¡creando mi destino!

Parte IV.

- ¡Malcolm, no pue…! – la mujer que entra intempestivamente a la oficina se detiene bruscamente al verme sentada leyendo, sola no eres Malcolm – dice finalmente.  

- Él no está – digo estúpidamente.

- Puedo ver eso – alza una ceja - ¿Quién eres tú y cómo entraste aquí? – me mira de arriba abajo.

Bueno, eso fue grosero.

Me pongo de pie, dejando el libro a mi lado sobre el sofá y me presento.

- Me llamó Natalie Mallory – sus ojos se entrecierran al escuchar mi nombre e ignora mi mano extendida, caminando más allá de mí se sienta en el sillón opuesto al mío.

Bieeeeeeeeeeeen.

- Eres la chica con la que creció – declara – Su amiga de la infancia -.

Asiento en silencio.

No voy a preguntarle como sabe eso cuando nadie más en la empresa debería conocer nuestra historia. Tampoco voy a corregirla sobre mi relación con él, si sabe quien soy también debe saber que realmente soy su novia, así que no hay punto en molestarse por eso.

Vuelvo a tomar asiento y pongo el libro sobre mis piernas.

Cruza sus piernas dejando a la vista unos impresionantes tacones de aguja rojos y se recuesta sobre el respaldo del asiento.

Desde el primer instante sentí que no le agradaba para nada a esta mujer.

¿Por qué? Tal vez…  

- Soy Trisha Brooks, socia y mano derecha de Malcolm – se presenta tardíamente – Habrás escuchado sobre mí, seguramente. Mi madre y la suya eran buenas amigas así que pasamos mucho tiempo juntos cuando estábamos fuera -.

Tenía un presentimiento sobre eso.

Había escuchado sobre ella, pero no por él, sino en una de las pláticas con su padre mientras cenábamos años antes de que él regresara.

No había prestado mucha atención en ese entonces, demasiado ocupada tallando madera y cursos en línea.

Luego, cuando comenzamos a salir, había olvidado que siquiera existía hasta la primera vez que visité su empresa y escuché los rumores.

Nadie sabía quién era yo, así que, fue fácil escuchar las conversaciones sobre sobre lo bien que los nuevos directivos trabajaban y lo genial que se veían juntos. La segunda vez que vine, los rumores habían escalado a referirse a ellos como la “pareja de oro” y no solo hablando de negocios. Me enteré incluso, que habían hecho una entrevista conjunta sobre ello, la cual me negué a leer, así como a buscarla por internet.  

Hasta ahora no había conocido en persona a la que la empresa consideraba una mejor mujer para Malcolm, que yo.

Trisha Brooks en persona, era intimidante como la mierda.

Metro setenta, morena, cuerpo de infarto y ojos ingeniosos detrás de gafas de montura delicada que enmarcaban su perfecto rostro en forma de corazón.

Me sonrió cuando no dije nada, y en su lugar, me quedé mirándola como boba. Pensé que me había acostumbrado un poco, al ver personas que parecían modelos cada que venía de visita, pero ella parecía estar en otro nivel.

Así que, sí, Trisha Brooks era intimidante y lo sabía, también desbordaba confianza natural por cada poro de su cuerpo, desde la manera de sentarse hasta de hablar. Sin embargo, por extraño que pareciera, no me sentía demasiado intimidada por ella.

No encontraba una razón para estarlo.

La puerta se abrió interrumpiendo… lo que sea que estuviese sucediendo y Malcolm entró, sonriendo cuando me vio, luego luciendo algo incómodo cuando vio a Trisha también.

- Oh, ya estás aquí – sonrió ella mirándolo sobre su hombro.

- Lucy no me dijo que también estabas aquí – murmuró hacia ella sentándose a mi lado.

- Entré cuando no estaba viendo – se encogió de hombros como si nada.

Él no dijo nada, tomando eso con calma y se volteó a saludarme con un beso en la mejilla, también tomó mi mano y la puso sobre su muslo izquierdo jugueteando con mis dedos, llenos de cicatrices y callos, ausentemente mientras me sonreía nuevamente.

Últimamente parecía mejor en expresar sus emociones. Estaba esforzándose.    

Sonreí por eso y me recosté contra él, entregándole con la otra mano el sobre que mi padre me había dado esta mañana.

- Pudiste haberme dicho directamente en lugar de preguntarle a mi padre – comenté.

- No estaba seguro de haberlos dejado ahí. Solo quise preguntarle, no había necesidad de que me los trajeran, tengo las copias digitales, pero ya sabes cómo es – suspiró.

Asentí.

- Por eso no debes llevar el trabajo a casa – bromeé.

Su mirada cambió, suavizándose, cuando me escuchó decir la palabra “casa” y no pude evitar sonrojarme.

Una garganta fue aclarada.

Ambos nos volteamos hacia Trisha.

- Entonces, - dijo Malcolm poniendo su cara de póker nuevamente - ¿Para qué me buscabas? – preguntó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.