Primer día (parte 1)

Había cenado con Rose, que vive dos pisos más arriba que el mío. Tuvimos una larga y divertida charla sobre mi entrevista. -bueno, creo que ni siquiera se molestará en llamarme, ¿por qué debería contratarme?, y ahora, ¿de qué voy a vivir?- dije, reposando mi cabeza en mi brazo. -vamos!, ¿tú crees que haya alguien con más valor que tú?, claro que no, confía en que te llamarán.- dijo Rose un poco más animada, a lo que tomó cierta picardía y con una sonrisa me dijo, -todavía puedes ser barrendera, no pagan mucho pero no morirás de hambre- ambas nos reímos a eso, pero yo tuve que continuar el juego que ahora era  una guerra fría -bueno, yo todavía puedo poner un puesto de comida en la calle y volverme millonaria, pero tú- dije señalándola con mi dedo -tú ni siquiera podrás comer ahí- -oye!, no seas así- mencionó esta formando una cara triste, pero sin poder ocultar la malicia. 

Finalmente puedo decir que la cena fue de lo mejor, pero hay algo que no me deja del todo tranquila. Puede que el ansioso sentimiento de espera me esté ocultando la necesidad de ver a alguien de nuevo. 

A las ocho de la mañana mi celular comienza a vibrar, tampoco tuve el suficiente tiempo para procesar intuitivamente de quien podría tratarse. Deje llevarme por el hilo de la cotidianidad, respondiendo sin mucha cautela. Era él, de nuevo. Pude oír su voz del otro lado de la línea e inmediatamente quedé paralizada por lo que eso podría significar, me intrigaba la condescendiente pregunta del que sucedería. Mi sorpresa fue descomunal; me habían contratado, la emoción recorría cada parte de mí, de pies a cabeza. -¿señorita, sigue ahí?- -si, si aquí sigo. Perdone usted.- respondí sonrojada, a pesar de no poder verme sé que él pudo notarlo, -bueno su jornada de capacitación comienza hoy y finalizará en una semana. Devería apresurarse, en una hora debe estar aquí.- terminó por decir, así colgando el teléfono. Su actitud controladora y sofisticada necesidad del orden me hacen pensar que será un jefe muy exigente, pero por otro lado, la manera en como articula cada palabra, me hace pensar que en el fondo es simple, tiene las cosas claras y el ritmo de su vida es inocuo. 

Me visto y me peino, como no tenía mucho tiempo tuve que irme sin desayunar. -tendré que desempacar todo, no puedo seguir viviendo con cajas a mi alrededor.- observé recorriendo con mi mirar el completo lugar. 

Estaba atrasada, y sé que para ser mi primer día debería dar una buena impresión. Ahora mismo me encontraba frente al edificio respirando entrecortadamente y con mis manos apoyadas sobre mis rodillas, intentaba controlar mi respiración hasta que de un momento a otro la puerta se abrió. El jefe me miraba con superioridad transmitiéndome cierta gracia por su parte, como si mi situación le pareciera divertida. Tomó una sutil bocanada de aire, acomodo levemente el botón de su camisa y me dijo, -seis minutos tarde, ¿cree que eso es correcto?- -yo...- dije un poco apenada mirando al piso, -usted me llamó hace una hora, pidiendo que llegara temprano, pero ni siquiera tuvo la molestia en preguntarse qué tan lejos vivo.- Él me miró estupefacto, supongo que no esperaba esa reacción mía, pero que puedo decir, soy impredecible (juas, juas).

-entonces, supongo que no rechazará mi oferta de ir a recogerla a su casa y venir- propuso él, mirándome a los ojos con un brillo singular, pero tal vez solo sea yo fantaseando cosas que no. -¿perdone?- cuestioné, para serciorarme de lo que había supuestamente dicho, -sí, para que ya no tenga esa excusa del tiempo yo mismo la traeré- 

POV t/n

ok, el chico más encantador, que además es mi jefe, está ofreciéndose para traerme todas las mañanas. Sé que no debo enamorarme pero, aún así siento el impulso de decirle que sí, como si mi corazón quisiera salir de mi pecho e ir con él a todas partes. -bueno- dije manteniendo la calma, como si realmente no fuera demasiado relevante, aparentando normalidad.

POV jungkook

esta actitud suya de rebeldía y de demostrarme que no se dejará sublevar, me arden. Pero ese fuego dentro de mí me gusta, es como si el quemarme fuese placentero. No sé hasta qué punto pueda llegar pero deseo tentarla, quiero conocer sus límites. Quiero conocer el punto máximo de libertad al que puede llegar y hasta qué punto puedo yo quemarme hasta volverme cenizas. -entonces tenemos un trato, a partir de mañana pasaré por ti a las ocho de la mañana para irnos.- dije dirigiéndome hacia el pórtico de la puerta que previamente se había cerrado atrás mío, sin antes olvidar decir -pero una cosa- le señale el entrecejo con mi dedo índice, -pobre de ti si llegas a atrasarte.-