o un chico en específico, los servidores irán tras él o ella y lo secuestran, los traen aquí, casi todos tienen un amante encerrado en el sótano - el Iluminado empezó a reír con fuerza -. Incluso tú hermano, Gerald, secuestró a una niña de 13 años para convertirla en su esposa - sus carcajadas me hicieron estremecer, mientras frondosas lágrimas salían de mis ojos, de repente dejó de reír y simplemente me tomó del cabello, empujando algo contra mis labios - Abre la boca.

Demandó él, empujando dos pequeñas esferas en mis labios.

El coloca dos pastillas bajo mí lengua y luego coloca un vaso de agua en mis labios.

- Lo que te harán esta noche es...será imperdonable, te dolerá, muchísimo, al menos estás píldoras de harán dormir, no sentirás nada, lo prometo.

El agua cae por mí garganta, apretó mis labios, sé que si los abro un solo milímetro voy a vomitar.

- Pero ellos...ellos me dieron unas pastillas antes... - digo confundida, sintiendo las náuseas crecer en mí.

Él se ríe.

- Esas pastillas eran paralizantes para que no luches, tardan en hacer efecto pero no te dejarán moverte, se les dice "La droga de la violación", técnicamente te van a violar hasta que ellos no te quieran más, si sobrevive, eres pura, sino, en tú próxima vida lo serás.

Me quedo horrorizada, a mí mente viene Wanda, una de las chicas sobrevivientes, le hicieron una fiesta en su honor, en honor a su pureza, recuerdo verla horrorizada, triste, con moretones y al más mínimo toque empezaba a llorar, sus caderas había sido rota y estuvo confinada en una silla de ruedas hasta que un año después ella y su familia fueron masacrados.
Recuerdo las canciones que se cantaron ese día, yo bailaba, ignorante del sufrimiento de la celebrada.

¡El verano ha llegado!
¡Canta en voz alta, cuco!
La semilla está creciendo
Y la pradera está floreciendo,
Y la madera comienza a brotar ahora,
¡Canta, cuco!

La oveja bala tras su cordero,
La vaca brama tras su ternero;
El becerro hace cabriolas,
¡Canta alegremente, cuco!




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