Cosas Pendientes

CAPÍTULO 8

Ray, Basil y Evelynn se quedaron de piedra cuando vieron a Eliana salir de detrás de su padre con los ojos llorosos y una expresión compungida.

—Princesa...—comenzó a decir su padre, sintiéndose mal. Esperaba que no lo hubiese escuchado tratando mal a Eve.

—¡No me digas nada! ¡Estoy enojada contigo, fuiste malo con Eve!—chilló la pequeña con voz rota y se giró hacia Evelyn. La pelirroja sintió que se le rompía el corazón al verla soltar dos lágrimas.—¡No te vayas, Evie!—rogó la pequeña.—Mi papi sólo está de mal humor. Él no quiso decir eso.—aseguró y le dio una mirada enojada a su padre, para luego volver a mirarla.

—Escucha linda, sé que algunas cosas no nos gustan, pero en ocasiones…—comenzó a decir Eve, intentando decirle la realidad de la mejor manera, pero la pequeña no estaba lista para tirar la toalla.

—¡Por favor, quédate con nosotros!... Mi papá a veces mete la pata, pero él lo arregla haciendo otras cosas muy bien.—aseguró la pequeña rubia defendiendo su padre, a pesar de que no estaba muy contenta con él todavía.

—Cariño, escucha... —intentó hablar Eve de nuevo. 

—¡No!, tú escucha.—insistió la niña.—Él es bueno lavando el cabello, no dejará que te entre shampoo en los ojos y tiene brazos fuertes para abrazarte y sujetarte... En ocasiones es un poco gruñón cuando no haces lo que dice, pero cocina rico y tiene cabello lindo. También le gusta mucho bañarse y saber hacer trenzas de lo más lindas... ¡No se le dan muy bien las coletas, eso es cierto!, pero sabe muchos idiomas y además tiene mucho dinero.—dijo como si estuviera intentando vender a su padre en el mercado.

Eve no pudo evitar que es un par de lágrimas se le escaparan mientras sonreía divertida.

Ray tampoco pudo contener la risa, mientras que Basil se mostró totalmente avergonzado ante las palabras de su hija.

—Eliana.—dijo la pelirroja intentando hablar por tercera vez.

La pequeña hizo un puchero, demostrándole que estaba totalmente preparada para seguir llorando.

—Eve… ¡Por favor no te vayas, él sólo está siendo gruñón, pero te prometo que si te portas bien, te comes toda la comida, tiendes la cama y haces tus tareas, se le pasará!—chilló la pequeña acelerada, escupiendo las palabras a tropezones.

Eve abrió la boca para darle una respuesta sabia a la pequeña, pero justo en ese instante una cabecita rubia se asomó desde detrás de las piernas de Basil.

—¿Eve?—preguntó Elian rascándose los ojitos en una clara señal de que había estado durmiendo y acababa de despertarse.

—¡Hola, tesoro!—saludó ella con ternura.

Ver a los dos pequeños le ponía el corazón chiquitito.

—¿Viniste a visitarnos?—preguntó con emoción, a pesar de que lucía bastante soñoliento aún.

—No, Eve está aquí porque va a ser nuestra niñera.—dijo Eliana haciendo que su hermanito abriera los ojos con asombro.

—¡¿De verdad?!—preguntó y luego miró a Basil con felicidad.—Tenías razón papi, Dios sí nos escucha.—agregó sonriente.

Basil gimió, mirando hacia el cielo con dramatismo. Él necesitaba irse rápido al hospital, pero parecía que eso no importaba. La vida siempre encontraba la manera de hacer que las cosas fueran aún más difíciles para él.

Ray se aclaró la garganta y dio un paso hacia Basil.

—Eres un buen padre, Basil. Tú, más que nadie, sabes que es difícil atender a los niños sólo. Evelyn no está haciendo absolutamente nada.—dijo y se giró hacia su hermana.—No es que te lo esté  reprochando, por cierto. —agregó y volvió a girarse hacia Basil. —El punto es, que a mi hermana le vendría bien un trabajo y a ti un par de manos extras en el cuidado de este par de grillitos.—indicó mirando a sus sobrinos con cariño.

—¡Sí!—exclamó Elian emocionado.—Mi papi tiene dinero, así que nos puede cuidar todos los días y mi papi le pagará.—dijo con orgullo, haciendo que Eve y Basil lo miraran preocupados. Ambos se sentían un poco tristes de no poder ver las cosas con la sencillez con la que las veían los niños.

Si tan sólo no hubieran tantas cosas que los separaran.

—¿Ves? Suena tan sencillo como lo está diciendo este pequeño genio. —dijo Ray despeinando el cabello de Elian con cariño.

El pequeño sonrió y Basil suspiró.

—¿Qué dices?—preguntó Basil mirando a la pelirroja con timidez.

Él sabía que había sido muy grosero con ella, pero por alguna razón su orgullo no le permitía disculparse.

—Yo…—comenzó a decir Eve con inseguridad.

—Anda, Eve... Acepta ser nuestra niñera.—pidió Eliana emocionada.

Elian salió por completo y se apresuró a abrazarse a las piernas de Eve con suavidad.

—Por favor.—pidió y Evelynn no pudo negarse ante esa petición.

—Está bien, acepto ser su niñera… Pero sólo serán unos días.—indicó y Basil asintió.

—Sí. Sólo serán unos días, al menos hasta que mi amiga se sienta mejor.—indicó y Eve presionó los labios juntos, en un gesto de incomodidad.

Ella sabía que no tenía derecho de sentirse celosa, pero no pudo evitarlo…. Y eso no era lo peor, si no el hecho de saber que su sufrimiento apenas estaba comenzando.




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