Cosas que pasan...

Sobrevivir a pesar del dolor

Cuando pasó todo el dolor del velorio y sepelio de Mauricio, el silencio se había apoderado de todos. No queríamos salir del cementerio, no queríamos dejarlo allí sólo. Junto con mi primo Dardo, comenzamos a recordar las "diabluras"de Mauricio y nos dimos cuenta que él nos estaba mirando y riendo con nosotros.

Era una especie de lágrima-risa porque así lo queríamos recordar. Esos pasos , saliendo del cementerio son inolvidables. A nadie nos gusta dejar allí a nuestros seres queridos, pero tenemos que pensar que todo pasa por algo.

Cuando llegamos a casa, papá me contó que Mauricio no iba a quedar bien, que no iba a hablar y que no sabían si iba a volver a caminar. En su cerebro, se habían formado unos cóagulos de sangre, a raíz del traumatismo sufrido, por lo que no sabían los médicos con exactitud el diagnóstico.

Fue así como comprendí que teníamos que sobrevivir a pesar del dolor, que Mauricio no iba a estar más físicamente con nosotros y debíamos aprender a vivir sin él. ¿Costó? si, mucho. Aún hoy, cuando voy a llevarle flores al cementerio, me cuesta mucho creerlo porque él era un excelente chico, alegre, buen compañero, bandido. Así lo recuerdo siempre.

Para sus padres, fueron tiempos muy difíciles, no debe ser fácil para los padres perder a un hijo, y más siendo joven y en una circunstancia inesperada. Le costó mucho tiempo salir adelante, pero sé que nunca lo pudieron superar. Siempre está ese lugar en la mesa vacía, que por más que los años pasen, permanece vacío.




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