Creciendo entre demonios

Epílogo.

Un Mustang negro andaba en la carretera de Oregón bajo la lluvia.

— ¿Cómo van las clases con tiro al arco? Oí que tu mamá te inscribió —comentó un hombre algo mayor.

—Van bien…supongo —contestó abatida una niña pequeña—, es dificil hacer que la flecha llegue.

El anciano se rio un poco por la ternura que le causó su nieta.

—Yo sé que lo lograrás algún día…

— ¿Crees que pueda ser tan buena como los personajes de las historias que me cuentas? —volteó a verlo ilusionada.

—Dependerá de que tanto lo quieras Injae —la vio orgulloso— ¿Te gustaría ser como ellos?

—Si —dijo emocionada—, y conocer criaturas…así podría hacerme su amiga.

El hombre volvió a reír por la dulce inocencia del comentario de la pequeña.

— ¿Crees que podrías hacerte amiga de ellos?

—Bueno…si ellos aceptan —añadió apenada—, me encantaría tener muchos amigos así ¡Sería increíble! —exclamó de entusiasmo— Si tan solo conociera alguno.

—Quizás…algún día puedas conocerlos, aunque deberás tener cuidado.

— ¿Por qué? No me harán daño ¿o sí? —frunció su pequeña frente.

—Si no tienes cuidado es probable que si, pues son criaturas sobrenaturales y pueden ser peligrosas…incluso malvadas.

—Yo no creo que todos sean malos —hizo un puchero al recargar su rostro en la puerta viendo por la ventana.

—Sin duda alguna serás un gran cazadora… —murmuró el anciano más para él que para la niña.

— ¿Dijiste algo? —preguntó Injae al oír un murmullo— ¡Ah! —gritó por el abrupto freno del auto.

Un niño delgado y rubio venía corriendo bajo la lluvia, casi iba a ser arrollado por el abuelo de Injae sino fuera porque este frenó de golpe.

Tanto Injae como el niño se quedaron viendo fijamente por unos instantes, ambos con una expresión asustada sin embargo la mirada que irradiaban los ojos ámbar brillosos del rubio mostraba un inmensa tristeza.

El niño siguió corriendo por el bosque que rodeaba la carretera.

— ¿A dónde vas Injae? —gritó su abuelo preocupado.

La niña abrió la puerta y trató de salir para seguirlo, pero el regaño de su abuelo la detuvo.

—Deberíamos ver si está bien, está lastimado… —se veía realmente preocupada.

—Tranquila querida, lo estará…va estar muy bien —aseguró sonriendo.

El hombre parecía saber que aquel niño era un ser especial, uno como el de los cuentos que le contaba a su nieta por lo que no le dio importancia y siguió conduciendo.

—Ahora de que hablábamos…¡Vaya! Que incendio —comentó sorprendido al pasar por el lugar—, parece que la lluvia no llegó a tiempo.

Una casa grande de tres pisos se había incendiado en la dirección de dónde venía el niño corriendo.

—Es una lástima, era una casa muy linda —añadió—. Disculpe —salió del auto—, señor ¿sabe que ocurrió? —preguntó a un bombero.

—No sabemos al respecto, solo que la casa se incendió por completo…

Un pedazo de techo se desplomó pues todo el lugar había sido destruido por el fuego.

— ¿Y la familia? Había visto una gran familia las veces que pasaba —mostraba interés y a la vez un poco de preocupación.

—No hubo sobrevivientes…al parecer todos murieron —expresó abatido—, si me disculpa… —recibió una señal de un colega y se fue.

El hombre subió de nuevo a su auto y arrancó para irse pronto, cuando de reojo vio a unos hombres observando desde un rincón, parecía reconocer a uno de ellos sin embargo no se paró a hablarle y continuó su rumbo.

— ¿Qué te parece si llevamos esos panecillos que les llevé aquella vez? —habló en un tono dulce como si no hubiese pasado nada— A tu mamá le gustaron.

— ¡Si! —replicó feliz— También a Bex…ella y mamá se los acabaron todos —contó riéndose.

 

 

 

 

 

ACTUALIZACIÓN: YA SE ENCUENTRA DISPONIBLE LA SEGUNDA PARTE  "DEMONIOS DEL ECLIPSE"

[Acompaña toda la historia con "Ava" de Amy]

Gracias por leer Creciendo entre demonios...

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