Raquel
Quería vivir.
Quiero vivir.
Había cometido el estúpido error de enamorarme de mí aquel entonces vecino, por lo que sabía él era un viajero, aparentemente sus creencias implicaban tener tiempos de viaje, desde los 15 a los 29, y él estaba cumpliendo dicha norma
No las culpo, estaban tan regocijantes de felicidad y vitalidad, solo una de las feministas en aquél desfile me vió, pero ya era demasiado tarde, al menos para mí, ellos me atraparon
- Oficial, ya que él estuvo usando mí red WiFi es posible que él haya puesto eso en mí historial, ¿Verdad? De todas formas, ¿Por qué una niña de 14 años vería pornografía infantil?
- Tiene razón
- Quizás hayan páginas de necrofilia o canibalismo, tal vez haya buscado páginas dedicadas a la zoofilia - los agentes siguieron mirando, cada vez más asqueados, Gerald me miraba enojado y sorprendido, pero yo solo sonreía, "Te dije que esto no se iba a quedar así" -. Señor oficial - todos me miraron aún más extrañados y sin apartar la vista de Gerald dije: - tal vez busco páginas web dedicadas al canibalismo y a recetas con fetos humanos abortados.
Ellos entraron en shock, casi lo mandan a la cárcel, en su historial también encontraron una página dedicada al tráfico humano, yo no puse eso, estoy segura, debí haber puesto atención en ese detalle, pensar en qué rayos me estaba metiendo, más bien, con quién rayos me estaba metiendo, pero no, no lo hice, fui una tonta estúpida por creer que de alguna absurda forma yo tenía el control. Tan estupida. Estaba harta de esta situación, como quisiera poder matarlos, romper su ser o aunque sea escapar.
Pero era imposible.
No solo porque era difícil, sino que también directamente peligroso, no quería acabar entre las cuevas de las montañas, no quería terminar como...Elizabeth.
De tan solo recordar sus ojos sin vida y su piel muerta supe que era una advertencia, me la dio Gerald, justo después de mi primer intento de escape.Acabe por enterarme que Elizabeth, en realidad se llamaba Constanzé, una antigua amante de Gerald, no, amante no, porque las mujeres de aquí son vistas como esclavas sexuales y eso era Elizabeth, una esclava, una esclava la cual escapo años antes de que yo llegara, desde entonces lo había estado rastreando para evitar que dañara a otras mujeres iguales a ella, pero...murió antes de poder exterminar a ese monstruo.
Las puertas suenan y sé que alguien viene a verme, un monstruo viene a verme, ojalá fuese como en el libro, pero desafortunadamente no lo es, él es un verdadero monstruo. Gerald se sienta frente a mí con las piernas cruzadas y sonríe.
- ¿Cómo está mí bella esposa hoy?
- No soy tú esposa - resopló enojada, el acaricía mí cabello castaño, ya he aprendido por las malas que no debo interrumpirlo, aún me duele el moretón de la otra vez.
- Estas de mal humor hoy, ¿No? Vamos, anímate un poco, nuestra boda no va a seguir retrazandose, lo prometo.
Gire la cabeza fingiendo alegría. No era común que tuviera estas clase de reacción pero había aprendido a fingir, demasiado bien, para ser sincera.
- ¿Enserio? Creí que con lo de tú padre las cosas se iban a retrasar aún más.
Gerald negó.
- No, ya hablé con él, le dije específicamente que ya estaba algo cansado de esperar, que sus problemas con Whitney eran solo suyos, que no nos involucrará.
Sentí mi estómago revolverse. Repugnante. Todos ellos eran unos repugnantes. Desde la madre hasta el padre, todo el maldito pueblo estaba lleno de personas repugnantes. Ni siquiera los hijos de estas abominaciones que se hacían llamar personas se salvaban, sentía cierto grado de compasión por la tal Whitney, las veces en las que había visto a su padre habían sido suficientes como para saber que él era un enfermo, uno que no tenía respeto alguno por su hija, aún peor, la deseaba de una forma claramente incorrecta, por eso había saboteado su prueba de fertilidad, para así tener una excusa válida para llevarla a aquel infierno oculto a plena vista en el pueblo.
- ¡Ah! Papá ama tanto a Whitney, tanto que no dejará que otros hombres aparte de él la toquen.
Abracé mis piernas y las apreté un poco, tenía tanto miedo.
- Eso es enfermo.
- ¡Ya! ¿Crees que no lo sé? Eso es algo que te puedo prometer, Raquel, jamás me acostaría con una de mis hijas, mucho menos la llevaría a Casa Afrodita para poder violarla con libertad, no soy tan mal tipo.
Eso me hizo estremecer, jamás me había detenido a pensarlo, ¿Tendré hijos con este monstruo? ¿Los llegaría a tener? La idea de estar rodeada de violadores y pedófilos me hizo estremecer, ¿Cómo podría proteger a mis hijos no nacidos de semejante mal? ¿Cómo?
- Pero bueno, pronto las cosas cambiarán, lo prometo. Lamentablemente papá será uno de los que morirán ejecutados cuando la nueva orden llegue a un Mundo Libre.
Lo mire con duda.
- ¿Nueva orden?
Gerald me sonrió, recostandosé en mis muslos y mirándome fijamente.
- Será una sorpresa, no tendré tanta libertad como antes, pero... cualquier cosa para evitar que mis hijos del futuro sufran lo que han sufrido cientos antes de ellos. También temo por mi vida, ¿Sabes? Aunque no sea un Novio tengo miedo que algún día papá se inspiré y entre en mí habitación para violarme, por eso hago esto, para estar precavido, aquí ni los hombres o las mujeres se salvan, estamos en el mismo rango de peligro.
Fruncí el ceño enojada.
- Al menos a ustedes no las violan y las venden, para después...
Me mordí el labio, sintiendo el error de mis palabras, lo había provocado, era la excusa perfecta para "reprenderme" según sé, cuando llegue ese nuevo orden ya no podrá castigarme.
- ¿Cómo te atreves?
Él se detiene, su mano a pocos centímetros de mí rostro, casi siempre sucede eso, se queda observando las sombras de los rincones y al instante deja de intentar golpearme, a veces también miró, creó que es por el encierro o algo similar, pero no puedo evitar ver un par de ojos grises observándome en la esquina de cada habitación, como si estuviera vigilandomé o protegiendome, sinceramente siempre y cuando Gerald evitará golpearme todo estaba bien.