Ayer dejé una página en blanco, no tuve la posibilidad de escribir: la tristeza, la impotencia y la desconfianza se apoderaron de mi mente y no pude sentarme a escribir.
Hago un paréntesis en este libro que estoy escribiendo, y hoy quiero hacer una reflexión personal. ¿Podrá tener la delincuencia un final? ¿Para qué la cárcel, si no se rehabilitan?¿Por qué el que trabaja, tiene que ser rehén de estos sinvergüenzas? ¿Por qué la justicia los defiende?
Mucha impunidad siento hoy. El buen trabajador es víctima de la delincuencia y ellos, quedan impunes. Toda la vida hay que trabajar para ganarse un buen pasar, para poder brindarle a sus hijos lo mejor. Llega un delincuente y se lleva el medio de locomoción que utiliza tu hija para ir a trabajar. ¿Y qué pasa?
Cada uno tiene que salir a buscar a los delincuentes, buscar pistas, preguntar, recorrer, investigar. Se debe ayudar a la policía porque la delincuencia es tan grande, que no dan a bastos.
Y acá, a casi 48 horas del hecho, sigo investigando y aportando información con la tristeza de haber perdido un bien por el que trabajaste dignamente para poder comprarlo. Con tu hija que te queda sin su medio de locomoción para ir a trabajar.
Y encima te enteras, que "gente" a la cual ayudaste porque siempre te están pidiendo cosas, es responsable de lo que te quitaron. Ahí está la impotencia, la rabia y la lamentable decisión de no ayudar nunca más a quién te solicite su ayuda. Si, porque las malas acciones endurecen tu corazón y llevan a que no seas más buena persona.
Lamentable, perder la esencia de persona, por la delincuencia.