Cosas Pendientes

CAPÍTULO 4

Ray notó la reacción de Basil, y se sintió un poco extrañado, pero decidió no decirle nada porque el rubio recompuso su expresión rápidamente.

—¿Qué sucedió? Porque, hasta donde recuerdo, ella estaba muy feliz en Dinamarca.—…Con el imbécil que tenía de novio… dijo Basil con cierto veneno, tragándose las últimas palabras porque estaba seguro de que sonarían estúpidas.

¡Odiaba reencontrarse con Evelynn! ¡Odiaba sentir esos celos incontrolables desde esa noche que...!, notó que sus pensamientos estaban yendo más allá de los límites que él había impuesto y los frenó.

Se había prometido no volver a cruzar su camino con ella, lo había cumplido por seis años, sin fallar... Pero ahora estaba ahí, a sólo un par de metros de reencontrarse con esa mujer.

Y lo peor es que seguía sacudiéndole la vida con sólo escuchar su nombre.

—Ni siquiera menciones “Dinamarca” en mi presencia...Finalmente logré sacarla de las garras de ese maldito y eso es lo único que importa. No puedo explicarte todo lo que sucedió porque tenemos muros en la costa.—susurró mirando hacia los lados.—Supongo que ya tendremos tiempo, pero ahora no puedo decirte gran cosa, quiero evitar que mi hermana me escuche contándote esto… No quiero que se sienta peor. Está muy avergonzada. Ni siquiera es la sombra de lo que era antes.—explicó Ray en un susurro y Basil lo miró con el ceño fruncido. Algo se removió dentro de Basil al escuchar eso.

¿Qué clase de daño le había hecho ese cerdo como para cambiarla?

—¿Al menos lo dejaste muy mal?—exigió enojado.

—¡Por supuesto que sí!... No me mires así, estoy hablando muy en serio.—agregó haciendo que Basil se contuviera de exigirle que le contara en ese mismo instante lo que había pasado con Eve y sus razones para estar en esa casa.

Se moría por ahondar en el tema, pero sabía que era peligroso mostrarse interesado frente a su amigo.

Sin embargo, no pudo evitar preguntarse si acaso Eve se había separado de su novio de forma definitiva.

En su interior, luchó porque todo lo concerniente a ella le diera igual... Pero no pudo ignorar cómo su corazón se aceleró de forma repentina ante esa posibilidad.

Odiaba a Eve y el control que ella ejercía sobre él... Maldecía la hora en que ella había sido su primer amor.

—Habla, Ray... O te juro que no te dejaré cenar en paz.—amenazó.

Ray suspiró.

—Sucede que el imbécil pensó que podía ponerle una mano encima a mi hermana sin que yo me diera cuenta. —soltó Ray con un tono de voz amenazante y Basil rápidamente se fijó en su expresión.

—Tienes que estar bromeando... ¿Cómo que le puso una mano encima?—preguntó en un gruñido, sintiendo cómo la furia impregnaba su torrente sanguíneo.

—Sí. No sé cómo demonios sucedió... Se supone que Eve sabe defenderse muy bien… Pero el imbécil la había estado sometiendo.—dijo Ray en un susurro, sin dar mayor explicación.

Basil lo miró impactado.

¡¿Qué diantres le pasaba a esa mujer?!

Ella sabía de boxeo tanto como ellos dos... ¡¿Cómo iba a permitir que ese hombre le pusiera una mano encima cuando fácilmente podía reducirlo con un par de llaves o puñetazos?!

—De todas formas, no podemos seguir hablando de esto. Lily va a darse cuenta de lo que te estoy diciendo y se pondrá furiosa porque mi hermana no quiere hablar más sobre el asunto... Tampoco quiere que nadie sepa, así que finge que no te he dicho nada.—pidió y luego suspiró con pesar.

Basil sabía qué significaba esa expresión.

Ray sentía que le había fallado a su hermana.

El pelirrojo, al ver la actitud silenciosa de su amigo, decidió llamar a su hermana.

Se giró hacia las escaleras que llevaban al segundo piso.

—¡Es hora de comer, Evie!—llamó con un grito.

—Vamos al comedor.—dijo llamando a Basil hacia el comedor, pero el rubio no se movió ni un milímetro. Se mantuvo con los ojos clavados en la escalera, como si estuviera esperando que la pelirroja bajara.

Ray se preguntó qué había pasado entre esos dos la última vez que se vieron como para que se odiaran tanto.

Ahora Basil actuaba extraño, y no le sorprendería si Eve comenzaba a hacer lo mismo en cuanto viera al rubio.

Basil estaba terriblemente tenso, y eso podía notarse incluso a kilómetros de distancia.

Justo en ese momento, Evelyn apareció en la parte más alta de la escalera, dejando a Basil sin aliento.

Más por la impresión de que estuviese ahí que por haberla visto, ya que no vio gran cosa gracias a que la pelirroja estaba usando una sudadera con capucha que le duplicaba la talla. Le cubría el cabello y el rostro.

Basil se inclinó un poco, de forma involuntaria, intentando tener una mejor vista de su rostro.

Evelynn, por su parte, se sintió examinada por la mirada del rubio y, aunque luchó contra el impulso, no pudo dominar su mirada... La traidora parecía tener vida propia y se dirigió rápidamente a Basil.




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