Corrompido

12

Una luz golpeó mis parpados, los abrí lentamente, me di cuenta que ya había amanecido. Me incorporé lentamente, provocando que me doliera la espalda. Pasé toda la noche en la cueva, no regresé a casa, ya que, era un gran riesgo que no quise tomar.

Se escuchaban algunos pájaros que cantaban, aunque dejo de llover el frío no desapareció. Recordé lo que había mencionado la anciana, tenía que viajar a otros lugares. Pero lo primero que tenía que hacer era ir a casa por algunas cosas y cambiarme la ropa manchada de rojo oscuro.

Caminé por el bosque con la capucha puesta intentado pasar desapercibido, una ventaja era que podía ingresar a mi casa por la parte de atrás, ya que el jardín daba hacia el bosque, solo necesitaba pasar la barda que lo separaba. Solo esperaba que ningún policía estuviera cerca o peor, que hubiera uno adentro esperándome.

Al llegar, escale la barda con ayuda de un árbol, al llegar hasta arriba mi sorpresa fue que no era tan alta como creí, la puerta para ingresar a la casa siempre estaba abierta, ese día no fue la excepción, ahora pensándolo bien, era un peligro de que no tuviera algún tipo seguro, se pudieron meter a robar, aunque hubiera sido una pérdida de su tiempo, ya que no teníamos nada de valor.

Entré con cuidado para no hacer ruido, volteé a ver a mi alrededor, para comprobar que no hubiera peligro de que alguien estuviera en mi casa esperando a que llegara y llevarme a la cárcel o algo parecido.

Fui a las habitaciones y comprobé que no había nadie, la casa era muy pequeña, era una ventaja en ese momento, fui a mi habitación y agarré una toalla para poder darme un baño rápido. En menos de cinco minutos salí y regresé a mi habitación para cambiarme, tomé una camisa negra al igual que una sudadera y los jeans, mis tenis estaban empapados no era una buena opción llevarlos, por suerte tenía unas botas especiales para caminar en las montañas, así que me las puse.

De mi armario saqué una mochila para acampar metí todo lo necesario, tomé algo de ropa y productos de higiene personal. Saqué el celular que se encontraba en la sudadera que ya hacía en el suelo, al prenderlo vi la foto que se encontraba como fondo de pantalla, era una foto de Neydi y yo, la vez que recogimos los renacuajos en el bosque, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no era el momento de llorar, lo aventé sobre el colchón de la cama, era algo peligroso llevarlo, ya que me podían rastrear.

También saque la brújula de la sudadera y en especial la roca que se encontraba con más cuarteaduras, aguarde aquellos objetos en un bolsillo delantero de la mochila. Ya teniendo todo fui a la cocina, busque en la alacena que me podía llevar para comer después, no sabía cuánto tiempo estaría fuera. Encontré algunas galletas y agua embotellada. Aguardé las cosas en la mochila.

Agarre el pedazo de papel que se encontraba cerca del fregadero, y escribí sobre el "Todo estará bien, siento mucho lo sucedido, pero yo no la mate. Te quiero mamá". Lo puse en el refrigerador y encima de ella un pequeño imán para que no se cayera al suelo. Recordé lo que me dijo la mujer:

—Tienes que buscar el libro de génesis —dijo la anciana.

—¿En dónde lo consigo? —Pregunté, nunca había escuchado sobre ese libro.

—Sabes perfectamente en dónde encontrarlo —dijo la mujer, se me vino en la mente alguien que podría tenerlo.

—El padre de Gabriela —dije confiado, ella sonrió como si hubiera atinado.

Él era un aficionado a la historia, tenía una especie de doctorado en ello, además que era maestro en la secundaria del pueblo, hasta fue mi profesor de historia. Tenía diversos libros, cuando iba con Gabriela me impresionaba la cantidad, en ocasiones me hablaba sobre ellos.

Agarré la mochila y salí al jardín tenía que volver a cruzar la barda. Regresé al bosque procurando que nadie me viera, sólo era el viento y el sonido de las hojas bajo mis botas lo que me acompañaban. En ocasiones volteaba a ver mis espaldas o alrededor, para asegurarme que nadie me viera o me estuviera siguiendo, esa sensación seguía.

Al llegar a la casa de Gabriela, dejé la mochila escondida detrás del árbol que se encontraba afuera de su casa, con el cual en muchas ocasiones subí por las noches para escabullirme en su habitación, sabía perfectamente que dejaba la ventana abierta, y ese día no era la excepción, abrí la ventana con facilidad y pude entrar, esperaba a que nadie se encontrara, pero para mí mala suerte no fue así.

—¿Andrei? —Escuché preguntar a mis espaldas.

Volteé a ver detrás de mí, era Gabriela que se encontraba en la puerta de su habitación, tenía una toalla en la mano secando su cabello, lo que significaba que había salido de la ducha. Me acerqué a ella cuidadosamente.

—¿Qué estás haciendo aquí? —volvió a preguntar, en su voz se notaba un poco de miedo.

—Sólo vine por algo.

Antes de que me diera cuenta, ella corrió hacia el pasillo, e hice lo mismo para alcanzarla. Estando cerca de ella la tomé por detrás y le tapé la boca con mi mano antes de que gritara. Ella se movía para que la soltara, pero le era imposible zafarse de mi agarre.

—No te voy hacer nada —le dije cerca de su oído—, ¿estás sola? —Ella afirmó con la cabeza—. Bien, te soltare, pero no vayas hacer algo estúpido, ¿Entendido?, solo dame lo que busco y me voy.




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