Me quede en la puerta sin saber qué hacer, no podía creer lo que estaba viendo. Era como si estuviera soñando, el rostro de la chica había cambiado, se notaba ahora confundida.
—Estás viva —dije al momento de abrazarla, pude notar que su cuerpo se tensó, pero no me importó.
—Sí, ¿se supone que no debería? —Preguntó Neydi confundida.
No puede contener las lágrimas y empecé a llorar en su hombro sin importar que su camisa se mojara a causa de mis lágrimas. No pude evitar soltar algunos sollozos. Me separé de ella y con mis dos manos, tomé de su rostro de confusión, pero fue cuando noté que tenía algo diferente.
—Tus ojos, son azules —dije, ahora era yo el que estaba confundido.
—Siempre lo han sido —contestó confundida.
Me separé de ella como si se tratara de alguien desconocido, ella frunció más el ceño, me pasé las manos por el cabello con desesperación, la chica que se encontraba enfrente de mí, no era Neydi, o por lo menos la Neydi que conocía. Había viajado a otro lugar, un escalofrío pasó por mi cuerpo.
—¿Te sientes bien?, ¿te vas a desmayar? —Preguntó aquella chica. Ella me agarro de las manos y me guio dentro de la casa—, te estas poniendo pálido.
Sentí como mi cabeza me estaba dando vuelta, en cualquier momento me caería, me senté en el sillón que estaba más cerca, puse mis manos en la cabeza, los codos recargados en mis rodillas, no pensé que esto pasaría, que viajaría a otra línea, dimensión o lo que fuera. Era más que claro, ya que Neydi estaba muerta.
—Te traeré un vaso con agua, espérame —escuché decir, pero no la volteé a ver.
Después de unos minutos, Neydi regresó con un vaso con agua, me lo ofreció y lo recibí, mis manos temblaban. Ella se sentó enfrente de mí, su expresión no había cambiado, todavía me miraba con confusión. Tomé el agua de un trago.
—Tú no eres Neydi —dije mirando sus ojos.
—Claro que no —dijo, con una sonrisa de incomodidad—. Mi nombre es Nelly.
Era notable que estaba en otro lugar.
—¿Sabes quién soy yo? —Pregunté cuidadosamente, no apartaba mis ojos de los suyos.
—Sí, eres Andréi, mi compañero de clases, vives a unas dos cuadras de aquí. ¿Algo te pasa?, ¿estás enfermo? —Preguntó poniendo su mano en mi frente, no hice nada por alejarla—. No tienes fiebre.
No sabía qué decir o que hacer, ella estaba segura que era el Andrei que conocía. Saqué la brújula, tal vez me había confundido, pero no fue así, esta apuntaba en la dirección de la chica.
—Me tengo que ir —dije, me levanté del sillón dispuesto a salir de aquella casa.
—Estás en el lugar correcto muchacho —escuché decir, volteo a ver detrás de mí, era la abuela de Neydi, mejor dicho, de Nelly—. Sé por qué estás aquí.
†
La abuela de Nelly estaba haciendo unos huevos con jamón, olían tan bien que me los podía comer sin que se terminaran de cocinar, era probable que mi hambre era muy grande, no había comido nada aproximadamente en doce horas, solo lo que me di aquella anciana. Me era un poco complicado no ver a Nelly, cuando ella se percataba de mi mirada, en ocasiones me la regresaba con una sonrisa tímida.
Era probable que la estuviera incomodando, pero no podía dejar de verla. Era como si Neydi hubiera tenido una hermana gemela y las hubieran separado al nacer, o como si hubiera regresado de la muerte, pero ahora con los ojos color azul.
—Toma, creo que no has comido nada —dijo la mujer, dejándome el plato enfrente de mí.
Estábamos en el comedor, empecé a comer, sabían bien. La mujer se sentó al lado de su nieta, quedando enfrente de mí, pude ver sus canas, tenía aproximadamente unos setenta años de edad, su piel era un poco más morena que la de Nelly.
—Has de tener muchas preguntas —dijo la mujer, asentí con la cabeza, tenía comida en la boca como para contestar—. ¿Qué es lo primero que quieres saber?
—¿Por qué Yoali me escogió a mí? —Pregunté cuando me pasé lo que tenía en la boca.
—Fue coincidencia, tú fuiste quien se encontró la roca. Para que él empezara a tomar tu alma, tenías que haber puesto un poco de sangre sobre ella.
—Pero, yo no lo hice...
O si lo hice, a mi mente vino el recuerdo, cuando Jesús y yo entramos a mi habitación, y el vaso cayó. Al recoger los pedazos de vidrio que se encontraban en el suelo me corté con uno, tenía sangre en la mano cuando tomé de la roca. Sin saberlo había puesto mi alma en condena.
—Hubo una ocasión que tomé la roca, tenía mi sangre en la mano, pero no sabía que era algo malo —dije, me pasaba la mano por el cabello—, ¿me puede ayudar a deshacerme de él? —miré a la anciana, tenía fe de que ella fuera mi salvación.
—Por algo estás aquí, no es una coincidencia que hayas llegado a este lugar, te explicare acerca de todo.
»Yoali es un demonio y es uno de los más peligrosos que se conoce. Lo que piensas que es una simple roca, en realidad es un Tuunich que significa piedra en maya, fue nombrado de esta manera, ya que las personas que se encontraban con esto, pensaban lo mismo que tú, que es una simple piedra.