¡creando mi destino!

Parte III.

- Has venido sin avisar nuevamente – me mira Malcolm desde su lugar tras el escritorio.

Me detengo confundida.

- Dije que vendría a tu lugar cada que tuviera tiempo -.

- Sí, pero ¿qué hubiese pasado si estuviera en otra reunión como ayer? Tengo una en – consulta su reloj – media hora -.

- Eso esta bien. Tampoco puedo quedarme mucho tiempo – miento.

La verdad es que tengo demasiado tiempo, después de haber entregado el ultimo lote de piezas ayer, estoy completamente libre, pero no es como si el tuviera que saberlo.

- Esto no parece muy eficiente – arruga el entrecejo.

Me río caminando el resto de la distancia a su lugar. Paso el frente de su escritorio apoyando parte de mi peso en este justo a su lado. Ahora sí estamos frente a frente. Él se reclina en su silla para verme mejor.

- Una relación no trata de eficiencia sino de emociones – explico - ¿nunca has leído Romeo y Julieta? -.

La comisura de su boca se levanta.

- La literatura romántica no es uno de mis pasatiempos, pero no puedes cursar la universidad sin hacerlo, sin embargo, nunca he entendido del todo porque explican el amor de esa manera. ¿Qué tiene que ver el deseo de venganza, asesinato y egoísmo con el amor? -.

Alzo ambas cejas.

Tiene un punto.

- Tampoco es de mis pasatiempos favoritos – concuerdo – No soy muy fanática de Shakespeare, pero mi punto era, que las relaciones amorosas y, por ende, el amor, esta sujeto muchas veces, a imprudencias y locuras. Decisiones intempestivas – no parece entender mi punto con claridad.

Muevo mis piernas que han comenzado a cansarse en los impresionantes, pero mortales, tacones que me he puesto mientras pienso en la mejor forma de explicarlo.

Malcolm se da cuenta al parecer y antes de que pueda decir algo, me lleva a su regazo acomodándome de lado sobre él.

Me aferro a sus hombros.

- Lucías incomoda y cansada – contesta a mi mirada interrogante.  

- Pudiste haberme dicho que tomara asiento frente a ti o incluso sugerir que me quitara los tacones – sonrío.

- No pensé en eso – parpadea sorprendido.

- Lo que quieres decir, es que no pensaste en la eficiencia, solo querías tenerme más cerca, ¿cierto? – bromeo.

Parece aturdido por un momento antes de que una expresión de satisfacción se muestre en su rostro.

- Lección aprendida – me mira a los ojos.

De repente, que yo me encuentre sentada en su regazo, toma vital importancia.

Hago amago de separarme.

Me lo impide poniendo una mano sobre mi muslo izquierdo.

Me quedo quieta.

- Podemos seguir hablando así – mira mis labios.

- No parece que quieras seguir hablando – murmuro.

Otra vez, una de sus comisuras se levanta.

- Parece que ya puedes leerme mejor -.

No me da tiempo de replicar nada, porque sus labios sellan los míos.

Bueno, tampoco había nada más que quisiera decir.

***************

- ¿Tú estas a cargo de la presentación? Creí que me vería el jefe -.

Trato de pasar por alto el expreso desagrado y molestia del hombre sentado frente a mí y sonrío enseñando toda mi dentadura.

- Yo soy la jefa de este lugar – digo.

El hombre me mira incrédulo.

- ¿Cuántos años tienes? – pregunta.

Alzo una ceja.

- ¿Eso es importante? -.

- ¿Qué? – brama aplanando las manos sobre la mesa.

Joe, mi segundo al mando, se tensa a mi lado.

- Señor, por favor cálmese – pide.

- ¿Quieres que me calme? ¿Cómo puede ser la dueña de este lugar con esa actitud? – vocifera.

Suspiro.

- Creí que estábamos aquí para hacer negocios – digo abriendo mi cuaderno de bocetos – Explicó por email que estaba deseoso de trabajar con nosotros – hago énfasis en “deseoso”.

El hombre carraspea.

- ¿Esa era usted? Creí que era un hombre -.

Alce una ceja.

- ¿Qué le dio esa idea y por qué el que no lo sea es tan importante? – le muestro algunos dibujos – Creí que lo importante es la calidad del trabajo. Puede que aun seamos considerados una “microempresa”, pero tenemos una buena cartera de clientes y buenas referencias, las cuales puede confirmar si así lo desea -.

La mirada del hombre cambia sutilmente al ver mi boceto, pero la mueca de desagrado regresa.

- Creo que lo mejor sería concertar otra cita más adelante, hare que mi secretaria se comunique con ustedes – se pone de pie y sale sin despedirse.




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