El medio día llega con un aire raro. No incómodo, pero tampoco normal. Es ese tipo de silencio que pesa, como si todos en la oficina estuvieran esperando que pase algo más entre Adrián y yo, o al menos que alguno lo desmienta.
Spoiler: no pasó nada más. Pero tampoco lo desmentimos.
Yo, por mi parte, me refugié en los informes, los pendientes y el café. Mucho café.
Cada tanto escucho risas en el pasillo, comentarios cortados apenas cruzo la puerta, y alguna que otra mirada curiosa que finge ser casual.
El problema no son los rumores.
El problema es que esta vez no sé del todo si quiero que sean mentira.
A media tarde, cuando el reloj ya roza las cinco y las luces del sol empiezan a colarse por los ventanales, escucho que alguien nuevo está con Recursos Humanos.
—Chicos, este es Tomás, el nuevo del área de diseño —anuncia Laura, la encargada de arruinarme la concentración cada vez que entra hablando fuerte.
Levanto la vista un segundo, solo para cumplir con el reflejo automático de saludar… y ahí está: alto, sonrisa fácil, mirada amable, traje sin exagerar. De esos que parecen adaptarse al entorno sin forzar nada.
—Hola, un gusto —dice él, extendiendo la mano.
—Camila —respondo, intentando sonar profesional y no como alguien que acaba de olvidar qué hacía en la computadora.
—Perfecto, Camila. Creo que voy a tener que molestarte bastante los primeros días —ríe.
Y claro, ríe de ese modo que desarma un poco, pero no intimida.
No como otro que conozco, que tiene la capacidad de hablarte sin decir nada y aun así hacerte sentir desnuda.
—No te preocupes —le digo, devolviéndole la sonrisa—. Todos sobrevivimos a la primera semana.
—Espero lograrlo —contesta, y se sienta en el escritorio frente al mío.
A los pocos minutos, Tomás me pide ayuda con un archivo, y terminamos compartiendo pantalla, explicaciones, y algunos chistes sobre los nombres imposibles de los documentos del servidor.
—“Proyecto_final_final_versión_definitiva_ahora_sí” —lee en voz alta.
—Ese es el más nuevo —respondo riendo—. El siguiente va a ser “versión_definitiva_de_la_definitiva”.
Se ríe, y yo también. Y por primera vez en días, el ambiente se siente liviano.
Hasta que levanto la vista.
Adrián está parado frente a su oficina, apoyado en el marco de la puerta, observando.
No dice nada. No se mueve. Solo me mira.
Y en su mirada hay algo que no sé descifrar, pero me atraviesa.
Tomo aire y vuelvo a mirar la pantalla, fingiendo que no lo vi, aunque siento su atención como una corriente eléctrica detrás del cuello.
—¿Todo bien? —pregunta Tomás, notando mi distracción.
—Sí, sí. Solo… mucho trabajo. —Falsa. Hasta yo me escucho falsa.
La tarde avanza, Tomás vuelve con otro café y un par de preguntas más. La tensión se disuelve un poco entre risas, explicaciones, y promesas de sobrevivir juntos al caos de los primeros días.
Cuando el reloj marca las siete, la mayoría ya se va. Yo apago la computadora y recojo mis cosas.
—Camila —me llama Tomás, ajustándose la corbata—. Te invito un café, si no tenés apuro. Como agradecimiento por la ayuda.
Pienso en decir que no, pero la verdad es que su sonrisa me saca la negativa de la boca.
—Está bien —respondo—. Pero solo uno, tengo que madrugar mañana.
—Perfecto —dice él, levantándose.
Justo en ese momento, suena mi teléfono de escritorio.
—¿Sí? —atiendo.
—¿Vas a salir ya? —la voz de Adrián.
—Sí, ¿por?
—Pensé que podía acercarte a tu casa. O, no sé, salir a tomar algo. Charlar un poco.
Y entonces lo escucho:
—Te espero abajo —la voz de Tomás, desde el pasillo.
Adrián calla al otro lado.
Yo cierro los ojos un segundo, sabiendo que lo escuchó.
—Gracias, pero no hace falta —digo al fin—. Tomás me invitó a un café. Que tengas buenas noches, Adrián.
Corto antes de escuchar su respuesta.
Cuando paso frente a su oficina, él está de pie, con las manos en los bolsillos y esa expresión contenida que conozco demasiado bien.
No dice nada.
Yo tampoco.
Solo camino hasta el ascensor, con la sensación de que algo acaba de despertar.
#1276 en Novela romántica
#369 en Otros
#167 en Humor
errores, amor y segundas oportunidades, romance de oficina divertido
Editado: 12.10.2025