Al pasar dos días, ya era momento de irnos a la otra dimensión o universo paralelo, teníamos que conseguir una flor de loto color blanca. Sonaba muy sencillo, y eso esperaba.
Simón regreso a su mundo, el cual, también era el mío. Se suponía que él nos tenía que acompañar, pero por lo que le había sucedido, Zareb consideró que no era una buena idea que nos acompañará, por la falta de memoria iba hacer peligroso para él, así que decidieron que era mejor que Simón regresará con su abuela.
—Se cuidan —dijo Kenia al darnos un gran abrazo.
—Claro que si —comentó la Nelly.
Zareb me estrecho la mano.
—Andrei, tengan demasiado cuidado, no sabemos quién es el cazador, ya sabemos que los está siguiendo —dijo Zareb, eso me dió escalofríos—, abran bien los ojos. Me gustaría acompañarlos, pero mi hijo puede nacer en cualquier momento.
—Lo entiendo —dije, en el fondo si quería que Zareb nos acompañara, pero comprendía que tenía que estar con Kenia y su hijo —, estaremos bien.
—No se olviden que pueden venir cuando quieran —dijo Kenia con una gran sonrisa.
—Gracias, prometo venir para conocer a su bebe—dijo Nelly.
Al terminar de despedirnos de la pareja, entramos a los pasillos de Alquimia. Hay estábamos Nelly y yo enfrente de la gran puerta, listos para buscar aquella flor, esperando a que todo saliera bien.
Aunque permanecimos en silencio la mayor parte del camino, no era como la primera vez, ya no se sentía incómodo.
Al igual como las veces anteriores, al abrir la puerta, llegamos al mismo jardín dentro del templo, era como ir por un laberinto que nos regresaba al mismo lugar, una y otra vez.
—Al parecer nadie nos está esperando —dijo Nelly al voltear a todos lados.
No había nadie que nos estaba esperando como Zareb.
—Esto nos ayudara —dije alzando la brújula para que lo viera.
Caminamos por dónde nos indicaba el objeto, era como seguir un mapa o, mejor dicho, como si el asistente de internet te diera las indicaciones para poder llegar a tu destino.
Al salir del templo, todo era igual a mi mundo, en un momento pensé que había regresado, sentí como mis piernas me temblaban por el miedo, esperaba que no me hubiera equivocado.
—Esto es igual como en dónde vivo —dije, Nelly volteo a verme, era probable que también igual a su mundo.
—No creo que sea el mismo —dijo Nelly.
Dejé soltar un suspiro, me puse la capucha de mi sudadera, no me quería correr ese riesgo. Empezamos a caminar por dónde nos marcaba la brújula.
—Todavía esto es extraño para mí —dijo Nelly rompiendo el silencio—. ¿Cómo puede existir otras dimensiones y líneas?, ¿No es algo loco que exista algo así?
—Yo nunca pensé que existieran otros mundos iguales al mío —dije, solo miraba el camino por dónde íbamos. La gente que pasaba no nos prestaba atención—. Por un momento creí que sabías sobre esto, ya que tu abuela te mando a qué me acompañarás y hasta me reconoció.
—Hay muchas cosas que no sé, ella no me cuenta nada sobre esto —dijo, en su voz se notaba un poco de tristeza
—He notado algo.
—¿Qué cosa? —Preguntó con el ceño fruncido, saqué la roca y se lo mostré.
—Desde que estoy contigo he notado que su color ha cambiado y algunas grietas han desaparecido, es como si estuviera regresando a la forma como cuando lo encontré.
Aunque la anciana me lo dijo, no pensé que pasaría, ya que las rocas nunca regresan a su estructura original.
—Es como arte de magia —dijo, nos quedamos en silencio por un momento hasta que volvió hablar—, ¿Qué sucedió?, para que tengas que hacer todo esto —volteó a verme—. Sé que te encontraste la roca de Yoali, pero, algo tuvo que pasar para que viajaras.
Desvió la mirada de ella, no sabía si contarle sobre ello, aunque no estaba seguro que había matado a Neydi, sentía como si lo hubiera hecho. Además de que no sabía cómo reaccionaría ella al escucharlo.
—Bueno —comencé a decir mientras me pasaba los dedos de mi mano por el cabello—, me acusan de haber matado a alguien —volteo a verla, era notorio su sorpresa—. Yo no lo hice, no sé si fue Yoali o si fue alguien más.
—Pero, ¿Por qué te acusan?, ¿Estuviste ahí? — Asentí con la cabeza—. Si estuviste ahí, ¿Por qué no sabes quién lo hizo?
Sí que está chica era muy curiosa.
—Porque cuando sucedió, algo raro pasó... — fui interrumpido por Nelly.
—¿Qué sucedió?
—Me empezó a doler la cabeza, cuando cerré los ojos sentía como si estuviera temblando y dando vuelta, todo se volvió negro, cuando los abrí, ella estaba en el suelo, con un corte en el abdomen.
Ella se quedó en silencio, como si estuviera reflexionando lo que había dicho. Nos detuvimos frente a una casa, Nelly estuvo a punto de hablar, pero fue interrumpida. En la casa se escuchaban algunos gritos, pero no entendíamos lo que decían, intercambiamos miradas, no sabíamos si tocar o esperar que se calmaran las cosas. Además de que no estábamos seguro de que si era el lugar correcto.
La puerta se abrió, dejando en descubierto a un chico alto, su cabello era negro al igual que sus ojos. Se quedó mirando hacia nosotros por un instante, en sus labios apareció una sonrisa, no era la primera vez que lo veía, no me esperaba que él nos ayudara.
—Bueno, llegaron sin necesidad de que fuera a buscarlos —dijo Ramsés con tranquilidad —. Pasen.
Entramos a la casa de aquel chico. Las paredes estaban repletas de fotografías enmarcadas, era una casa acogedora. De la cocina salió una mujer de unos 40 años de edad, en una de sus manos traía una franela, la cual se la aventó al chico.
—Lo siento chicos, se suponía él iría por ustedes —se disculpó la mujer.
—No se preocupe —dijo Nelly, dándole una sonrisa.
—No me he presentado, mi nombre es Carmen —dijo la mujer dando la mano primero a la chica.
—Nelly —contestó ella, apretando su mano de forma de saludo.
—Andrei —dije cuando me dio la mano.