Corriendo Contra El Amor

Capitulo 11

Mi primer beso…

¿Qué es lo que debería sentir una chica al ser besada por primera vez? ¿Alegría? ¿Desconcierto? ¿Vergüenza? ¿miedo? ¿incredulidad? No estaba muy segura de lo que siento en estos momentos, demasiadas emociones me recorrían el cuerpo mientras mis labios eran tocados por los de Gavrel. con la mente nublada sin poder lograr un pensamiento racional que me ayudara a tomar una decisión me quedé saboreando la sensación del beso, mi inexperiencia no me permitió tener una respuesta tanto emocional, física y mentalmente, me encontraba en un estado de shock que lo único que hice fue cerrar los ojos y esperar, ¿Esperar que? No tengo idea, ¿Debía hacer algo? ¿Cómo qué? No era experta en besar a chicos, aunque debería de hacer algo, esto es demasiado.

Una vez que la razón y el miedo llegaron como olas destructivas que destrozaron cualquier posibilidad de que sintiera un agrado por tal acción; alzando mis manos para apoyarlas en el firme pecho masculino para después empujarlo con todas mis fuerzas haciendo que beso que no es beso se rompiera de forma abrupta sacándonos de lo que fuera que acababa de suceder. Agitada y nerviosa retrocedí un par de pasos, una vez que puse distancia entre nosotros logré controlar mi respiración para tener un mejor control de mi misma y poder pensar con lógica, todavía sentía el rostro caliente al igual que un enorme nudo en el estómago.  La intensidad de aquello ojos azules no hacían mas que aumentar mi nerviosismo y puede que quizás un poco de vergüenza, Gavrel parecía tranquilo y seguro de sí mismo podía ver cierta tención por la forma en que su cuerpo se tensaba como si temiera que reaccionara de forma dramática. Bien. ¿Cómo debería reaccionar?  ¿Cómo una loca? ¿llorar? ¿Reírme como una desquiciada que no tenia ni idea de nada? O simplemente darme la vuelta y hacer como si no hubiera pasado nada, eso no borraría lo sucedido.

Nos miramos nerviosamente, en estos momentos el azul de los ojos del idiota tenía un brillo peculiar haciéndose resaltar, quizás por el calor… su cabello desordenado húmedo por el sudor se pegaba un poco a la frente dándole un aspecto arrebatador ¿podía ser eso posible? Muerdo mi labio inferior para controlar mi creciente inquietud que me carcomía las entrañas, ninguno de los dos decía nada, era como si nuestras voces hubieran desaparecido al igual que el de sosiego. Tome aire lentamente y me arme de valor para tomar mi mochila del suelo, la cual debió haber caído cuando el idiota me tomaba del rostro, esperaba que mis pingüinos no estuvieran mallugados y destripados que lo mas seguro es que asi fuera. Tome mi mochila y la coloque en mi hombro izquierdo, insegura de que hacer dije lo primero que se me ocurrió.

—Eres un idiota. –denme un premio por la mejor frase después de mi primer beso el cual no decidí. A demás pensándolo mejor debía de estar enojada con Volkros, ¿Qué se creía para besarme? Irritada me di media vuelta.

—¿Eso es todo lo que vas a decir? –Se escuchaba sorprendido. Sonreí interiormente, herí el gran ego masculino del mariscal de campo.

—¿Qué quieres que diga? No pienso alzar tu ego del tamaño de rusia.

Le vi cruzarse de brazos y mirarme con el ego alzado y listo para replicarme.

—Puedes decir que soy tu mejor primer beso.

Solté una carcajada y lo miré burlonamente.

—Te recuerdo señor idiota, que tu me besaste no yo a ti. Por lo tanto, siéntete honrado de haber tocado mis labios y ten por seguro que la próxima vez que lo intentes sentirás que te hace falta un riñón.

Sin mas que decirle me retire de ahí lo mas tranquila y despreocupada que puede, cuando en realidad estaba hecha un mar de reconcomio, nada de lo que planee salió como lo esperaba, ¿Cómo demonios acabo en esta situación con Gavrel? hace unos días mi mundo era perfecto, mis planes, mis pensamientos, mis emociones, sola, lejos de las personas, dirigiendo mi vida lo mas vacía que se alcanzar. Nada fuera de mis manos hasta que la maestra Evie me emparejo con el chico estrella del colegio, ¿Qué hice para merecer tal maldición? —¡Estúpido de Gavrel! yo no soy una obra de caridad social, además, como es que pase de ser invisible a ser el centro de la diana del chico popular. ¿tenía pegada en la frente “moléstame”? gruñí enojada mientras me iba a pasos precisos y alargados lanzando fuego por la boca, ignoré los miles de pares de ojos que últimamente se posaban en mi maravillosa persona. Me sentía como si estuviera en una exhibición de animales raros y extraños, que en esos momentos yo era uno de esos animales. 

Mientras murmuraba diferentes formas de insulto hacia el chico estrella, mi mente me jugaba malas pasadas recordando el contacto de los finos labios de Volkros, la sensación de su aliento a menta y a pasta dental, su lengua intentando entrar en mi boca, cálida y húmeda, las sensaciones nerviosas de mis labios cosquillando por el contacto intimo e inesperado, mi estomago se apretó al recordarlo, miedo y curiosidad mezcladas que dejaban un toque amargo en ella. ¿Cómo detenerlo sin tener el control para hacerlo?  Me estaba quemando lentamente no hay duda alguna, lo mas extraño es que se sentía bien y eso le daba miedo, demasiado miedo. El terror lleno mis venas, ¿Qué pasaría si asi era? No, no, no. Eso jamás pasara. Respirando profundamente logre calmar mis emociones y pensamientos, aunque cierto pensamiento picaba en mi mente disturba ¿Por qué la beso? Acaso… no, lo mas seguro que lo hizo para molestarla, eso debió ser. Camino hasta llegar a la cafetería la cual se encontraba media vacía, pocos estudiantes se encontraban ahí ya que la mayoría estaban en clases, fue hasta una de las ultimas mesas pegadas al gran ventanal que daba hacia uno de los patios pulcramente cuidados del colegio, algunos alumnos se encontraban acostados disfrutando de las sombras de los arboles y el suave pasto recién podado, despreocupados de cualquier cosa, ¿Tendrían a un virus molestándolos? Y por virus me refería a alguien con el imbécil de Volkros.




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