Capítulo 26
Parte 2,
Elena
Me duele mucho la cabeza y la verdad no quiero abrir los ojos ¿para que? para vivir en un sufrimiento viendo y sintiendo como ese asqueroso me hace suya sin poder defender me, sin poder moverme, sin poder ni siquiera gritar.
Por momentos, escucho la voz de sebastian en mi cabeza, me dice que me encontrará y que me ama, pero se que es solo mi imaginación. Y aunque lo hiciera no lo merezco, estoy sucia, no valgo nada.
Siento que algo es diferente, mis manos no están atadas, será que él lo abra olvidado o simplemente me abra dado por muerta.
----Mi luna, quédate conmigo- escuchó una voz a lo lejos decir con dolor. Deseo consolarlo decirle que todo estará bien, pero no puedo, por más que intento no puedo.
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--Amiga, no estás sola, te amamos... queda te con nosotras –- la escuchó llorar pero ya no siento nada, es como si algo dentro de mí se hubiera roto y ya no pudiera sentir ---por más que quiera no puedo volver--me gustaría decirle, no quiero que espere.
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---Sabes te he buscado por más de lo que te puedes imaginar y no pienso perderte ahora, te amo y lo eres todo para mi, regresa mi luna-– siento que suelta mi mano y quiero que no se valla....SEBASTIAN.
Escucho pitidos, silbidos y cosas raras sobre mi cabeza cuando logro abrir los ojos.---Mi luna--- ésos ojos miel que me encantan, me miran con tanta dulzura, una dulzura que no merezco.
Vuelvo a cerrar los ojos y me dejo llevar, escuchó como mueven cosas y me llaman pero ya no quiero luchar más.
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Abro mis ojos lentamente y no es la misma habitación, ni tampoco el hospital, esta es de colores oscuros muy masculina para ser sincera el respaldar de la cama es de madera oscura puedo ver dos puertas y unas escaleras.
--- ¿Dónde estoy? --- Es la primera pregunta que viene a mi mente. Me abrazo a mis rodillas y me quedo ahí, hasta que escucho pasos debajo de las escaleras.
!¡Qué no sea él !¡Que no sea él! Me acuesto y me hago la dormida.
---No tengas miedo-- Esa voz, será que esta vez mi imaginación no esta jugando conmigo, ¿podrá ser posible? mi lobo.
Mis ojos no pueden creer lo que ven !Es Sebastian! -– ¿Cuando?-– el sube con una bandeja de comida en las manos, se le nota que está cansado. Pero su rostro cambia al verme, es como si se iluminara.
---Estás despierta –- dice sonriente, deja la bandeja en la alfombra e intenta acercarse a mí, pero retrocedo.
No quiero que me toque, Jhon me hace daño porque yo quería a Sebastian, amar es malo, lástima. Cierro mis ojos con fuerza y agarró con mucha más fuerza las sabanas.
--Tranquila yo jamás te lastimaría-- dice, abro los ojos para verlo y veo mucha tristezas en esos ojos color miel.
--Yo..... Lo siento.... No, me temas.... Por favor-- dijo suplicante y con mucha tristeza en su mirada.---Debí protegerte...y no pude-- se pone de pie y camina hasta las escaleras -- Come yo vendré, después.
Baja las escaleras y escuchó la puerta cerrarse.
Sebastián no es malo, él es bueno, pero quererlo hace daño, no se como llegue aquí, pero Jhon me encontrará el me lo dijo.
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Sebastian
Ya ha pasado una semana estoy muy preocupado, no habla, apenas come y no sale del cuarto ni siquiera ha querido ver a sus amigas ya no se que hacer.
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Hoy Sebastián no ha venido, el siempre me dice que estoy segura ya, que no debo temer, pero no se que decirle, solo tengo mucho miedo.
Voy contando las cosas que hago dia a dia como una rutina para pensar que lo que vivo es real y el no aparecerá en cualquier momento, primero me levanto y me doy una ducha, restregando bien mi cuerpo, tallo duro y por mucho tiempo, como si así podre borrar el horror que siento sólo de verme.
Segundo, me coloco ropa, unas mallas negras y una blusa azul con un suéter del mismo color.
Lo tercero sería comer pero cuando salgo de la habitación me encuentro con una pequeña de rizos castaños y ojos claros con un hermoso vestido rosa.
---Hola-– me dice sonriente.
Yo le hago gestos con la mano en forma de saludo, la verdad que aparte de la voz de mis pensamientos no he podido encontrar mi otra voz, se esfumó, cada vez que intento hablar no sale ningún sonido.
--¿Quién eres tú? –- me dice sin perder su encanto.
Yo niego con la cabeza, para que entienda que soy nadie por que, eso es lo que soy.
--¿Tú quieres ser mi mami? -- abro los ojos en plato por su pregunta.--- Yo estoy solita–- me dice y se entristece.