En el mes de marzo, comenzaban las clases de Magisterio. Mis padres habían alquilado unas habitaciones en la parte de atrás de la casa de una señora. Sólo tenía que compartir con ella el baño. El lugar era muy tranquilo, y la señora Nelly muy amable.
Mis padres llevaron algunos muebles que yo necesitaba y me instalé allí el domingo, antes que comenzaran las clases. Esa noche de domingo fue muy larga, pues me costó mucho conciliar el sueño; al otro día, era mi primer día de clases, en una nueva ciudad, en un nuevo centro de estudios, nuevos profesores, con compañeros desconocidos, nuevos compañeros de viaje en bus.
Como todo nuevo comienzo surgen muchas dudas; sería bueno estudiar de maestra, habría mucho para estudiar, podría salvar las materias, me gustaría el lugar, podría hacer amistades. Todas esas dudas estuvieron dando vueltas en mi cabeza, casi toda la noche. Al otro día, cuando sonó el despertador a las 6 hs de la mañana, parecía que recién me había dormido. Tenía mucho sueño, pero tenía que levantarme rápidamente para ducharme, tomar unos mates y salir a tomar el bus que salía a las 6;45 hs, para lo cual debía caminar unas tres cuadras.
Al subir al ómnibus, observé que iban varios estudiantes de magisterio, pero ninguno me resultaba conocido. Al llegar a Rosario, allí había muchos más estudiantes y cada vez, observaba con desánimo porque no conocía a nadie. La directora nos reunió a todos los estudiantes e indicó a qué salón iría cada uno de nosotros, dependiendo de la clase que fuéramos.
Al ingresar al salón del grupo de 1° año, mi grupo, comenzaron a pasar lista y ahí escuché que había más estudiantes de diversas localidades y que muchos de nosotros, no conocíamos a ninguno de los que allí estábamos. Fue así como entendí que si bien me sentía un tanto solitaria, no iba a ser la única .
Prontamente hice amistad con dos chicas más, llamadas Adaly y Patricia, con las cuales nos organizamos para hacer las tareas grupales. Adaly vivía a unos kilómetros en el campo, y Patricia, vivía un poco más lejos, en la ciudad de Juan Lacaze.
Como toda carrera de tercer nivel, fue un año donde tuvimos que estudiar mucho, esforzarnos muchísimo para poder aprobar el año pues era todas materias nuevas para nosotras. Por suerte, tuvimos un buen año de estudios, a pesar que tuvimos que dar algunos exámenes en el mes de febrero.
Me encantó conocer personas diferentes, cada una con una problemática distinta, que fue ejemplo para darme cuenta y valorar lo que tenía: una familia que se sacrificaba a diario para que yo pudiera seguir estudiando y tuviera un título profesiona.