Corriendo Contra El Amor

capitulo 17

¿Me estaba enamorando de Gavrel?

Aquella preguntaba daba vueltas dentro de mi cabeza al igual que el miedo ¡imposible! Yo no estoy enamorada de Gavrel, no, no, no… ¿Cómo podía enamorarme de alguien asi de rápido? Además, ¿Cómo saber si lo estaba? Si jamás me he enamorado por lo que no tengo un parámetro para guiarme, tendría que preguntarle a Keith y eso seria suicidio, él no la dejaría en paz por lo que preguntarle no era una opción, aunque, puede que lo que sintiese fuese solo amistada, simplemente amistad, si, es lo más seguro y sensato, no creía en el amor y no deseaba enamorarme de nadie y mucho menos del idiota de Volkros. giro mi cabeza un poco para mirar hacia donde se encontraba el idiota comprando chocolate caliente en uno de los puestos ambulantes, Keith se había ido con la excusa de que debía ir ayudar a uno de sus amigos a mudarse, se fue sin dejarme replicar. ¡Claro que me percate de sus intenciones macabras!

El aire que circula es ligeramente frio, junto mis manos embolladas en las mangas de mi suéter, mis labios se encuentran secos y fríos como la patas de una rana, respiro profundamente, mantengo mis ojos cerrados cuando siento que mis pulmones están llenos de aire frio lo expulso lentamente para controlar mis nervios o mejor dicho mi yo “histérica”. Regreso a mi posición inicial de espalda, me apoyo en el respaldo de la banca y miro a la familia de patos que nadaba como si el agua estuviera tibia y no helada. En pocos días volvería a nevar, las calles y los árboles estarían llenos de nieve, mi cuero cabelludo se crispa al igual que los ligeros pelitos en mi nuca, es como si mi cuerpo se diera cuenta de su presencia, ¿Cómo podría pasar desapercibida la belleza de ese idiota? Ninguna chica ignoraría lo guapo que era Gavrel Volkros, debía estar ciega para no notarlo, lo que me llevaba a pensar ¿Por qué estaba con alguien como yo? No era bonita pero tampoco fea simplemente soy una más del montón, común y corriente, no soy como Liz o Lauren, alta, curvilínea, piel bronceada y suave como la seda, pechos voluminosos, ni tan siquiera era social mas bien soy como los lobos, vagando sola por el mundo.

—Gracias. –Acepto el vaso de chocolate caliente, sus mejillas se veían rosadas al igual que sus labios carnosos, se veía muy guapo y eso me molestaba, porque me hacia sentir vulnerable ante su intensa mirada azul, tomo un sorbo y siento la crema batida, suelto un ligero gemido de deleite– esta delicioso, ¿Cómo sabes que me gusta asi?

Gavrel se encoje de hombros, toma asiento a mi lado, le observó levantar una pierna sobre la otra, la forma elegante en que se movía me encantaba, no había nada vulgar en sus movimientos corporales, él era simplemente casi perfecto, su actitud de playboy me hacia no darle el 100%.

—Siempre lo pides en la cafetería del colegio. –Me mira intensamente, esa mirada parecía saber todo de mi hasta el más mínimo detalle– ¿tienes frio?

Despejo mis ojos de él para seguir observando a los patos nadar, vuelvo a tomar un sorbo de mi chocolate antes de responderle, ¿Por qué me sentía muy nerviosa a su lado? ¿A caso lo que sucedió anoche hizo que cambiara algo entre nosotros? Es un poco frustrante tener tantas preguntas y muy pocas respuestas.

—Solo un poco, deja que haga efecto lo caliente del chocolate.

Intento no mirarlo, estoy demasiado nerviosa como para salir corriendo, no entendía mi nerviosismo. Mi corazón dio un gran sobresalto cuando un fuerte brazo rodeaba mis hombros atrayéndome hacia un firme pectoral, una corriente eléctrica recorre todos mis sistemas, comienzo a sentir la cara tan caliente que sería capaz de freír un huevo, intento controlar mis latidos y mis emociones, nunca me había costado tanto esfuerzo como ahora.

—¿Qué estas haciendo? –dijo con toda intensión de alejarme– Gavrel…

—intentando que entres en calor, no estoy haciendo nada malo ahora.

¿¡Nada malo!? ¡Por supuesto que sí!

—¿Quién te dio permiso de que me abraces? –Pregunto algo exaltada– esto es incómodo, Volkros.

Realmente incomodo porque mi corazón estaba latiendo tan frenéticamente que comenzaba a sentirme mareada.  La forma en que enarcaba la ceja no me estaba gustando, acababa de decir algo él que usaría en mi contra, enojada le golpeo el muslo con fuerza haciendo que se quejara, aun asi no me soltaba, volteo a verlo enojada, para mi sorpresa me besa tan repentinamente que solo me quedo quieta, sus fríos labios sobre los míos, firmes e insistentes, mi corazón parecía estar en mi garganta, la parte racional mía me decía que cortara aquel beso pero la otra parte desquiciada decía que correspondiera, que me embriagara hasta el punto de perder la razón y no sabia a cual hacerle caso, los labios de Gavrel insistían haciendo papilla mi resistencia y que ganara la parte que anhelaba aquello besos, mis barreras se derrumban y caían hecha pedazos a mis pies, mis labios se movían lentamente sobre los suyos temerosos a cometer un error, el beso era suave y lento, como si nuestras bosas deseasen impregnarse de las sensaciones y sabores que dejaban huella, una mano se posaba en mi rostro y otra en mi espalda haciendo que la cercanía entre nuestro cuerpos fuera aun mas intima, la lengua de Gavrel incitaba a la mía a que lo siguiera, jadee cuando él separaba nuestros labios, quería más, mucho más. Mis labios se sentían hinchados y entumecidos, cierro los ojos para calmarme, pero un ligero mordisco en mi labio inferior hace que los abra, nuestros ojos se conectan cuando deja de morderme.

—Sino paramos no voy a poder alejarme. –El tono ronco de su voz causo un temblor en mi cuerpo, algo me decía que la manera en que él me afectaba, yo le perturbaba de igual manera, o quizás no. Asiento dándole la razón.




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