La falta de inspiración poco a poco apaga mi pasión por el arte.
Alguna vez en un tiempo muy pero muy lejano tuve mi musa, la fuente de mi inspiración y, aunque nunca se enteró, todos mis escritos hablaban sobre él.
Siempre lo alejé porque tenía miedo a confiar en él, un murmullo cerca de mi oído una vez dijo que él no quería nada conmigo así que a eso me aferré aún cuando él insistió tanto, hasta que un día se fué.
Ese no fue el problema, el problema es que él se fué primero pero yo me fuí para siempre.