Cuando Titi llegó, me apresuré a salir rumbo a la casa de Daimon, no atendía mis llamadas y la desesperación se adueñó de mí ser.
Al llegar me preocupé, ya que no se encontraba su moto estacionada fuera, traté de no pensar en nada, verlo salir de aquella forma de casa, traía malos recuerdos, el pasado y los sucesos desafortunado de aquel día donde Bruno murió, hicieron estragos con mi mente.
Un fuerte dolor en mí pecho me hizo hincarme en el suelo, sin poder entender como ni cuando, lágrimas bañaban por completo mi rostro.
El cielo estaba completamente gris, de a poco, gotas comenzaron a empapar el pavimento, me quede allí, en el suelo, sin importarme quedar completamente mojada.
Mis piernas se entumecieron, pero no podía moverme, la noche comenzó a caer, sin que hubiera señales de Daimon.
Cuando creí estar a punto de un colapso nervioso, el ruido en la distancia de una moto acercándose me tranquilizó.
Vi aparecer a Daimon frente a mí, al bajarse y verme allí, pese a la obscuridad, pude distinguir claramente la incertidumbre y preocupación marcar sus facciones.
-¿Qué haces ahí, acaso quieres pescar una pulmonía?
Dijo casi gritando, mientras se acercaba a mí, igual de mojado y tiritando por el frio.
-Yo necesitaba verte…
Contesté aún llorando, no pude evitar pararme y lanzarmé a sus brazos, necesitaba sentir que se encontraba ahí conmigo, que era real, que estaba bien.
El desespero y la angustia cargó mi voz, Daimon se tensó mucho al escucharme, la sorpresa no lo dejó reaccionar de inmediato, pero después de unos pocos segundos me estrechó fuertemente contra él.
Permanecimos bajo la intensa lluvia, por algunos cuantos minutos, parecimos dos completos lunáticos, pero la calidez y la seguridad que me proporcionaba estar en sus brazos, era inigualable.
-Deberíamos entrar Cherry, tienes que entrar en calor y cambiarte de ropa… vamos.
Dijo separándose de mí, tomó mi mano y me guio hasta el interior de la casa.
Cuando el calor golpeó mi cuerpo me estremecí, Daimon desapareció por el pasillo, dejándome allí de pie.
Se volvió a acercar con una toalla en sus manos, me envolvió y secó, con mucho cuidado y cariño, como si de una niña pequeña se tratase.
Al tenerlo tan cerca y poder estudiar sus facciones detenidamente, pude percatarme que sus ojos se encontraban rojos e hinchados, podía asegurar que había llorado, nunca lo vi derramar ni una sola lágrima, saber que algo lo había lastimado de aquella forma me hizo sentir muy miserable, ¿Qué podía haberle causado tanto sufrimiento?
Después de terminar de secarme, dio un par de pasos hacia atrás, en camara lenta, sin dejar de estudiar mi rostro.
-Si vienes a despedirte, déjame decirte que no es necesario…si solo quieres verme derrotado y miserable, puedes darte por satisfecha…
Dijo mientras se secaba de forma brusca una lágrima que resbalaba por su mejilla.
-Ojo por ojo, diente por diente… has sido una increíble actríz Emma, me engañaste completamente, pero fue mi error, no creer que en verdad, me encargué de destruir todo el amor que creías sentir por mí, como me dijiste aquella vez, quizás si te enamoraste de alguien que no existía, pero duele como el maldito infierno, tanto que no tengo fuerzas para querer entenderlo o aceptarlo… soy tan tonto, que hasta en esta situación quiero rogarte, para que no alejes a mi hija de mi lado… puede ser que te halla perdido para siempre aquella noche, pero no me destruyas de esta manera, por favor…
Esta vez no se molestó en limpiar las lágrimas que caían sin parar de sus ojos, me encontraba verdaderamente sorprendida y desubicada, no entendía de que estaba hablando.
-Daimon no sé de qué hablas…
-Ya no sigas fingiendo más Emma, ya se toda la verdad, Marta se encargó de contarme tus planes, no te enojes con ella por no dejarte darme la estocada final, fue mejor así, el dolor es el mismo de igual forma.
Me acerqué a él, sin pensar con claridad, mis manos se posaron en sus mejillas, mientras cerraba sus ojos, limpié su rostro, me destrozaba el alma verlo de aquella manera.
-Daimon por favor, CRÉEME… no se de que hablas, yo no quiero verte sufrir, yo te amo.
Sus ojos se abrieron de golpe al escuchar mis palabras.
-¿Estas jugando conmigo, no te basta con verme así?
Gritó furioso separándose de mi lado.
-No quieras confundirme más, ¡¡no juegues con el amor que yo si te tengo!! ¿cómo puedes mentirme en mi cara de esta manera?... Se que te iras a vivir a Rio de Janeiro Emma…
Terminó de hablar casi en un susurro, su voz salió cargada de angustia, como si tan solo mencionar aquello, le doliera terriblemente.
Se giró, dándome la espalda, su mano tapó su rostor, mientras que la otra estaba posicionada en su cintura, seguía mojado y temblando, no se si por el frio de la lluvia, o por los sentimientos que lo dominaban.
Sin importarme nada más, me abracé fuertemente a su espalda.