Cortemos (pero no del todo)

9. Armonizando los chakras

ZOE

Carolina revisa su tablet y suelta una pequeña risa.

—Bueno, al menos subiste doscientos mil seguidores. Y tu mención de la línea de labiales ya es trending.

—Genial. Mi autoestima sigue por el subsuelo, pero trending top. El capitalismo inhumano en su máxima expresión.

—El contrato va viento en popa. El cliente está encantado con el "drama real" que le has aportado.

—Perfecto. Que viva el capitalismo emocional y que arda el mundo con mis nuevas lentejuelas.

Me recuesto en el asiento, agotada. Cierro los ojos. Y lo último que pienso, antes de quedarme dormida, es que odio a Thiago Rivas. O lo amo. O ambas cosas, en horarios rotativos y con mucho, muchísimo café.

El día comienza, no con una alarma cualquiera, sino con un grito. Un grito que no es mío, gracias a Dios. Yo despierto con dignidad, silenciosamente, como una princesa cansada de la realeza o un zombi glamoroso que aún necesita su desayuno para reanimarse. Este grito, en cambio, viene del más allá. Literalmente, porque procede del living, y juraría por mi último bolso de imitación que no dejé a ningún ser vivo en la sala anoche. A menos que mi planta de los deseos haya cobrado vida y esté protestando por falta de riego, lo cual, para ser justos, es una posibilidad.

Abro los ojos con la lentitud de un koala somnoliento. Mi cerebro, que apenas acaba de salir de su hibernación nocturna, intenta descifrar qué dimensión estoy habitando. ¿Mi departamento? Sí. ¿Mi cama? Sin duda, por el olor a sábanas limpias y un toque de ansiedad existencial. ¿La sensación de que algo malo está pasando? Definitivamente. La alarma de mi ansiedad espiritual está sonando con la furia de una sirena de tornado, y no es ni mediodía.

Escucho pasos. Pasos arrastrados, pero con un ritmo peculiar, casi… ¿danzante? Y luego, la palabra que me desintegra el alma en mil pedazos, la frase que evoca el pánico más profundo que he conocido:

— ¡ZOE! ¡MI ZOECITA DE LUZ! ¡Despierta, que te traje la energía que necesitabas para esta jornada de brillo interior y exterior!

No.

No.

NO.

Me siento de golpe, como si me hubieran arrojado un baldazo de agua fría bendita y me hubieran invocado un exorcismo mañanero. Mis ojos se abren de par en par, y mi mente corre a toda velocidad para encontrar la lógica detrás de esta violación de mi paz matutina.

—No puede ser… —susurro, aferrando las sábanas con la fuerza de quien se agarra a la vida.

Pero sí.

Claro que sí.

Mi madre.

Un escalofrío me recorre la espalda, y no es por el frío mañanero. Es un escalofrío de puro terror. La última vez que nos vimos me sacó un buen fajo de dinero para subsanar su encuentro anual para incrementar las vibras mundiales, lo cual claramente nunca sucedió. Y ahora está aquí, a las seis y media de la mañana, desparramando su entusiasmo místico y su aura caótica por todo mi departamento… y probablemente, rompiendo mis electrodomésticos en el proceso con sus "vibraciones".

Me pongo la bata y camino hacia el living con pasos de animal en peligro. Me asomo al umbral, y ahí está: mi madre, un estallido de color y energía, envuelta en un poncho morado con flecos, un turbante naranja que parece haber cobrado vida propia, y cargando más collares y pulseras que un puesto de artesanías en plena temporada alta. Tiene las mejillas rosadas de emoción, los ojos brillantes con una especie de locura mística, y una sonrisa que podría derretir el hielo… o los circuitos de mi tostadora. Claramente consiguió llave por Carolina porque sabe que yo hubiera puesto algunos “peros” al saber que pretendía venir.

—¡Mi amor!—grita, con los brazos abiertos, corriendo hacia mí como si fuera una atleta olímpica del cariño—. ¡Estás radiante! ¡Pura luz! ¡Pura energía!

Me abraza tan fuerte que casi me elimina dos vértebras y me disloca un hombro. Huele a palo santo, aceite esencial de lavanda y gasolina de algún bus barato. Una combinación que solo mi madre podría lograr.

—¿Qué… haces aquí?—pregunto con una voz que podría considerarse un hilo de vida. Mi cerebro aún no procesa la información.

—¡El universo me habló!—dice, golpeando su propio pecho con un entusiasmo que haría avergonzar a un gurú hippie—. Me dijo: "Ve con tu hija, la niña de mi sol interior, la Emperatriz Invertida que necesita un reajuste de chakras".

—¿En serio te dijo eso? ¿El universo? ¿Con nombres y apellidos?

—Sí, bueno… más o menos —responde, restándole importancia con un movimiento de su mano adornada con anillos de cuarzo. —Fue un sueño, pero muy claro. Había un búho, un símbolo de TikTok que brillaba, una cabra con un sombrero de bruja y un unicornio bailando salsa. Tú sabes cómo son las señales, mi amor. El universo se comunica en metáforas multimedia.

No, mamá. No sé. No sé cómo son las señales cuando involucran cabras con sombreros de bruja. Pero sí sé una cosa: mi madre nunca aparece sin motivo. Ella no viene por amor maternal puro y desinteresado. Ella viene cuando necesita dinero. Con mayor frecuencia que un cajero automático sin billetes y con menos preaviso que una multa de tráfico.

Se pasea por mi living tocando todo. Literalmente, todo. Como si fuera una inspectora de feng shui con trastorno de déficit de atención.

—¡Ay, mira estas plantas! —exclama, tocando una de mis pobres macetas. —Están tristes. Sus hojas están caídas. ¡No estás regando tus energías! ¡Tu aura necesita hidratación!

—Sí, mamá, claro—digo, resignada. Mis plantas, como yo, probablemente han tirado la toalla.

—Y este sillón… —Dice, pasando su mano por el respaldo. —¡Está cargadísimo de energía! ¿Tuviste intimidad aquí, mi amor? ¡Siento la vibración del… intercambio!

—¡Mamá!—exclamo, sintiendo cómo el color me sube a las mejillas. ¡Por Dios, no! ¿Es que no hay límites para esta mujer?

—¿Qué? La energía no miente, mi amor. Y aquí huele a algo más que a sahumerios.



#391 en Novela romántica
#101 en Otros
#63 en Humor

En el texto hay: comedia romantica, amor-odio, romcom

Editado: 24.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.