La mayoría de las chicas quieren encontrar a su príncipe azul, ser tratada como princesa y obtener sus felices para siempre. Pero yo quería realidad, no un cuento de hadas. Y esa realidad que tanto buscaba llegó con llantos, gases y mierda, mucha mierda incluida.
Entonces me preguntaba en qué momento mi vida había llegado a este punto; un punto sin retorno donde nada era producto de mi imaginación como la mayoría de las cosas en mi vida porque de serlo, esta imaginación tenía pulmones potentes y lloraba muy fuerte.
No encontré un príncipe dispuesto a darme su corazón en el campo romántico, pero sí uno que aunque no podía trepar siquiera a un caballo— dado que sus piernas eran realmente cortas— era mejor que uno que me ofreciera una corona, con joyas y un castillo incluido. Menos obtuve un camino lleno de pétalos de rosas, sino todo lo contrario, fue uno lleno de espinas y piedras que me hicieron tropezar. Estaba bien, porque después de todo encontré lo que menos estaba buscando.
Y es increíble que de la noche a la mañana todo cambie, porque hasta hace poco recuerdo haber estado en ese tiempo en que todo lo que pasaba por mi cabeza era divertirme, luego quise construir mi felicidad al creerme volar en una nube, pero me había equivocado porque lo que en un principio fue una base suave se convirtió en una dolorosa que me hizo llorar. Tarde me di cuenta que estaba construyendo mi felicidad sobre clavos que se encastraron en mis pies y terminaron por hacerme daño. Pero cuando algo malo ocurre, lo bueno está a la vuelta de la esquina esperando a que decidas ir por ello. Tardé para hacerlo, pero al final lo acepté.
Lloraba cada noche por su llegada sin saber qué hacer. Pero todos esos litros de lágrimas que derramé no se compararon con la emoción que sentí al ver una pequeña parte de mi entre mis brazos. Cierto que me volví loca y me quise lanzar, de ser posible, por una ventana cuando creía que no podría con tantas responsabilidades que trajo consigo un embarazo no deseado, y entonces todo queda atrás al saber que luego alguien sostendría mi mano por mucho tiempo; alguien me amaría incondicionalmente aunque no fuera la mejor de las madres; alguien estaría para mi cuando tocara fondo; alguien que fuera mi mayor orgullo e hiciera de mi su heroína. Y entonces ese alguien te llama mamá y todo por lo que pasaste se vuelve pequeño con la sola mención de esa palabra. Tengo que avanzar y lograr todo lo que me propuse. Todo por él.
Pero supongo que para que puedan entender de qué punto hablo tengo que empezar por el inicio de todo.
07 de marzo, 2015.
Si me pidieran describir a Casper Bell en una palabra escogería enigmático; el chico era un misterio en toda la extensión de la palabra.
Perteneciente a una de las familias más ricas de todo Seattle y con todo eso asistía a una secundaria pública, pero al fin y al cabo presidiría en un futuro una gran compañía. Heredero, eso era él. No hablaba con alguien más que no fueran sus dos amigos y su hermana, aun con eso gozaba de gran popularidad en el instituto. Nunca se le ha conocido una novia, pero de que debía tener a alguien era cierto porque dudaba mucho que los chupetones en su cuello que se ha encargado muchas veces de cubrir con su atuendo sea producto de un vampiro. Es reservado, pero algunas veces lo he visto discutir con uno que otro chico y aunque a veces llega con golpes en su rostro jamás se le ha vinculado con algo turbio. El chico era raro.
No lo conocía mucho, de hecho lo poco que sabía de su vida era lo que se escuchaba por los pasillos del instituto que aseguraban que nadie merecía estar a su lado por lo poco que eramos la mayoría de los que asistíamos a aquel recinto; me avergonzaba conmigo misma por creer en rumores y con ello darme el lujo de criticarlo — porque si no se relaciona con nadie sus motivos ha de tener— , pero qué se le iba a hacer, era humana después de todo.
Me encontraba en el supermercado donde trabajaba mi amiga todos los fines de semana reemplazándola; casi siempre lo hacía cuando su periodo llegaba y le daba por reencarnar en un perro rabioso que echa espuma por la boca y se retuerce en el piso por los dolores, y como hoy era su primer día con la menstruación entonces su humor era peor así que para no tratar mal a algún cliente tuvo que irse a su casa a descansar un rato hasta que los cólicos se calmaran. Era una suerte contar con la presencia de Gabo —un latino hermoso aunque no interesado en el sexo femenino, que trabajaba en el lugar— , siempre me sacaba unas cuantas risas por lo que no moría del aburrimiento atendiendo a los clientes. Y ahora me encontraba viendo como Casper Bell coloca sobre el mostrador varios paquetes de galletas, todas de vainilla, y me dispongo a cobrarle.
— Son setenta y nueve dolares— Le digo y empiezo a meter en una bolsa lo que ha comprado.
Tengo tantas ganas de reclamarle por escoger dicho sabor cuando habían de chocolate. Por Dios, y yo que pensaba que no existía ser humano capaz de preferir la vainilla por sobre el chocolate pero ahí estaba el chico llevándome la contraria. No es que me desagradara la vainilla, pero vamos ¡chocolate era chocolate! Bien, eran sus gustos.