Creciendo entre demonios

Capítulo 2.

—Déjame adivinar ¿dolor de cabeza, vista borrosa…calor excesivo? —Habló el rubio como si supiese todas las respuestas.

—Sí, sí y no, de hecho, tengo frío —se quejó Liam —, ¿de dónde me conoces?

— ¿En serio no tienes calor? Imaginé que si por eso puse el aire acondicionado…que raro.

Liam volteó a verlo con el ceño fruncido como si le desagradará el chico.

—Llegamos —apagó el auto—, ahora…hay que hablar.

— ¿Cómo sabes dónde vivo? Olvidé decirte —se puso a la defensiva.

—Saber dónde vives es lo menos importante en todo esto —respiró hondo y profundo—, seré directo…

» ¿Por qué de todos tenía que ser yo quien hiciera esto? «Pensó Jace.

— ¿A quién mataste?

— ¡¿Qué?!

—Descuida, no te juzgaré —se rascó la frente para luego encogerse de hombros—, yo también pasé por esto.

— ¿Tú-tú mataste a alguien? —Su semblante mostraba temor.

—Ya veo, eres prejuicioso…mira Liam, no vives en el mundo que tú crees —el tono de su voz era muy serio.

—Me voy a bajar, gracias por traerme —se apresuró para salir.

—Alto —Jace también bajó y caminó hacia Liam—, ¿Quién te dijo que acabe de hablar?

— ¿Intuición? —sonrió torpemente.

—Sé lo loco que sonará lo que diré, pero es cierto…eres un hombre lobo —susurró.

—No existen los hombres lobos —lo miró como si estuviese demente—, si es otra de las bromas de Jackson… ¡Aah! —Se quejó de dolor— ¿Qué te pasa? —Tocó su nuca que rasguñó Jace.

—Hagamos algo, si para mañana el rasguñó sigue ahí no eres un lobo y yo no volveré a acercarme a ti —dijo en voz alta mientras caminaba hacia su auto—, pero si no… ya sabes cómo me llamo.

El rubio se fue y Liam lo vio mientras se tallaba la nuca.

—Es la última vez que me subo al auto de un desconocido —protestó.

Ese mismo día en la noche.

—Ya está lista la cena —avisó su mamá desde las escaleras—, baja ya o se enfriará.

— ¡Ya voy! —Contestó al salir de la regadera— Que raro…—miró su brazo—, creí haberme raspado en la mañana.

El chico empezó a limpiar el vapor de su espejo cuando notó algo extraño, el color de sus ojos marrones parecía tornarse de un color ámbar y sus dientes comenzaron a crecer de manera extraña, lo que provocó que se asustará y cayera al suelo.

— ¿Está todo bien allá arriba? —preguntó su madre al oír el golpe.

— ¡Si! —respondió mientras respiraba muy acelerado.

El joven pelinegro se levantó a verse de nuevo al espejo, para su desgracia seguía igual su rostro, luego sus uñas se alargaron y endurecieron, volviéndose afiladas y puntiagudas como garras.

— ¿Liam vas a bajar o no?

El chico no contestó por lo desesperado que estaba, empezó a retroceder cuando escuchó varios sonidos que estaban muy lejos o muy bajos, todos al mismo tiempo; su corazón latía demasiado rápido y su dolor de cabeza parecía no haberse ido, el dolor, la agitación y la distorsión del sonido eran tan fuertes que lo estaban enloqueciendo tanto que rompió y rasguñó todo en el baño.

— ¡¿Liam Hale que ocurre allá arriba?! —Gritó enojada mientras subía las escaleras.

— ¡Nada! —Respondió mientras le puso seguro a la puerta del baño— ¡Agh! —se quejaba y gruñía a la vez.

—Liam abre la puerta —tocó la puerta su madre— ¡Liam! —intentó abrirla ella.

Finalmente, cuando Liam llegó hasta la regadera y alzó su mirada hacia la ventana donde se veía la luna nueva, un pequeño rugido salió de él para luego regresar todo a la normalidad en su cuerpo.

— ¡Liam abre…!

— ¿Vamos a cenar? —Preguntó nervioso y cerró la puerta rápido.

—Claro… ¿Qué ocurrió ahí adentro? —Lo miró con incertidumbre.

— ¿Adentro? —Su madre asintió— ¿En el baño?

—Liam…—usó su tono de regaño.

—Ah…bueno…no me sentía bien, y me mareé…luego me caí —apretó sus labios esperando que le creyera.

—Aja ¿entonces por eso todo el alboroto que se oyó?

—Mmm si —le sonrió inquieto—, ¿no tienes hambre? De seguro ya se enfrió la cena —la hizo caminar para alejarla del baño.

—Actúas muy raro Liam ¿seguro que está todo bien? —Dijo más calmada mientras salía de la habitación.

—Sí, muy bien —respondió dudoso mientras volteaba hacia el baño.

A la mañana siguiente en la entrada de la preparatoria.

—Supongo que si estás frente a mí… —se quitó Jace sus anteojos de sol.

—No maté a nadie —susurró Liam con miedo—, el rasguño de mí nuca y de mi brazo no están.

—Por supuesto que no, es una ventaja de ser un lobo ¡Curación rápida! —Habló orgullosamente— Pero te pasó algo más ¿no?

—No.

—Mientes —se paró para tomarlo de los hombros y caminar con él hacia el edificio—, cuando una persona miente los latidos de su corazón aumentan rápidamente.

El pelinegro frunció los labios por ser descubierto.

— ¿Qué más pasó? ¿Garras? ¿Oíste sonidos inalcanzables?

—Sí, algo así.

— ¿Y cómo lo controlaste? Imagino que pudiste hacerlo sino no estuvieses aquí.

—No lo sé, todo fue muy…raro, en un momento me bañaba y al otro tenía garras y colmillos —parecía estar molesto más que confundido— ¿También te pasó?

—Más o menos, yo estuve peor…fue en luna llena —se puso serio al recordar—, pero tuve personas que me ayudaron y ahora tú me tienes a mí —le agarró del hombro y sonrió.

— ¿Eso quiere decir que hay más lobos?

— ¿Acaso creíste que eras el único? —se rio— No te creas tan especial niño.

— ¿Niño? —Se sintió indignado— ¿Acaso eres mayor?

—De hecho…si, mientras tú tienes 16, yo tengo 19 —sonrió picaro y le guiño un ojo—, ahora ve a tu clase niño —lo empujó por la espalda.

“¡Hey Jace!” “Hola Jace” “Oye viejo ¿irás a la fiesta de esta noche?”

Liam volteó de reojo al oír todas esas voces entusiasmadas por el rubio y pudo sentir una clase de emoción y admiración al mismo tiempo por aquel chico de ojos azules.




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