Corriendo Contra El Amor

capitulo 10

Realmente me dolía la nariz, sentía como si la tuviera triturada, hecha papilla y supongo que debería ser normal sentirme asi después de tremendo golpe que me dio el maldito balón de Futbol Americano. Baje del taxi después de pagarle al chofer que se detuvo frente al patio cerca del caminito de gavilla, respire profundo con la boca ya que la nariz la tenia tapada con unos tapones nasales para que dejara de fluir la sangre, camine lentamente hacia la entrada, cuando llegue me sentí un poco aliviada, este no fue mi mejor día. ¿podía ser peor? En fin, saque la llave de uno de los bolsillos del pantalón y abrí, todo estaba en silencio; entre y cerré, me dirigí hacia las escaleras para ir a mi habitación, subí tranquilamente ya que no quería tener otro accidente y puede que esta vez acabara yendo al médico.

Al llegar a mi habita, a mi santuario, dejé la mochila en su respectivo lugar para después ir hacia la cama, el colchón mullido se hundía bajo mi peso, gemí extasiada por la comodidad y el alivio que sentía mi cuerpo, después de todo el ajetreo que tuve hoy me merecía un descanso. Tome un largo suspiro par relajar mi cuerpo de toda tensión, a la mente me llego lo que paso con Volkros, ¿Qué estaba sucediendo en todo esto? La situación o, mejor dicho, mi mundo se estaba saliendo de control, de paz y soledad ahora me encontraba en un sube baja con ese idiota y su grupito de tardados. ¿Qué podía hacer para detener todo esto? Admito que no me encontraba preparada para nada de lo que significaba ser amiga de Gavrel o de alguien más, eso incluía a Keith. ¿y si me retractaba? Quizás era momento de tirar la toalla al suelo y salir corriendo como una gallina. Me atormentaba lo que paso entre Gavrel, esa intimida extraña y desconocida, me daba miedo, porque estuve vulnerable por unos segundos y sabía que eso me heriría y destrozaría. ¿Cómo protegerme de lo que me hacia vulnerable? Las emociones son peligrosas, las personas también…  —Enojada grite sobre la almohada para que silenciara mis gritos de frustración. ¡Vasta! No mas pensamientos, ya le dediqué suficiente tiempo asi que ya no, no más Gavrel en mi mente.

Me cambie de ropa a un pijama, demasiado temprano para usar pijama, como mi vida social se basaba dentro de casa me valía un pepino ponerme ropa para dormir a esta hora. Las tripas me gruñeron como el rugido de un león hambriento, podía hasta comerme un elefante. Sali c de mi habitación para ir a buscar algo de comer, cuando llegue al ultimo escalón de la escalera la puerta se abría, mi padre venia hablando por teléfono la cual finalizo al cerrar la puerta, emocionada me acerque a él.

—Hola… –Le salude esperando uno de respuesta el cual no llego– Mamá no está, salió con unas amigas… ¿Quieres que te sirva algo de comida?

Tenia la esperanza de que decidiera cenar algo conmigo.

—No.

Mi padre me pasaba de largo, parecía algo cansado…

—Anya hizo una tarta de frambuesa….

Mi padre se detuvo al subir el primer escalón y se giraba hacia mí con seriedad.

—¿No deberías estar haciendo tarea o algo del colegio?

La sonrisa se me borraba del rostro, en pocas palabras me estaba mandado al paseo y que lo dejara de estar molestando, el estómago me empezó a doler por el nudo de emociones que me estaban embargando, me dolía el desplante de mi padre, pero ¿no debería estar ya acostumbrada?

—No tengo tarea… –susurre bajando la cabeza– Estaba pensando en pasar un rato contigo…

—No tengo tiempo para juegos, Gwendolin. Vete a ver televisión o a dormir, mañana tienes clases. –Terminaba de decir mi padre para después seguir subiendo las escaleras. Mi corazón dolió como si le hubieran enterrado un puñal ardiendo, contuve las lágrimas, ¿Por qué no podía ser inmune a los desplantes de mis padres?

Viendo como mi padre se aleaba mientras iba subiendo la escalera, comencé a sentir como parte de mi corazón caían en pedazos en el suelo como si fuera basura, temía que estuviera en un punto donde pequeñas partes de mi se iban cayendo en pedazos y sin poder hacer nada, ¿Cuánto tiempo aguantaría antes de caer? A veces me preguntaba si ¿hay una razón para seguir viviendo? ¿le importaría a alguien? ¿Llorarían por mi si muriera? ¿Alguien me extrañaría? la respuesta fue un no. Yo no le importaba a nadie. Odiaba amar a mis padres, odio sentir, odio ser una estúpida, odio los sentimientos, odio la vida… odio a las personas. No me di cuenta que me encontraba llorando hasta que sentí algo cálido bajar por mis mejillas hasta caer al suelo, enojada muerdo el interior de mi mejilla con fuerza causando una leve herida que distrajo el dolor emocional al físico, con manos temblorosas me limpié el rostro mojado por las lágrimas.




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