¡corre, Conejo, Corre!

32. Chloë Schilling: un hermoso pecado

TABITAH.

Poco a poco la nieve desapareció, volviendo la vida a los bosques, según me dijo Gyula a la dirección que originalmente íbamos era otra ciudad libre, en la que recogería a su segundo testigo, pero según se, este logro salir de la ciudad por su cuenta, por ende ahora podría ir por si mismo al lugar en donde nos vamos a reunir. Yo debo ir por Raquel, el se encargara de ir tras el siguiente testigo.

Nos detuvimos en un motel, a varios kilómetros de Villanelle, le pregunte el porque no íbamos más cerca, había un motel a pocos metros de la ciudad, su respuesta me dejó helada de miedo.

— En realidad no es un motel, es una de las tantas trampas de los miembros de la secta, ellos secuestran a cualquier hombre o mujer que sea físicamente atrayente o a cualquier niño o niña. Es solo una puta trampa. 

Asentí, sintiéndome estúpida por no haberlo pensado antes.

Gyula dejo el auto aparcado tras el motel, me entregó una ropa de lo más extraña, era la primera vez en mi vida que usaba pantalones, me sentía enferma, impura, aun asi ignore la vergüenza que esta vestimenta me provocaba  y seguí a Gyula fielmente, el me ordenó que lo siguiera a través del bosque, al parecer en una zona del muro había una falla, por lo cual era factible usarlo como entrada, además de que en esa zona no había guardias. Lo seguí en silencio por la frondosa flora del bosque, a pesar de estar en pleno día, todo se veía muy oscuro, esto me intimidó, nunca había estado en un bosque, bueno, si lo había estado, pero en todas las ocasiones todo fue un caos y un desastre, era factible decir que odiaba el bosque, lo despreciaba, por ende no iba a menudo a sus entrañas, no solo porque no permitian jugar en el, sino también por los tormentosos recuerdos que estos me provocan.

— El plan es este: yo voy distraer a tu familia y tu entras, y sacas a Raquel del sótano, luego vamos por la otra testigo.

Asentí.

Gyula detuvo su caminar y se giró hacia mí, por reflejo me detuve, él me observó con sus ojos oscuros muy abiertos, luego sonrió, con esa sonrisa torcida tan encantadora que tuve que contenerme para no morderle la cara. Luego, sus botas llenas de fango y suciedad sonaron contra las hojas secas, las ramas y las plantas marchitas del suelo, el alzo su mano sobre mi cabeza, Gyula es simplemente impredecible, por ende era lógico esperar cualquier cosa de él, lo que yo esperaba era un golpe o algo, pero no lo que aconteció: Gyula me sujeto de la parte trasera de mi cabeza, acercándome lentamente a él, cerré los ojos al sentir el hueso astillado de su dedo pulgar, bueno, donde debería estar su dedo pulgar, acariciando mi mejilla, sus demás dedos, ásperos y fuertes acariciaron la piel de mi mejilla, con una delicadeza completamente antinatural. Me sentí fatal al ver su mano cubierta por el vendaje, tenía una mancha carmesí en el vendaje blanco, por lo que supuse que aun no sanaba el todo. Nunca quise lastimarlo, mucho menos quitarle el dedo, pero...no pude controlarme, todo estaba rojo y en lo único en lo que pensaba era en morir, aun lo pienso, pero por alguna razón ese pensamiento es algo completamente lejano, incluso ajeno a mi, como si hubiera pasado mucho desde que descubrí la verdad tras mi comunidad, bueno, a decir verdad si ha pasado un tiempo desde aquella revelación.

Luego algo nublo mi vista. Era una tela negra, similar a los velos que usualmente uso, pero no era traslúcida o cubría todo mi rostro.

— Ponte la capucha — dijo en un tono de voz sorprendentemente frío —, pensaran que eres un muchacho de bajo nivel, no será difícil, tu anatomía no es muy femenina que digamos. 

Ni siquiera me enoje.

Era como si toda mi energía hubiera sido drenada de mi cuerpo estos ultimos dias, solo queria dormir y nunca más abrir los ojos. Después de un poco mas caminando llegamos al muro, lo cual fue una sorpresa porque no habíamos caminado lo suficiente como para a Villanelle, Gyula noto mi desconcierto mientras observaba el muro cubierto de musgo y otras plantas, efectivamente, una parte el muro estaba rota, había un enorme hueco en el centro que permite que dos enormes trozos de concreto se golpearan entre sí, formando una especie de V en la cual podríamos apoyarnos para subirlo.

— Por el bosque es muchisimo mas rapido llegar y entrar a Villanelle, es por eso que las ventas de los niños y niñas que van a terminar en Grimore se hacen aquí, es un buen punto intermedio entre varias ciudades y Grimore — Gyula observo de arriba a abajo el muro, para luego observar su mano —. Voy a necesitar tú ayuda para esta parte, si mal no recuerdo perdí mi dedo por culpa de una bestia salvaje, ¿Lo recuerdas? — dijo Gyula sonriendo de forma burlona.

Baje la mirada algo avergonzada, asintiendo, lista para ayudarlo en lo que fuera necesario.

— Te voy a subir y luego, tu, me ayudas a mi, mi agarre esta muy débil estos días, ¿De acuerdo?

— Sí — respondí. 

Gyula me tomo de la cintura y me acerco a el, quedando a centímetros de mi rostro, deje de respirar, sintiendo su fría piel contra la mía, su agarre en mi cintura era fuerte e inspiraba autoridad. Quisiera que esto fuera diferente, quisiera que nosotros fuéramos diferentes, pero así es nuestra naturaleza, pecaminosa y vengativa.

— Confía en mí — más que una orden, sonó como una súplica, Gyla beso mi frente y con rapidez me alzó sobre su cabeza, rápidamente extendí mis brazos y me sujete de la V de concreto roto, me impulse utilizando la mano de Gyula como soporte y me subí sobre el muro, Gyula extendió su mano sin pulgar y yo la tome, tire de él, pero fue mas su propia fuerza lo que lo ayudo a subir. Gyula se sentó en la V frente a mi, observe Villanelle, jamas pense tenerle miedo a este lugar, por alguna razón, no conocía este Villanelle —. Vamos — Gyula salto del muro y sorprendentemente cayó de pie, me sorprendí, pues era una distancia ciertamente considerable  —. Vamos tu turno — Gyula extendió sus brazos, esperando a que saltara, por un momento me acobarde, pero...¿Qué más da? Y salte, después de todo Gyula era el único que me había mostrado la verdad, aunque fuera una verdad aterradora —. Te dije que confiaras en mi.




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