Durante meses fuimos organizando la salida didáctica de fin de año: reserva de lugares a visitar, reserva de ómnibus, conseguir el dinero para pagar el ómnibus, organizar la comida para cada niño. En fin, toda salida didáctica lleva su tiempo de organización, porque ningún detalle puede quedar librado al azar.
Salir de la escuela con niños que van a tu cargo, es mucha responsabilidad desde la salida hasta que se los entrega de vuelta a la familia sanos y salvos. Pero siempre es un placer, poder realizar actividades que a los chicos les encanta, pues muchas veces no tienen otra posibilidad de conocer otros lugares.
Ese viernes que salimos de salida didáctica a Montevideo, llovió desde que salimos hasta que volvimos. Habíamos planeado los lugares a visitar de forma tan organizada, que nos daba el tiempo justo para ir desde un lugar al otro.
Pero, las inclemencias del tiempo nos jugaron en contra. En la mañana, fuimos al primer lugar cumpliendo con el horario estipulado. El segundo lugar se complicó, porque el chófer no sabía cómo usar en forma correcta el GPS y anduvimos dando unas vueltas perdidos. Hasta que un niño, pidió para ir a ayudar al chófer a colocar en forma correcta el GPS.
Fue así, como llegamos al punto que indicaba y descendimos en forma rápida. LLovía copiosamente, y todos seguimos a la directora que iba adelante caminando bajo su paraguas. Pero, pronto nos dimos cuenta que estábamos caminando dando vueltas alrededor de la manzana.
Si bien el GPS había indicado el lugar correcto, la directora se confundió y dio una vuelta de gusto alrededor de la manzana, mojándonos lo poco que teníamos seco. Cuando ingresamos al museo, nos mirábamos los unos a los otros sin saber qué hacer.
Aún nos quedaban seis horas por delante, con lugares al aire libre para visitar y ya estábamos mojados. Fue así, como nos reunimos los docentes a decidir qué hacer. Se decidió suspender las visitas a los lugares que aún faltaban visitar e ingresar a un shopping donde pudiéramos estar el resto de la tarde.
Si bien, no se cumplió con el itinerario del viaje, los chicos lo pasaron muy bien y nosotros, los docentes, pudimos devolver a todos en forma saludable. Ese es el mayor placer de toda salida didáctica: que los chicos conozcan y que vuelvan todos saludables.