Créeme

DIVIDIDA...

Salgo rumbo al aeropuerto, detraída y molesta, saber que después de tanto tiempo Daimon sigue teniendo poder sobre mí, me enfurece.

Recibo una llamada, pero la ignorarla, mi madre a estado desesperada para contactarse conmigo desde hace ya unos días.

Voy tarde, me demoré algo más de la cuenta en dejar a Ángel con Titi, hoy se encontraba algo molesta, producto de una mala noche de sueño, pero después de ir a recoger a Cameron y de realizar un par de recados tendría el resto del día libre y podríamos prepararnos tranquilamente para la boda de Sam.

Voy por la carretera, tratando de prestar atención únicamente al tránsito, pero no puedo evitar sentirme irritada por mis emociones.

Se supone que hoy estaría feliz, volvería a ver a mi prometido después de unos largos meses, pero lo único que puedo sentir es culpa… culpa por no sentir por él lo que debería de sentir, culpa por ocultarle que he visto a Daimon casi a diario esta semana, después de que habláramos del bienestar de nuestra hija y sobre su participación en su vida volvimos a reunirnos todos los días para que se familiarizaran el uno con el otro.

Pero no le había contado nada de esto a Cameron, aunque la confianza entre nosotros ha sido fundamental para nuestra relación, sentí que esto era una decisión únicamente mía, ya que se trataba de mi hija y de la relación con su padre, pero ahora me estaba comenzando a arrepentir de mi silencio.

Conocí a Cameron en Brasil, fue y es el pediatra de ángel, es estadounidense, pero eligió establecerse en Rio de Janeiro, después de un viaje a aquella ciudad que lo había cautivado completamente.

Luego de invitarme a salir unas cuantas veces, sin obtener una respuesta positiva de mi parte, ganó por insistencia y terquedad.

Resultó ser un hombre increíblemente atento, detallista y amable.

Congeniamos desde el primer momento, era algo mayor, teníamos una diferencia de unos 8 años, aunque para esta en sus 33 años su físico era algo de envidiar, era rubio y de ojos verdes, llamaba la atención de cualquier mujer, era maduro y muy responsable.

Quizás inconscientemente busqué entablar una relación con alguien completamente opuesto a Daimon…y aunque siempre fui sincera con respecto a mis sentimientos, acepté su propuesta de matrimonio hace ya un año de ello.

Aunque quizás cualquiera en mi situación estaría emocionada y loca por los preparativos de la boda, se me hacía imposible sentirme más halla de insegura.

Cameron me ofrecía seguridad, protección, estabilidad, una familia consolidada, amor y tranquilidad, todo lo que necesitaba en mi vida, era absurdo que dudara siquiera sobre mi decisión, pero lo hacía continuamente.

Él fue con la primera persona con la que pude abrirme, sabe toda mi vida a detalle, más allá de ser mi novio es un gran amigo y confidente.

Después del desamor y la fallida relación con Daimon me cerré completamente al romance, pero luego de comprender que él había decidido seguir con su vida lejos de mí, sin siquiera molestarse en contactarme ni una sola vez, decidí que debía poner un punto final a aquella historia y dar vuelta la página, permitiéndome escribir una nueva historia con nuevos escenarios y personajes.

Habíamos hablado de establecernos en Brasil, aunque no era una decisión definitiva no había podido ni comentarlo con Daimon, aunque pensándolo bien no hablamos de mucho, ya que las horas en las que visitaba a Ángel trataba de darles su espacio y me mantenía algo apartada para que pudiesen interactuar entre ellos.

Mi teléfono volvió a sonar, pero seguí ignorándolo.

Al encontrarme con Cameron en el aeropuerto, me sentí increíblemente mal, me esperaba con una gran sonrisa y me abrazó y beso necesitadamente, sin poder evitarlo me aparté algo incomoda.

Emocionado me contó como estuvo su vuelo, cuando estábamos llegando a lo de Titi me paralicé al ver la moto negra estacionada fuera de su casa, aunque pude ver que Cameron también la noto, no hizo comentario alguno de ello.

Me encontré queriendo salir de allí rápidamente, pero sin dejar ver mi malestar me dirigí a tocar el timbre junto a la puerta de la casa, sin saber qué me esperaba.




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