Los años fueron pasando rápidamente, hasta que llegamos al último año de magisterio. Ya no éramos el grupo de estudiantes que habíamos comenzado a estudiar, sino que algunas habían quedado por el camino, además de haberse ido incorporando compañeras que habían comenzado antes y abandonado por algún tema en particular.
Había transcurrido tan rápido el tiempo, casi de forma imperceptible, seguramente porque lo pasamos muy bien, a pesar de algunos sube y baja como en todos los órdenes de la vida. El haber transitado por esos cuatro años nos había fortalecido como grupo, llevando a limar asperezas con algunas compañeras que tenían un proceder antiético. Más allá de todo, éramos un grupo que estábamos a punto de recibirnos de docentes y quizás, con algunos nunca nos volveríamos a ver.
Fue así como comenzamos a transitar ese último año de manera especial, ya estábamos llegando a la meta deseada y había que luchar para llegar. Teníamos varios profesores nuevos, y su charla de todos los días era que estábamos por salir al campo laboral y que debíamos estar preparado para ello.
Ese último año, nos permitieron realizar la práctica docente en la localidad dónde vivíamos, por lo tanto a mi me correspondió realizarla en el lugar dónde mis padres alquilaban. Allí, había una escuela, la 38 adónde íbamos junto con dos compañeras más.
A mi me correspondió realizar la práctica en 3° año junto a Beatriz, una maestra experiente con quién aprendí muchas cosas. Era un grupo numeroso, pero estaba integrado por chicos excelentes a quiénes les tomé un gran cariño, tanto que a fin de la práctica no quería irme de la escuela y de la clase.
Más allá de todo, aprendí a tener dominio del grupo, pues dos veces a la semana trabajaba totalmente sola durante la jornada de clase. Beatriz, sólo me observaba y me guiaba ante algún cuestionamiento mio. Siempre la recuerdo con gran cariño, y tengo contacto hasta el día de hoy con ella a través de las redes sociales.
No sé si es que era el último año de la práctica docente o qué, pero la verdad es que es el año que más recuerdos tengo: el ingreso bullicioso de los niños a la clase, la inmediata disposición para comenzar a trabajar, las horas de recreo, la creación de cuentos en forma colectiva, etc hicieron que, las caritas de esos niños aún permanezcan en mi memoria. ¡Qué bueno es haberlo vivido, para poder contarlo!