Cosas que pasan...

Segundo año de liceo

Empezar el 2° año de liceo emocionaba tanto como el primer año, si bien ya conocía el lugar y los compañeros del bus y de la clase, ese primer  día ocasionaba quizás el mismo "dolor de estómago" que en el primer año. Pero como todo primer comienzo de algo, eso es normal. Así que decidida me subí al bus, saludé al chófer y me dirigí a sentarme al medio como me gustaba hacerlo.

A medida que iban subiendo los demás chicos nos saludábamos, además de la gente mayor que siempre viajaba que nos saludaban y nos decían los extrañábamos. Je obviamente que lo que extrañaban era nuestro bullicio, porque era conversación todo el viaje. Los cincuenta kilómetros de viaje ese primer día no nos alcanzaron para ponernos al día de las novedades del verano de vacaciones.

Al llegar a la agencia, nos bajamos todos rápidamente y salimos caminando rumbo al liceo. Atravesar la plaza pública de la ciudad era señal de que estábamos llegando al liceo. ¡Cuántos compañeros nuevos había ese año! eran los de primer año que ingresaban, acompañados por su familia como nos había sucedido a nosotros el año anterior. Pero claro, ahora nos sentíamos más grandes, más importantes porque ya estábamos en segundo año.

Sonó el timbre, y todos formamos como todo primer día de clases, frente a la directora que iba a decir unas palabras. Cuando hicimos la fila para escuchar, una chica dijo: ¡"Miren que los grupos están cambiados, nos mezclaron con chicos de la mañana! Al oír eso, todos empezamos a dialogar de qué habría pasado.

Nos pidieron que fuéramos a un salón con los compañeros del año pasado. Eso fue un respiro para todos, pero al ingresar a clases, un profesor nos esperaba. Allí nos explicó que debido a que habían cambiado un grupo de segundo con problemas de conducta para el turno de la tarde, los grupos debieron ser mezclados para evitar que se continuaran repitiendo esos problemas de conducta del año anterior.

Cuando el profesor comenzó a nombrar los integrantes de un 2° y de otro, entendí que sólo tenía cinco compañeros de mi clase anterior, Además de esos cinco, sólo con dos tenía buen "feeling", No lo podía creer, ahí entendí a qué se debía ese "dolor de estómago" que tenía. Presentía que algo iba a pasar con mis compañeros de clase del año anterior.

Entre quejas y gritos, los dos grupos de segundo año quedaron en sus salones respectivos. Esa fue una larga jornada de clases, donde conocimos además de nuevos compañeros, nuevos profesores, pues también habían cambiado varios. Fue la tarde más larga de ese año, deseaba escuchar el sonido del timbre de la salida para reunirme con mis compañeros del año anterior e ir charlando hasta la agencia de ómnibus.

Ese día, el viaje de regreso a casa fue largo y triste, si bien iba apreciando los paisajes como me gustaba hacerlo, sentía una cierta melancolía por los compañeros que ya no estaban en mi clase, aquellos con los que habíamos compartido un año espectacular y sentía una confianza especial. Ya no escucharía los chistes de Alejandro ni las quejas de Leandro. 

Cuando llegué a casa, fue lo primero que le dije a mis padres: -"Este año el liceo no me gusta, me cambiaron los compañeros y varios profesores". Fue ahí cuando la respuesta de mi padre fue: -¿Vas a hacer sociales o a estudiar? 

Si bien tenía un poco de razón, pues cada uno no puede elegir a sus compañeros de estudio o de trabajo, yo en ese momento no lo entendía así. Sentía que me habían castigado por algo que yo no había hecho, al igual que mis compañeros. Habían dividido nuestro grupo porque otro tenía mal comportamiento. Pero uno cuando es preadolescente no entiende estas cosas. Recién con el pasar de los años entendí tal situación. 

En definitiva, ese sería un largo y nuevo año de aprendizajes, conociendo y aprendiendo a convivir con personas desconocidas. En la vida siempre es así, cada nuevo comienzo implica un conocer y adaptarnos a la nueva situación; todo es cuestión de saber enfrentarlas con cautela.




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