- … Gracias por el paseo –.
Le he traído nuevamente a su oficina.
El viaje de regreso fue igual de silencioso que el de ida, pero a diferencia de éste, el silencio estuvo cargado de… tensión. No una mala, sino de esas que te provocan mariposas en el estómago.
Es una pena que tengamos que regresar, me ha gustado nuestra pequeña cita espontánea a diferencia de las anteriores.
- Ha sido un placer – sonrío verdaderamente feliz.
Cierra la puerta rápidamente, despidiéndose con la mano sin mirar atrás.
Mhmm, ¿se ha puesto tímido?
Sino fuera por lo de ayer, me habría ofendido con eso, tachándolo de grosero y frío, pero ahora, ya ni siquiera puedo verlo así.
Quito el pie del freno para conducir de regreso, cuando se me ocurre algo.
No lo pienso mucho, solo decido hacerlo.
- ¡Espera! – lo llamo bajando del auto antes de que alcance el ascensor.
Se da vuelta al escucharme.
- ¿Olvidé algo…? – deja de hablar cuando me ve correr hacia él.
Me aferro a las solapas de su saco tirándolo hacia mí.
- ¿Por qué eres tan innecesariamente alto? – murmuro avergonzada cuando aun así tengo que ponerme de puntillas para besarlo.
Se congela una milésima de segundo al sentir nuestros labios juntos, luego se hace cargo del beso, rodeando mi cintura, alzándome más hacia él.
Cuando me siento tentada a rodearlo con mis piernas, me alejo, rompiendo el beso.
Sus labios vuelven a buscarme aun con los ojos cerrados, besándome nuevamente e impidiendo que me aleje de nuevo.
Jadeo cuando su lengua cepilla mis dientes brevemente y luego se zambulle a degustar cada rincón de mi boca.
Estoy a punto de mandar todo al diablo y montármelo aquí con él, cuando se aleja apoyando su frente en la mía.
Regreso a mis pies lentamente.
- Vaya, ¿eso es lo que me he estado perdiendo? – no puedo evitar murmurar.
Malcolm me mira como diciendo lo mismo.
- Voy a llegar tarde – murmuro mirando su cuello.
Puedo sentir mi piel sonrojarse y el valor que me ha llenado para asaltarlo irse lejos.
No contesta.
Luego.
- Cinco minutos más no harán daño entonces – vuelve a unir nuestros labios.
Vaya.
No esperaba eso, pero no voy a quejarme.
No, señor.
***************
Presiono el claxon cuando lo veo salir apresurado del edificio. Su maletín chocando contra sus muslos cuando me busca de izquierda a derecha.
Al escuchar por segunda vez el sonido, gira su rostro hacia donde me encuentro y se acomoda el saco rápidamente, caminando hacia mí.
- No tenías que venir a recogerme, pude haber ido yo por ti – carraspea subiéndose otra vez al asiento de copiloto.
- Quería hacerlo – sonrío sin verlo.
- No me siento cómodo con todo esto – dice después de un momento.
Hago un giro en U.
- ¿A que te refieres exactamente con “esto”? – pregunto.
- Tú viniéndome a buscar al trabajo o llevándome a comer. Se supone que deba ser yo quien lo haga – dice con firmeza.
- ¿Según quién? – replico.
- … ¿Qué? – se voltea hacia mí.
- Qué según quién se supone que solo debas ser tu quien me mime – repito más explícitamente.
- Tú… ¿estas tú mimándome? – ahora sí que no me he imaginado la incredulidad en su voz.
Me hecho a reír.
- Bueno, no estoy muy segura de estarlo haciendo bien, pero estoy intentándolo, así que, tenme un poco de paciencia -.
- N-no me refería a eso – balbucea nervioso.
Oh, que lindo.
Nunca lo había visto hacer todos estos gestos.
Bueno, su versión de un chico de cinco años, de diez y luego de quince, sí. Pero no al adulto.
Creí que todo en él era distinto así que estoy un poco feliz de que no lo sea.
- Entonces, ¿puedo seguir haciéndolo? – pregunto.
- Sí – chilla rápidamente antes de darse cuenta de lo que ha aceptado – ¡Espera, no! – dice inmediatamente después.
Me río más fuerte.
Oh, esto es divertido.
Creo que esta comenzando a gustarme molestarlo.
Esto es malo.
Desde ya, se que se va a convertir en un hábito.
- P-puedes ir a la oficina cada que quieras, pero seré yo quien te llevé a casa todos los días – vuelve al mismo tono monótono de siempre.
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Editado: 18.06.2023