Realmente no me acuerdo en qué año fue, pero lo que si recuerdo es que el agua del pozo de casa comenzó a faltar. Primero dijeron que era porque seguramente el fondo del pozo estaba sucio, lo que provocaba que no subiera fácilmente el agua por el caño.
Fue por eso, que vino un señor, bajó hasta el pozo sosteniéndose con una soga y comprobó que en el fondo del pozo sólo había 30 cm de agua. Eso significaba que lo poco que sacaba el molino no iba a alcanzar ni para el consumo de la casa donde vivíamos nosotros.
Así fue como el patrón de mis padres decidió que había que hacer un nuevo pozo de agua: un pozo semisurgente. Para ello contrató a una empresa que vino tres veces. La primera vez vino con un ingeniero y dijeron que a unos 150 metros de casa, había una vertiente y que allí se podría realizar el nuevo pozo.
La segunda vez vino la máquina para hacer el pozo. Excavaron 50 metros y no salió agua, por lo que la vertiente allí encontraba no existía en realidad. Fue una gran decepción para todos, porque aún seguíamos sin agua y se debía buscar un nuevo lugar donde se pudiera extraer el agua. La empresa informó que ese pozo no lo iba a cobrar, pero que tendrían una oportunidad más para encontrar agua, sino se le iba a cobrar el costo del trabajo realizado.
Así fue como el patrón de mis padres, apareció una mañana con su señor mayor. Ese señor era un rabdomante, es decir, una persona que se ocupaba de ubicar cosas ocultas, en este caso dónde había una vertiente de agua. Usaba una vara de madera que tenía tres puntas. Pidió que lo dejaran solo y luego de unos minutos, encontró a unos 20 metros de casa una posible vertiente de agua.
A las dos semanas, volvió la empresa a realizar la segunda perforación, la que si o si debía pagarse, independientemente de que se sacara agua. Recuerdo que todos estábamos expectantes de ver salir agua por esa máquina.
La cuestión fue que a los 17 metros, comenzó a aparecer el agua, y al seguir perforando, apareció rápidamente un afluente grande de agua, lo que significaba que el rabdomante había acertado en sus predicciones. Fue así, como todos gritaban de alegría, pues ya estaba el nuevo pozo realizado. Sólo faltaba colocar una bomba para extraer el agua del pozo.
Ese día aprendí que, hay ocasiones en que no basta con tener estudios, a veces una persona que tiene experiencia en la vida puede darnos una lección. La técnica utilizada por el rabdomante fue más eficiente y pudo demostrar que era bueno en su oficio.