Corriendo Contra El Amor

capitulo 3

Me hizo sudar como nunca en mi vida lo había hecho, estaba agotada y necesitaba una ducha urgentemente, podía bañarme con las otras chicas, pero era lo ultimo que deseaba. Acostada en los asientos de la grada con todo el cuerpo doliéndome me encontraba en un punto de muerte, mire las nubes pasar mientras tomaba aire con lentitud, Gavrel se había pasado de la raya, le hizo correr, saltar y hasta gatear en el suelo, lo odiaba mas ahora, si se le acercaba le brincaría a la yugular para asesinarlo.

Eran las 10 am y ya deseaba que las clases terminaran, el brillante sol me golpeo en la cara y gruñí enojada, me tuve que levantar del asiento con esfuerzo del cual carecía por todo el ejercicio que había hecho; observe el campo de juego, el pasto parecía recién podado junto con las líneas blanca, los grandes focos parecían antenas y el marcador estaba apagado, jamás fui a un juego o fiestas realizadas por los alumnos del colegio, no me interesaban, me eran relevantes por el hecho de que no me gustaba la música ruidosa, el alcohol, las drogas y las personas, todo ese conjunto no formaba parte de mí, sin contar que nadie me invitaba. Amarre mi cabello castaño con una liga, el sudor lo había humedecido, necesitaba una ducha y una muy buena para quitar el mal olor, estire la mano para coger el termo de agua que en estos momentos ya debía estar tibia, tome una buena porción de agua para calmar mi sed, me seque el sudor de la cara con las mangas de la blusa, a los lejos divise al señor idiota hablando con Nathan y Kirt, los tres reían mientras ignoraban al grupito de primer año que les tocaba la misma tortura. Cansada de tomar sol me levanté y comencé a bajar las escaleras de las gradas, pero no dejaba de mirar a esos tres, me sentía intrigada de que se estarían riendo… un gran error, no apoye bien el pie en el escalón y fui a parar de bruces al final de los últimos tres escalones de una forma vergonzosa, mi mentón golpeo el concreto al igual que toda mi cara, el dolor no se hizo esperar… 

¡Mierda! --deseaba y rezaba que nadie hubiera visto mi caída poco decente. Maldiciéndome mentalmente a como pude logre sentarme, alce la cabeza por la pequeña bardita y nadie estaba volteando a ver hacia donde me encontraba, solté un gran suspiro de alivio y con la poca dignidad que me quedaba me pare lo mas tranquila y normal que podía, sacudí la tierra de mi ropa para luego empezar a caminar o mas bien corriendo como si tuviera diarrea, llegue a los vestidores y me cambie de ropa, me tire encima una buena porción de perfume para anular el mal olor. Sali deprisa hacia la clase de algebra, todavía sufría dolor por la caída y un buen de vergüenza, entre al aula sin interrupciones, tome asiento y relaje mi cuerpo, me toque con una mano la parte donde me dolía de la cabeza, sentí dolor y me queje, tendría que ponerme una curita ahí, lo bueno es que solo tenía herido un costado de la frente, el profesor llego al salón, tomo la asistencia y al terminar comenzó a escribir una serie de problemas para que resolviéramos, me gustaban las matemáticas porque los números nunca fallaban.

Tuve dos clases mas las cuales pasaron sin ningún problema, en estos momentos estaba en mi hora libre y pasaba la mayor parte en la sala de lecturas del club literario, iba a abrir la puerta de la sala cuando escuché a Gavrel decir a poca distancia de mí.

- Bonita caída, conejito.

El calor subió por mi rostro haciéndo ponerme roja como un tomate, apoyé la frente sobre la puerta de madera sintiéndome avergonzada y quizás un poco humillada, apreté la manija y me puse recta lista para decirle algo, pero no tenía nada. Gire la cabeza en dirección a él, se encontraba vestido con el uniforme del equipo de futbol americano, no tenia las hombreras y admitía que se veía bien, un buen punto del porque las mujeres se volvían loca, Gavrel tenia un cuerpo formado por el ejercicio y el jugar futbol americano, y sin duda alguna su altura ayudaba mucho a su físico, delante de él me sentía una enana.

- Va enserio lo de la demanda. -le dije sin mas que decir, no iba hablarle de mi espectacular caída para que se burlara más de mí.

- No te estoy acosando, conejito. Por este lado está el cubículo del profesor de deportes, mas bien eres tu la que me esta acosando ¿no te parece?

Jadee ofendida y me cruce de brazos retándolo y casi matándolo con la mirada, ojalá tuviera rayos laces en los ojos y asi haría polvo al imbécil de este chico.

- ¿yo acosándote? ¿estas de broma, cierto? -Le pregunte. – acosarte seria lo último que haría en la existencia de mi vida, no te creas tan importante.

- Soy el suspiro de todas las chicas, ¿Por qué sería la excepción contigo? -Su arrogancia no tenia limite.

Porque yo no creía en el amor ni en los sentimientos, las personas herían y destruían a otras, no venía siendo descerebrada como las otras y no me gustaba en lo absoluto.




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