GYULA
Villanelle era un infierno en la mismísima tierra, los hombres eran demonios, las mujeres eran parcas, los cuales guiaban a las pobres almas humanas a su perdición. Villanelle es la entrada al infierno y sus habitantes son monstruos listos para destruir la felicidad en base a su normalidad. Una retorcida y cruel normalidad.
Sujete el cabello de Tabitah mientras vomitaba por todo el auto, era una pena, pero definitivamente tendría que quemarlo, cuando por fin vació todo el contenido de su estómago pareció querer ponerse de pie, en vez de eso nuevamente arcadas llegaron a ella, forzándola a abrir la boca y dejar que la saliva se deslizara desde su boca hasta el suelo, después de todo su estómago ahora estaba vacío.
— Haremos una pequeña parada, ¿Vale? No te lo tomes a mal, pero prefiero que me arranques otro dedo antes de seguir en este auto, por fortuna, tengo otro cerca de aquí — dije, volviendo a conducir el auto.
El rostro de Tabitah poco a poco empezó a recuperar su color, seguía muy pálida pero ya no parecía un muerto en vida, eso ya era algo, poco a poco su respiración se volvió regular y rítmica, como debía ser, aun tenia lagrimas cayendo de sus ojos rojizos y casi translúcidos, aunque ahora, ya mas calmada, empezaban a recuperar su color, Tabitah limpio rápidamente sus lágrimas y volvió a quedarse completamente quieta, mirando a ningún lugar, pero a la vez, miraba todo. Inevitablemente sonreí. Yo mejor que nadie conocía esa mirada: esa mirada cuando ya nada importa, cuando ya ni siquiera puedes imaginar el después, cuando lo único que deseas es cerrar los ojos y jamás abrirlos, desear bloquear todo, no sentir, no pensar, simplemente no estar; lo había deseado tantas veces que ya conocía ese sentimiento de solo observar la mirada de las personas y Tabitah tenía esa mirada.
Tabitah no estaba conmigo.
Estaba en un mar universal de pensamientos, recuerdos y deseos, de sensaciones que alguna vez amo pero ahora odia con todo su corazón, de recuerdos que, ahora, al ser mejor analizados acababan por revelar un sin fin de atrocidades cometidas frente a ella pero que su ignorancia no le permitió apreciar. La tome de la mandíbula, haciendo que me observase, me asegure de apretar el enorme hoyo debajo de su labio, justo en la barbilla, incluso podrías ver las ansias y unas partes de los dientes a través de aquel agujero, pero al parecer, ya no le dolía, aunque estoy seguro de que su dolor mental es muchísimo mayor y más abrumador
— Escúchame bien, Tabitah, vamos a buscar otro auto y regresar a Villanelle — al instante su mirada se volvió de horror puro y sus ojos nuevamente se volvieron un mar de lágrimas.
— ¿Que...?
A penas si podía hablar, lo admito, fue incomodo verla hablar con un agujero de tal magnitud en su barbilla.
— Como escuchaste, vamos a regresar, no exactamente a Villanelle, pero si a sus cercanías, debo buscar a otra testigo.
Nuevamente pude ver su lengua y sus dientes moviendose a traves de ese agujero, quizás con una pegatina el asunto quede solucionado.
— ¿Testigo?
Rodé los ojos.
Necesitaba mantener la calma o sin duda alguna yo mismo iba a matarla.
— Si quieres puedes matarte después, pero por ahora necesito de ti, verás, existe una persona, específicamente una mujer que puede acabar con la secta en un santiamén, lo ha hecho por años, de forma indirecta y discreta, pero si tu, Tabitah y otros dos testigos que estuvieron en Villanelle declaran ante la corte suprema humanitaria, ella tendrá el poder de atacar directamente a la secta y acabara con todos los malditos que por tanto tiempo daño han causado. Piensalo, Tabitah, después de esto podrás suicidarte, pero al menos tu conciencia, si es que la tienes, estara limpia, tu testimonio salvará a cientos de personas, hombres, mujeres y niños.
Las neuronas de Tabitah parecieron empezar a trabajar, parecía muy pensativa, como si analizara algo, luego me miró rápidamente, como si dudara en decir algo, si no fuera por el enorme agujero en su rostro yo mismo le gritaria que hablara.
— Creo...creo que podría tener...no...— la duda la carcomía, ¿Aun no procesaba del todo el hecho de la realidad de su "perfecta" comunidad? Vaya, es muy lenta. Tabitah cerró sus ojos, contorsionandose y negando, como si lo que estuviera a punto de decir fuera algo que no creyera, no del todo —. Hay una niña encerrada en el sótano de mi casa, su nombre es Raquel.
— Esclava sexual de algún pedófilo de tu casa, genial, ¿Eso que tiene que ver conmigo?
Ella inhaló profundo, como si con ello pusiera en orden el caos de su mente.
— Creo...creo que ella podría servir de testigo.
La observe confundido.
— Espera...¿Quieres ayudarme? ¿Tan rápido vas a traicionar a la comunidad que te crió? Además, te recuerdo que quien te conto de Raquel fui yo.
Ella apretó los dientes, haciendo que sangre surgiera de la herida.
— Quiero salvarla — dijo con notable enojo —. Es solo una niña, no tiene más allá de trece o catorce, es una niña — de repente su rabia desapareció, cambiando nuevamente a la melancolía, era normal esa clase de comportamiento en una situación como esta —, y...no estaría traicionando a nada ni nadie, quiero morir, Gyula — sus ojos incoloros me observaron de una manera que jamas crei que volveria a ver, era el dolor mas devastador de todos, el saber y aceptar que tu vida va y debe terminar —, debo morir.
Asentí, sintiéndome extrañado.
Crei que habia descifrado por completo a Tabitah, pero ella, oh, ella con su anormal figura y su caótica mente no paraban de sorprenderme.
— Baja del auto.
Ordene parando el vehículo.
Tome la hielera donde estaba mi dedo, me acerque al auto rojo estacionado al lado del camino, busqué debajo de las llantas y encontré las llaves, abrí el auto y empuje a Tabitah, y la hielera con mi dedo adentro del vehículo. Rápidamente regrese al primer auto y saque del baúl un galón de gasolina, barnices, adhesivos y queroseno, colocandolo en las partes delantera del auto, rociando la gasolina por todas partes. Me gire para observar a Tabitah, ella estaba en el auto, en el asiento del copiloto, se veía tan bonita, tan inocente y frágil, por un momento quise tomar a Tabitah y rociarla con gasolina, encerrarla en el auto y verla arder, pero seria una lastima desperdiciar semejantes ojos incoloros, cuando se suicide se los arrancaré y los guardare como un tesoro; pero luego otra imagen vino a mi cabeza; los dos abrazados mientras ardemos en llamas; ¿Que me has hecho Tabitah que de esos ojos incoloros me he enamorado? Bailando mientras nuestra carne se consume por las llamas y todo a nuestro alrededor arde como el infierno. Un suicidio doble. Un perfecto final para ella, para mi, moriria observando esos ojos incoloros que tanto amo.