Cosas Pendientes

CAPÍTULO 5

En ese momento, Basil vivió un momento de introspección involuntaria. Recordó los años de biberones y trasnochos.

Recordó que habían sido terriblemente difíciles, con Eliana no fue tan difícil... Pero cuando nació Elian las cosas se complicaron un poco. Eleanor ni siquiera quiso verlo al nacer.

Ella tuvo rechazo parental con ambos partos, pero al menos a Eliana la cargó en brazos... Con el más pequeño ni siquiera tuvo esa consideración.

Basil no la juzgó. Al contrario, intentó ser el mejor apoyo para ella, atendió a los dos pequeños él sólo, esperando que Eleanor se recuperara rápido... Pero aun así ella desapareció.

Simplemente se fue sin dejar rastro.

Fue difícil, pero él lo superó sólo... Incluso la época en que les brotaron los dientes, que fue todo un reto.

No había sido fácil enseñarlos a avisarle cuando querían ir al baño... Y Dios sabía que nada lo había preparado para las fuertes gripes que los dejaban sin energías y tristes... Ser padre era difícil, y más cuando se estaba solo.

Pero aun así, sin lugar a dudas, Basil podía decir que la parte más difícil de ser padre eran esos momentos.

Los j0didos momentos en los que sus pequeños hacían preguntas peligrosas... Preguntas que él no sabía cómo responder.

¿Qué debía decirle?

Él le había mostrado fotos a sus hijos, les había hablado de su madre... Pero ellos parecían olvidarla con cada nuevo amanecer.

¿Qué debía hacer para que no olvidaran a Eleanor?...

Sobretodo, ¿cómo podía ayudarlos a recordarla cuando él mismo sentía que la estaba olvidando con cada día que pasaba sin encontrarla?

—No, ella no es tu madre, Elian... Ya te he mostrado fotos de mamá, es rubia y se parece a Eleanor.—respondió Basil intentando ser lo más suave posible.

Su hijo negó con la cabeza, sin siquiera girarse a mirarlo... Seguía embelesado con el cabello de Evelynn, que se mantenía congelada mientras el pequeño seguía acariciando su mechón de cabello.

—No recuerdo. Eres muy linda... Las mamás son lindas...Así que tú puedes ser la mía.—aseguró el pequeño rubio y Eve le sonrió con una mezcla de ternura y tristeza.

—Mucho gusto, caballerito.—dijo, ignorando sutilmente la invitación del pequeño y le ofreció su mano temblorosa.—Soy Evelynn, pero puedes llamarme Eve... O Evie, como más te guste.—ofreció ella en un susurro.

Aun estaba experimentando los estragos y la verguenza de su caída, pero eso no iba a impedirle ser amable con esa ternura de niño.

—Evie. Me gusta. Como tu cabello.—repitió el pequeño y Ray se inclinó de nuevo hacia su hermana, esta vez ayudándola a ponerse en pie.

—Bien, chicos... Tal parece que acaban de conocer a mi hermana. —dijo Ray con una sonrisa en el rostro, intentando erradicar la incomodidad del momento.

—¡¿Es tu hermana?!—chilló Eliana emocionada. —¡Entonces, tú eres nuestra tía!—concluyó sonriente, girándose a mirar a Eve con sus ojos de cervatillo emocionado.

—¡No!—respondieron Basil y Eve al mismo tiempo, sonando verdaderamente incómodos con esa idea.

Ray los miró frunciendo el ceño, sin entender qué les pasaba a esos dos.

Basil sentía que la lengua se le había atascado en el paladar; no sabía qué decir.

Su hija estaba pensando que la pelirroja era su tía... Y ni hablar de su hijo, que estaba teniendo alguna clase de enamoramiento con la mujer... Y él no pudo evitar pensar que era cierto el dicho; “de tal palo, tal astilla”.

—Bien... Creo que ya es hora de que vayamos a desayunar; ustedes dos tienen que irse si no quieren llegar tarde.—dijo Lily mirando a los dos hombres.—Y nosotros tenemos mucho qué hacer.—agregó mirando a los pequeños y haciendo bailar sus cejas de forma graciosa.

—¡Sí! ¡Debemos apresurarnos!—exclamó Eliana emocionada, pues sabía que la tía Lily siempre tenía cosas divertidas qué hacer con ellos.

Basil y Eve agradecieron silenciosamente al universo que el tema anterior hubiese quedado sepultado en el pasado, pues (una vez que se movieron al comedor) Eliana comenzó a hablar de un millón de cosas, haciendo reír a los adultos hasta el cansancio.

A diferencia de ella, Elian fue bastante silencioso. Pero Eve notó que no dejó de mirarla con timidez y tomó asiento a su lado. 

Basil también notó cómo el pequeño seguía prestándole atención a la pelirroja. Estaba obnubilado, como si Eve fuera la cosa más linda que hubiese visto en su corta vida... Y lo peor fue que no pudo juzgarlo, no cuando Eve seguía siendo tan preciosa como antes, o quizá más.

Mientras comían y la voz de su hija sonaba en el fondo, como si se tratara de una banda sonora... Lily, Eve y Ray le prestaban atención encantados, escuchando sus ocurrencias con diversión. 

Basil aprovechó la distracción para lanzar miradas rápidas a Eve. Lo primero que notó fue que su cabello seguía siendo rojo, pero ya no lucía con la misma intensidad que antes. De igual forma, su piel se veía muchísimo más pálida de lo que había sido en el pasado y eso lo hizo preguntarse si acaso ella había estado alimentándose bien todo ese tiempo.




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