Cosas de amigos

COASA DE AMIGOS

 

  —Solo dile que te gusta. Dile lo que sientes por él. Sé sincero —aconsejó en contra de su propio criterio.

 —¿Qué si no le agrada mi confección? —la duda y el miedo eran evidentes en su mirada. Tenía una mezcla de emociones que no sabía cómo sobrellevar.

 — ¿Por qué crees que no le agradara? —respondió Jesse. Era amigo de Nate desde la secundaria. Se conocieron el primer día de clases y nunca se volvieron a separar. Ahora estaban en su último año de universidad y su amistad era fuerte como un roble por lo cual estaban muy unidos.

 —Daa, soy un chico —Nate hizo una pequeña pausa —él es un chico 

—respondió con la voz apagada y desganada. Sentía un gran pesar en su corazón —Es un hecho obvio ¿No crees?

 —No, no lo es. No importa quien te guste Nate, si le gustas también estará bien, créeme —insistió Jesse intentando animar a su querido amigo.

Aunque no era lo que quería hacer, pero no soportaba ver a Nate deprimido.

Nate negó enfáticamente con la cabeza y se puso de pie.

 —Ese es el problema, no creo gustarle, es más recto que el director de nuestra antigua escuela —señaló.

 —Ooh. Ya veo —Jesse guardó silencio, se quedó pensativo y mirando a lo lejos, pero sin ver en realidad, parecía perdido.

 Nate suspiro pesadamente y sus hombros cayeron, luego comenzó a caminar.

 Jesse lo siguió.

  Acababa de salir de su clase de inglés; clases que Jesse se ofreció a darle pero el muy cabezota de su amigo no quiso aceptar diciendo que él estaba demasiado ocupado con la universidad y el trabajó, que no iba a agregar más carga.

Eso conmovió a Jesse.

 —¿Qué tanto lo conoces, Nate? 

 —preguntó con preocupación. Nunca lo había visto ser cercano a nadie más que a él. Tenía amigos, si, pero no tan cercanos como llegar a pensar que le gustaba alguien, no de ese modo.

 —Mucho —contestó sin pensar y haciendo un lindo puchero con sus labios. Labios que Jesse moría por saborear. Quería tomarse el tiempo de probarlos y conocer los placeres que estaba seguro eran capaces de dar.

 —Demasiado —murmuró Nate con un suspiro profundo.

 —¿Quién carajos es? —Jesse soltó de pronto. Se notaba la molestia en su voz. Se mordió la mejilla interior con fuerza. Sintió el sabor de la sangre en su boca, pero no podía importarle menos.

 —Aah, bueno. Es...—Nate balbuceaba sin sentido -Él es alguien.

 —¡Pues claro que es alguien! —Jesse apretó los dientes, no quería que Nate notará su enojo, pero le estaba costando horrores disimular los celos que sentía de esa persona que no conocía. 

 —Bueno, es que yo...

 

 Jesse miró a Nate frunciendo el ceño.

 — ¿Acaso no quería decirle? ¿A él, su mejor amigo? 

Un pensamiento le llegó de pronto 

 —Lo conozco y Nate no quiere que yo sepa porque no voy a estar de acuerdo ¿Será que es un idiota? O peor aún ¿Será que ese cretino, que aún no supera?

  —¿Tú qué? —arremetió Jesse con disgusto. No le gustaba para nada está conversación. Su piel hormigueaba y sus manos le picaban por tocarlo. 

 —Nada —negó Nate —es que, bueno, yo, no quiero decirte.

  La cara de Jesse era de asombro con un dejo de decepción. 

  Nate pareció darse cuenta de eso al mirarlo a los ojos. Se conocían tan bien, cada gesto que hacían le decía al otro lo que pensaban. Pero había algo que ellos habían ocultado tan bien que ninguno podía ver el amor que sentían por el otro.

  Tal vez porque lo confunden con amistad. 

 Eso sucede. 

  Hablar con las miradas, saber que piensan o necesitan solo con verse a los ojos. 

 Ya saben cómo es...cosas de amigos. 

 —Lo siento Jesse —Nate se veía avergonzado, bajó la vista al suelo contemplando sus pies como si fuera lo más interesante en el mundo. Se habían detenido en algún momento —no puedo decirte.

 —Está bien Nate —Jesse se giró y comenzó a caminar en sentido contrario -no quiero saber tampoco; no me interesa quien te gusta. Es tú problema si no quieres decirle tampoco.

  Nate se quedó ahí de pie viendo cómo su mejor amigo se alejaba de él. Sintió la necesidad de ir tras él y confesarle que siempre había sido él a quien quiso; que ha estado enamorado de él desde que comenzaron a conocerse, hace ya tantos años que perdió la cuenta.

  En un momento Jesse clavó los talones en la acera y se giró con decisión. Camino de regreso hacia Nate con paso firmé. 

  Este se vio sorprendido por esto, pero se alegró al ver qué Jesse no podía alejarse de él estando enojado. Nunca podían, ninguno de los dos. 

  Al llegar frente a él, Jesse tomó entre sus manos la cara de Nate y sin analizar mucho la situación para no arrepentirse u acobardarse solo lo beso. Lo beso con intensidad, con necesidad, como siempre lo había soñado. No dejo de besarlo hasta que hizo falta el oxígeno.

  No noto que Nate le devolvía el beso. Estaba tan perdido en el éxtasis que le provocaba la dulce boca del chico que lo hizo creer que era uno de sus locos sueños dónde se le confesaba a su amigo y luego hacían el amor toda la noche.

 —Malditos sueños húmedos. 

  Ese pensamiento llegó al rememorar los sueños que solía tener con Nate.

 —No imaginas lo difícil que es verte y no poder decirte "Te amo" —las palabras salieron de la boca de Jesse sin permiso. 

  Nate estaba atónito, sin palabras, parecía que Jesse se las había robado con ese besó. 

 —Lo siento Na —se disculpó luego de ver la expresión en la cara de Nate. No sabía que diría su amigo y eso lo llenó de miedo. Un pánico sin precedentes lo colmó y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho. Las manos le sudaban y sus piernas temblaban.

 —¿Por qué? —susurro Nate 

—¿Por qué lo sientes Jesse?

  Nate ladeó la cabeza y miró a los ojos de Jesse quien ahora era el que bajaba la vista al suelo, precisamente a sus pies, como si de pronto la forma de sus zapatillas o los colores de esta fueran de lo más interesante.




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