Llegó el mes de marzo, y con él, la decisión de qué orientación iba a seguir. En el turno de la tarde había dos orientaciones: Medicina y Agronomía. Como a mi me gustaba el campo, opté por la opción segunda, por lo tanto ese año cursé 6° año de Orientación Agronomía.
Menuda sorpresa me llevé cuando ingresé al salón; éramos cinco alumnos, entre ellas una sóla compañera, llamada Marcela. Era obvio, que con ella iba a entablar una relación de amistad que aún perdura hasta el día de hoy.
Fuimos un grupo muy ameno y compartimos muchas cosas, debido a la cantidad que éramos: los profesores nos explicaban los temas y los entendíamos con facilidad, porque podíamos preguntar todas las veces que quisiéramos. A mitad de año, un compañero dejó porque dijo que no quería ir más al liceo, que estaba aburrido de estudiar.
Mi amiga Marcela tuvo algunas faltas porque tuvo problemas familiares, por lo que tampoco pudo terminar todas las materias. Así que solamente, terminamos tres el curso ese año. A mi me quedó una materia para dar examen en febrero, que fue Biología. Pero la salvé con facilidad.
Culminada la etapa liceal, ahora debía tomar una difícil decisión: ¿qué seguir estudiando? Sabía que Montevideo no estaba dentro de las posibilidades económicas, asi que debía optar por una carrera que no fuera muy costosa. Desde niña a mi me gustaba ser maestra, y siempre tenía en mi memoria, la enseñanza recibida por mi maestra Susana. Quizás ello fue lo que instó a decidirme a estudiar magisterio, pero ahora se debía averiguar si en el departamento se enseñaba, si había. cómo podía hacer para ir a estudiar, si había ómnibus para viajar todos los días, etc.
Por lo tanto, en unas semanas tuve que decidir qué estudiar y dónde iba a cursar la carrera. Así fue como elegí estudiar magisterio en la ciudad de Rosario. Pero, mis padres me alquilaron unas habitaciones al fondo de la casa de una señora en Tarariras, así podía viajar todos los días desde Tarariras a Rosario.
Si bien, el gasto económico de ellos subió un poco, ellos me dijeron que podían pagarlo, que me quedara tranquila. Yo lo único que tenía que hacer era dedicarme a estudiar, a hacer lo que me gustaba; ser MAESTRA.