Corrompido

5

Unas manos me agarraron de la garganta y sentí como me presionaban poco a poco hasta que el aire me hizo falta, intenté moverme para que me soltara, pero fue imposible. Hasta que pude abrir los ojos de repente.

Empecé a toser por la falta de aire, volteé a ver a mi alrededor, me encontraba solo en mi habitación, solo había sido un sueño, pero sentía un ardor alrededor de mi cuello, como si en verdad alguien intento asfixiarme, estaba bañado de sudor y también temblando.

Al sentirme mejor, agarré una toalla para darme una ducha. Al entrar al baño me miré en el espejo sobre el lavamanos, pude ver unas ojeras demasiadas marcadas, parecía un mapache, pero algo más llamó mi atención, alrededor de mi cuello estaba rojo, como si en realidad alguien intento de asfixiarme, me preguntaba si yo mismo me lo había hecho, en ese momento era mi única respuesta, así que no le di mucha importancia.

Me desvestí, pero al momento de quitarme la playera del pijama, siento un dolor en el costado izquierdo del abdomen, era un ardor, como si me hubiera quemado, bajé la mirada noté que se trataban de tres rasguños aproximadamente cinco centímetros cada una, intentaba recordar cómo me los había hecho. Pero no recordaba como sucedió, solo que en la noche anterior había sentido un dolor en esa zona, pero no había ninguna herida, pasé mis dedos sobre ellas, sentí un ardor, como si se tratara de quemaduras.

Pude ver algunos rastros de sangre alrededor, pero en la camisa no había ni una sola gota de sangre, no encontraba ninguna explicación. Llegue a pensar que me estaba volviendo loco.

Me quite las otras prendas y entré a la regadera, cuando el agua cayó sobre las heridas, sentí como me ardió, como si algo me estuviera quemando por dentro. Presioné el lugar, como si eso me ayudaría a controlar el dolor, pero algo espeso y tibio salió de las heridas, vi la palma de mi mano, un escalofrió recorrió mi cuerpo al darme cuenta del color negro de aquello.

Lo más razonable era pensar que se tratara de sangre coagulada, y que con el agua salió, pero sabía lo suficiente para darme cuenta que eso no era normal, los coágulos no tenían esa textura y color, era algo fuera de lo común, llegue a pensar que se trataba de una infección. Después de que salió esa cosa me tranquilice para terminar mi baño. Para mi desgracia mi madre no se encontraba como para que viera las heridas, tal vez ella sabía lo que me estaba pasando.

Salí de la regadera un poco asustado, me puse unos pantalones de lana color negro, y una playera de manga larga color gris, ya que tenía que ir a trabajar.

Miré la hora en el reloj que se encontraba en la mesita de noche, marcaban las once cuarenta y cinco de la mañana. A las doce de la tarde tenía que irme al restaurante, me recuesto en mi cama y agarré mi celular intentaba de olvidar un momento lo de las heridas, tenía algunos mensajes sin contestar. Decidí abrirlos, primero el de Jesús. Era un mensaje de la noche anterior.

Andrei, me llamó Rosalio, dijo que uno de los dos descansáramos hoy, le dije que tú, para que el martes trabajes por mí y así poder ir al cumpleaños de mi abuela.

Bien.

Después abrí el mensaje de Saraí, eran una serie de fotografías que había tomado cuando fuimos al bosque, pero una de ellas me llamo la atención. Era en donde nos encontramos Neydi y yo, cuando estábamos atrapando a los renacuajos. Sonreí al ver las fotos.

No estaba seguro si Neydi estaba molesta conmigo, por lo que sucedió la noche anterior, así que le mande un mensaje.

Hola Neydi, ¿Cómo te encuentras?

Bien.

Por su mensaje pude saber que si estaba molesta.

¿Podemos hablar?

Claro.

Después de quedar en el lugar y la hora estaba decidido ir a comer algo, pero antes de salir miré la roca que se encontraba en la mesa y la agarré, al haber más iluminación podía verla con más claridad, era realmente bella, tenía algo que llamaba mucho la atención, pude notar una pequeña grieta, la cual no le tome importancia.

Me prepare algo para comer, mi madre y Nazario todavía no regresaban, así que todavía me encontraba solo, pero aun sentía como si alguien o algo estaba en la casa, observándome en un rincón, tal vez solo era mi paranoia de la noche anterior.

A las cuatro de la tarde me encontraba en una banca bajo la sombra de un árbol en el parque, era un lugar en donde siempre nos reuníamos, era como un punto de referencia. Después de varios minutos pude ver a Neydi que caminaba hacia mí, con un vestido con flores amarillas, que se movía por el viento, era verano y el pueblo no era un lugar muy caluroso, no importaba si era verano o primavera el clima siempre era cálido, a excepción de las noches, siempre eran frías, pero en otoño e invierno eran más fríos los días.

—Hola —saludé con una sonrisa.

—Hola —ella contestó con una sonrisa un poco tímida, al momento en que Neydi se sentó a un lado de mí.

—¿Te encuentras bien?

—Sí —contestó, pero en ningún momento me volteo a verme—. ¿Cómo estás tú?

—Bien —dije soltando un suspiro, eso hizo que llamara su atención y volteo a verme.

—¿Qué te paso en el cuello? —Neydi preguntó de repente al tocándome el cuello y pude sentir el dolor al instante—. ¿Fue Nazario?

—No, para nada. Es algo extraño de explicar.

No estaba seguro si contarle lo que había pasado, era probable que no me creyera o que me juzgara de loco.

—Me puedes contar lo que paso, sin importa lo extraño que suene —dijo Neydi, me miraba fijamente a los ojos, se notaba un poco de preocupación en su rostro.

—Lo sé —suspiré de nuevo, lo dudé por un momento.

Le conté todo lo que había pasado, desde el hombre que apareció o que me imaginé en la cocina, el cual no estaba seguro si era el demonio que se hizo presente cuando jugamos a la ouija, eso hizo que se incomodara un poco, y que cuando desperté esa mañana sentí como si alguien me asfixiaba.




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