Desde niña siempre me gustaron los animales. Tuve perros, gatos, conejos. Mi perro preferido fue Corkis como ya lo mencioné en otro capítulo.
Hace unos cuatro años que tengo un gato, mi gato. Se llama Tom, me lo trajeron una tarde y estaba muy flaquito y descuidado. Es de color blanco. Comenzó a tener los cuidados que se merecía y de a poco fue cambiando: buen pelaje y gordito .
Tom es especial; a pesar de ser mi gato tiene un caracter muy especial. De mañana, cuando me levanto me pide siempre que le dé su comida y que le abra la puerta para salir afuera. Ël sabe que tiene unos minutos para salir y volver, porque sino queda afuera porque yo me voy a trabajar.
De día, según me cuentan mis hijos, duerme todo el día. Al llegar la tardecita, sale para afuera, y se sienta frente al portón por donde yo voy a llegar. Allí se queda hasta que yo llego y detengo el auto y me bajo para abrir el portón. No se mueve hasta que le hablo y lo saludo. Y enseguida sale para adentro, rápidamente, como avisando que llegué.
Obviamente, los primeros minutos de mi llegada él dice miau y miau, como queriendo contarme todo lo que pasó durante el día en la casa. Luego, cuando me siento a tomar mates, se sienta en su sillón y se queda tranquilo.
De noche, duerme en los pies de mi cama. Es tan pesado que a veces duermo incómoda, pues no me permite darme vuelta. Actualmente está pesando 7 kg y medio. En el verano, durante el día no está en la casa, pues se va a dormir abajo de unos árboles, porque está más fresco.
¡Ojalá la vida me dé la oportunidad de tener muchos años más a Tom! ël es mi compañero más fiel, el que siempre me espera y con poco se conforma.