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Capítulo 49
Guardó todo en el cofre, menos una pequeña tobillera, está muy coqueta y sencilla, tiene mis iniciales E. H, luego guardo el cofre y me doy una ducha, ya está oscureciendo pero necesito respuesta y las necesito pronto. Al terminar de ducharme me coloco un short blanco y una blusa a juego, unos botines azules y chaqueta holgada azul de flores y estoy lista. Bajó lo más despacio que puedo para no ser escuchada, pero cuando llegó a la sala estan todos ahí.
--¿Reunión?-– es todo lo que se me ocurre decir, pero al ver las caras de preocupación de todos no digo nada más.
-- La manada Luna Amarilla ha sido atacada, quedan pocos sobrevivientes, le hemos dado asilo hasta que otro Alpha sea nombrado –- anuncia Sebastian con voz firme y cara seria.
--Esta bien, ¿hay algo más?--- aunque se ve serio, se lo que siente y está muy preocupado. Nada más por el momento -– anuncia y como si una bomba hubiera estallado todos se marchan.
--¿Algo que quieras decirme?--- vuelvo a preguntar, por qué no estoy convencida de su respuesta.
--Sería mejor que fueras ayudar a los sobrevivientes, no salgas de la manada, ayuda con lo que puedas aquí–- se da la vuelta para marcharse.
--Puedes confiar en mí-– susurro, él se detiene, me mira un momento pero luego se marcha.
Mis respuestas tendrán que esperar, salgo de la casa hacia los límites de la manada donde están llegando todos. Carolina, Paula y Paola con sus equipos ayudan a los heridos, Sara e Isabella, están con los niños, Neko dirige todo y los chicos ayudan a traer a las personas.
Voy rápido dónde Paola y me coloco a limpiar las heridas de los recién llegados, vendar, intentar calmar las fiebres, parar las hemorragias( sangrados), todo en cuanto sea de mi ayuda, sobra decir que fue mala idea vestir de blanco, ya de madrugada siguen llegando sobrevivientes, en su mayoría niños huérfanos y heridos.
--¡¡Luna!! –- me grita Max que trae un chico como de mi edad en brazos como si no pesara nada, los hombres lobos si que son fuertes.
--Por aquí-– le indicó un lugar y lo acuesta, su camisa está llena de sangre, cómo puedo la rompo para ver mejor la herida, la limpio con antisépticos, la herida intenta cerrarse por su licantropía pero hay algo dentro que le produce fiebre y que no selle en su totalidad.
Tocó con cuidado hasta dar con ella, tomo un pequeño cuchillo y hago la incisión ( corto el abdomen para abrir la herida) luego sacó el objeto, parece la punta de una daga de plata o cuchillo no se; Vuelvo a limpiar la herida y esta comienza a cerrar nuevamente, le colocó paños de agua para calmar un poco la fiebre. Mientras hago esto lo escucho susurrar, pero no estoy muy segura de lo que dice, me acerco a su boca para oír y es cuando entiendo.
--Mate....mate......huele a mate.....rosas......chocolate...mate.....
Es todo lo que dice y sigue repitiendo, pero no entiendo, aquí no hay más nadie y estoy segura que yo no soy. Mis pensamientos se ven interrumpidos por el mismo chico que abre los ojos, son marrones como del color de la miel, de esos que son tan claros que combinan con todo, pero cambian constantemente entre su color y el amarillo lobuno. Al principio el chico está desorientado, pero lo obligó a quedarse acostado, Max llega con una mujer lastimada, pero no quiero dejar al chico sólo, miro a mi alrededor buscando a quien pedirle ayuda cuando Sara pasa corriendo con mantas en las manos.
--SARA, ¡TE NECESITÓ!-– le grito y ella me mira insegura, sus ojos están amarillos, como si buscara algo, pero mi grito la hizo volver a tierra.
--¿Luna?–- me dice insegura.
--Quédate con él, es solo un momento, que no se levante, perdió mucha sangre y necesitó atender a la chica–- la señaló y ella asiente.
Me dirijo a la chica, está desmayada, no tiene nada grave gracias al cielo, solo unos cortes superficiales, los limpio y vendo. Cuándo vuelvo donde Sara, quedó con los ojos como plato, ella se está devorando al chico, nunca pensé ver a la dulce Sara en esto, bueno tiene derecho, pero èl está muy débil.
-- Sara – digo levemente, ya comienza a hacer calor aquí, ella se separa de un salto al escuchar mi voz.
--Luna –- dice alarmada, sus ojos siguen amarillos y los del chico están igual.
--Es el....Thomas.. Mi...mi mate –- dice entre nerviosa y emocionada, yo le sonrió
--Esta bien, pero estamos en el bosque junto con muchos más heridos, ya tendrán tiempo, yo llevaré esto, cuida lo-- agarro las mantas que ella tenía y le guiño un ojo antes de irme.
Cuándo llegó Isabella está roja como un tomate, pero no diría que de la vergüenza si no de lo molesta que esta.
--Aquí están las mantas-– le digo y me fulmina con la mirada, las colocó en los muebles. A los niños los trajeron a la casa principal, me lavo las manos y vuelvo con ellos.
--Nunca seré madre, estos niños me están volviendo loca, son unos monstruitos-- me dice y comienza a respirar sonoramente, los niños la ven y comienzan a llorar.
--¡¡Ves!! Porque todos lloran, no hacen caso, me odian-– sigue diciendo ella yo solo me río de la situación.