ZOE
Hay días en los que una se despierta sintiendo que todo está bajo control, pero hoy no es uno de esos días.
Me visto para el evento del club que representa Thiago, con la energía espiritual de una papa cansada. Mi madre —quien decidió instalarse en mi apartamento como si fuera un retiro místico de lujo— se pasea envuelta en una túnica color berenjena astral. Dice que “los presagios nocturnos” le avisaron que algo muy grande iba a pasar.
Tiene razón, pero no en el sentido místico-poético. Tiene razón porque está a punto de caerme encima la hecatombe más mediática del año.
Estoy pintándome la boca cuando escucho:
—Zoe… ven un segundo, hija, rápido, es urgente.
Ya sé.
Le falló el wifi.
Se quedó sin saumerios.
O vio una señal en una mancha del piso.
Pero cuando salgo, la encuentro frente a la tele, con el control temblando en la mano, los ojos abiertos como dos ventanas espirituales que apuntan directo al infierno.
En la pantalla:
“EXCLUSIVO — Thiago estaría aún en una relación con Camila y ¡comprometidos! Zoe, fuera del mapa”.
La imagen es tan grande que me tapa media alma.
—¿Qué…? —balbuceo.
El presentador, con una sonrisa que merece un mamporro:
—Las fuentes internas del club confirman que la verdadera pareja sigue siendo Thiago y Camila. Al parecer, la creadora de contenido Zoe estaba siendo utilizada para generar movimiento mediático y darle a esta feliz pareja un chispazo necesario que…
Mi madre grita:
—¡¡NOOOOOOO, MI CHAKRA DEL CORAZÓOON!!
Y cae al sillón como si hubiera recibido una revelación divina y un manotazo emocional al mismo tiempo.
Pero yo no reacciono así. Yo no grito. Yo no lloro. Yo no corro.
Yo me quedo perfectamente quieta porque cuando la desgracia es muy grande, lo único que puede hacer mi cerebro es decir: “…bueno, ya sabíamos que te iban a traicionar”.
El presentador remata:
—Tenemos también unos mensajes filtrados de Camila, donde deja claro que sigue en contacto íntimo con Thiago…
Mi madre agarra un sahumerio y empieza a prenderlo al revés.
LO PRENDE POR LA PUNTA QUE NO ES.
Mi living ahora parece un incendio aromático.
—Por todos los cielos —susurro.
Porque esto no es un chisme. Esto no es un rumor.
Esto está armado desde adentro. Esto es estrategia. Esto es el club.
Esto es el club diciendo:
Zoe no funciona.
Camila vende más.
Vamos a sacarla del medio.
Mi teléfono empieza a vibrar en la mesa.
Una vez.
Dos.
Tres.
A la quinta vibración ya parece que va a explotar.
Lo agarro.
Los mensajes de desconocidos en instagram son brutales, todos reenviados por mi manager/mejor amiga:
“¿Qué hiciste?”
“JAJAJA eres tremenda robamaridos”
“Te están matando en Twitter”
“Tienes que hablar YA”
“Tu exnovio Thiago vuelve con Camila ❤️”
“Trepadora nivel Dios”
“Zoe, te apoyamos, no escuches a la gente (pero están diciendo cosas horribles)”
El universo me odia con mucha dedicación.
Abro Twitter. Trending topic:
“#TeamCamila”
“Thiago traicionado”
“Zoe oportunista”
“La influencer que arruinó el romance más lindo del país”
Un meme acontece: Mi cara pegada a la de una gaviota ladrona. Gracias, internet. Siempre fiel.
Mi madre se levanta del sillón con la túnica toda torcida, pálida, casi en trance.
—Hija… debemos purificar tu aura. Esto no es normal. Sentí… sentí que algo negro te está rondando.
—Sí, mamá —respondo—. Se llama club de fútbol.
—No. Hija, esto es más grave. Vi en la tele que Camila es "el amor de su vida". ¿Cómo sobrevives a eso? Necesitas tres días de baños con sal.
—No tengo tres días de nada —le digo—. Tengo un evento en una hora. Y tengo marcas que demandan que yo no desaparezca. Y un padre internado que necesita pagar su medicación. Y una vida que no se paga sola.
Mi madre abre la boca, sorprendida, asustada. Yo misma me sorprendo. Nunca hablo de forma tan directa. Nunca pongo sobre la mesa lo que de verdad necesito.
Ella me toca el brazo.
—Hija… estás haciendo todo esto por tu papá.
Cuando lo dice, algo dentro de mí se rompe un poquito. No lo suficiente para llorar. Pero sí lo suficiente para doler más.
—Sí —le digo bajito—. Por él. Y porque no tengo margen para perder nada ahora.
Mi teléfono vuelve a sonar.
Es un mensaje del encargado de prensa de la marca:
“ZOE. NO FALTES AL EVENTO. EL SILENCIO TE HACE CULPABLE.”
Ah, bueno. Qué lindo.
Mi madre empieza a sacudir un palo santo por todo el living.
—Mamá, eso huele a neumático quemado.
—¡Es sagrado!
—¡Hace que me ardan los ojos!
—¡Son tus demonios saliendo!
—¡No son demonios! ¡Es el club destruyéndome la carrera!
Pero ella sigue moviendo el humo como si pudiera barrer el escándalo con aromaterapia cuando escucho el portero y ya sé que es mi mejor amiga lista para sacarme por los pelos de este lugar..
Salios del apartamento casi corriendo porque si me quedo un minuto más, me voy a derrumbar.
Mi celular no para. NOTIFICACIONES Y NOTIFICACIONES.
“Siempre fuiste una trepadora”
“Camila es un ángel, tú no”
“¿Quién te crees?”
“Thiago te usó, obvio”
“Vete del país”
—No sigas viendo los comentarios de las redes—me dice mi amiga—, sabes cómo son, cambian de opinión tan rápido como el agua cambia de forma.
Me tiemblan las manos.
Pero sigo.
Sigo porque necesito sobrevivir.
Sigo porque no tengo plan B.
Sigo porque si no hago esta campaña, no voy a poder pagar la clínica de papá y lo van a trasladar a un lugar donde tratan a la gente como muebles humanos.