Corrupcion

capitulo 3

Capitulo 3

“Reclutas para un ejercito de muerte (Parte uno de dos)”

Víctor salió por su lado, y Zeo por el suyo. A las diez de la noche, la ciudad se había calmado un poco. No había tantos agentes patrullando por alguna extraña razón. Las personas andaban por las calles viviendo sus vidas. En el centro de la capital. El adepto de rayo, caminaba tranquilo, pero atento. Aprovechado la oportunidad de que no había tanta seguridad, para así buscar cualquier indicio de los comunes.

En la oscuridad de la noche, en la sombras de un callejón, Zeo, pudo notar dos extraños individuos dialogando sobre algo en particular. Uno de ellos le da un paquete de dinero al otro, y un maletín. Salen del callejón, y cada uno va por su lado.

Viendo a los dos misteriosos hombres que van por caminos opuestos…el joven se queda pensando unos momentos. Y empieza a seguir al personaje con el maletín….

Era un hombre caucásico, de aproximadamente treinta-y-tres años. Vistiendo una chaqueta de cuero marrón, pantalón negro con azabaches, zapatos italianos, cabello oscuro corto y una barba bien cuidada; Éste caminaba por las aceras del centro de la ciudad, con una mirada seria e íntimamente que espantaba a las personas que pasaban por su lado.

A varios metros del hombre, Zeo, lo seguía calmadamente asegurándose de no perderlo. El sujeto gira a un edificio residencial, se aproxima al comunicador, presiona un botón, y con una voz ronca, informa:

-Ya estoy aquí.

Un zumbido se oye de una puerta metálica que se encontraba a su lado, ésta se abre, y el hombre entra.

El adepto, ve al sujeto entrar en el gran edificio. Echando una mirada a la estructura: Ve que es un edificio de treinta pisos, color blanco, una puerta metálica ennegrecida, que protegía la entrada principal. A varios metros, un portón metálico del mismo color que era la entrada al estacionamiento del edificio.

Zeo se acerca tranquilamente a la puerta. Pone su dedo índice en la ranura, y le da un toque eléctrico que desactiva el cerrojo de seguridad, y la puerta se abre.

Al entrar en el edificio, camina por el pasillo principal. En este, habían varias personas que residían en el edificio, y que andaban tranquilamente y sin preocupación alguna en su hogar en conjunto. En el fondo del pasillo, el misterioso hombre entra en el ascensor, presiona un botón, y las puertas se cierran.

El dotado, al percatarse de que su presa se escapa, se acerca apuradamente al elevador, y ve por una pequeña pantalla, al piso al que se dirigía el subordinado. El monitor indica el piso doce. Al avistar a que planta iba, el joven comienza a correr por las escaleras, dirigiéndose al doceavo piso. Después de subir por los incontables escalones, el adepto llega al piso donde se suponía que se encontraba el hombre; Y a pesar de haber subido corriendo todos esa distancia en subida, Zeo, no se encontraba cansado ni acelerado.

Al llegar, nota al sujeto que está abriendo una puerta de uno de los apartamentos, y entra en el. El chico se acerca a la puerta de madera, pega la oreja, y trata de escuchar las voces del otro lado:

-¿Tienes la entrega?-Pregunta una voz masculina.

-Sí, calma. Te lo daré cuando llegue Billy.-Responde una voz que sonaba como la del hombre del maletín.

Pasaron varios momentos en silencio. El impetuoso joven, todavía estaba esperando a que dijeran algo que pudiera serle útil. Pero nada. Después de un momento, el adepto, se habla en sus pensamientos:

-Creo que me equivoqué. No tenían nada que ver con los comunes.

Cuando el joven pensó que todo había sido en vano y estuvo a punto de alejarse de la puerta, escucha algo que llama su atención.

-Oye… ¿Es cierto que esto viene del laboratorio?-Pregunta el hombre a que estaba siguiendo; Refiriéndose a lo que había en la maleta.

-Así es. Es parte de los resultados de los experimentos enfermizos que les hacen a esos anormales.-Afirma el otro sujeto.

Zeo, al escuchar las palabras “laboratorio” y “experimentos” perturbadoras imágenes vinieron a su mente: De gente atadas en camillas aun vivas con el cerebro al aire, y científicos cubiertos en sangre experimentando con su corteza cerebral, pasillos de hospital cubiertos con rastros de sangre cómo si hubiesen arrastrado a un cadáver, y herramientas para operar cubiertas del espeso y rojizo liquido.

-Una vez fui al laboratorio, y fue algo horrible. Siento lastima por esas personas, pero aun más aterrador, fue por los científicos que ahí trabajan, todos están locos. Parece que les diera placer hacerlos sufrir de esa forma.-Comenta el hombre que traía el paquete.

-Bueno…según un amigo que es de la milicia de elite: que cuando los dotados mueren a causa de las pruebas, usan sus cadáveres para darle de comer a los “mutados”.-Añade el otro hombre.

El joven adepto se queda pensativo un momento, y después de un momento de planeación, decide entrar.

La palma de Zeo, se carga en electricidad, y empuja la puerta con fuerza. Ésta se abre de golpe, y el joven entra en el apartamento. Los dos hombres se quedan atónitos ante la brusca irrupción. El dotado extiende sus brazos, y ola de energía pasa sobre los sujetos dejándolos en el suelo, paralizados, pero consientes.



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En el texto hay: sangre, accion, balas

Editado: 10.10.2018

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