Créeme

ELECCIONES

Nos quedamos allí abrazados, por varios minutos, solo el ruido de nuestra respiración irrumpía el completo silencio que reinaba en el lugar.

 

Necesitaba que Daimon creyera en mí.

 

¿Cómo había podido ser capaz de pensar tan barbaridad? no podía separarme de él, aunque quisiera, sabía que quizás no era inteligente de mí parte, arriesgarme a volver a sufrir, darle el poder para hacerme añicos nuevamente, pero nada podía hacer, mi lugar era junto a él, siempre lo fue.

 

Tomó mis manos que se aferraban a su cuerpo, obligándome a disminuir la fuerza con que me sostenía de él, creí por un momento que se alejaría, que me pediría que me marchara de su casa, de su vida para siempre.

 

Nunca imaginé que se daría vuelta y me besaría tan desesperadamente.

 

Lo necesitaba... sentir sus labios sobre los míos, de aquella forma tan única y maravillosa, como solo él sabía hacerlo, poder disfrutar del contacto de nuestra piel, sin culpas ni remordimientos.

 

Me entregué al momento, envolví mis manos en su cuello, lo pegué a mí cuerpo, nuestras lenguas comenzaron una cruel pero dulce batalla, mis piernas se envolvieron en su cintura cuando Daimon me cargó presionándome más a él.

 

-Quiero hacerte mía Cherry…

 

Dijo en un susurro ronco y entrecortado, mientras seguía repartiendo besos por mi mandíbula y mi cuello.

-Nunca eh dejado de serlo Daimon, hazme el amor.

Demandé igual de afectada que él, el aire ingresaba a mis pulmones con suma dificultad.

 

Mentiría si dijese que, en todo este tiempo, no he soñado más de una vez, con volver a perderme entre sus brazos de esta forma, mi cuerpo temblaba de anticipación y anhelo, quería recordar lo que provocaba en mí una simple caricia suya, sus besos me llevaban al mismísimo cielo, sus caricias y su forma de amarme me arrastraban por las llamas del infierno, haciéndome arder de deseo.

Lo amaba demasiado, tanto que llegaba a asustarme.

 

Mis pensamientos terminaron en el momento en que, con pasión y amor, me cargó hacia las escaleras.

 

Al entrar a su antigua habitación, los recuerdos me atacaron, pero Daimon no me dio tiempo a que procesara aquello, simplemente comenzó a quitarme la ropa aún mojada, mientras su mirada recorría cada parte de mi piel.

 

Sus ojos me estudiaban con un deseo abrumador, se quitó su ropa, mientras mi mirada recorría de la misma forma su cuerpo, seguí cada uno de sus movimientos, no quería perderme detalle alguno de aquel espectaculo, gotas caían de su cabello alborotado, haciéndolo lucir condenadamente sexy y ardiente.

Al depositarme en su cama, la ternura con la que me observó por unos largos segundos, se adentró a mi corazón.

-Dime que eres real, que no te iras.

Suplicó con voz rota, provocando que mis ojos picaran y se llenaran de lágrimas.

 

-Nunca me iría de tu lado, solo no huyas y me abandones nuevamente.

No quería lastimarlo, ni traer a colación, en este preciso momento algo del pasado, el aquí y ahora era lo que en verdad me importaba, pero sabía que le dolería sentir la angustia en mis palabras.

 

-No volveré a dejarte, no puedo imaginar una vida lejos de ti… te amo Emma, no pido que me creas, te lo demostraré el resto de mi vida, solo déjame estar a tu lado.

Un par de lágrimas recorrieron mis mejillas, Daimon besó cada una de ellas con extrema lentitud, tomándose su tiempo en aquel delicado y tierno gesto.

 

-Se que te destruí al dejarte aquel día, permíteme ser quién junte tus piezas y te ayude a armarte nuevamente, sanaré cada una de tus heridas.

Selló sus palabras con un beso demoledor.

 

Sus manos repartieron caricias en cada espacio de piel, nos entregamos completamente, el uno al otro.

 

Era consciente que ya no era el mismo amor, nos amábamos diferente, con el tiempo y las circunstancias de la vida, el amor que nos teníamos evolucionó, cambió y se transformó.

Ya no éramos los mismos, pero elegimos seguir amándonos, después de todo ¿de eso se trata no? el amor es una elección, como todo en la vida.

 

Elegimos enamorarnos todos los días, a medida que el tiempo transcurre es como si ese enamoramiento hiciera una metamorfosis, vamos conociendo a la otra persona y la seguimos eligiendo, con sus defectos y virtudes, haciendo que nuestros sentimientos se conviertan en amor.

 

-Te amo.

 

Dijimos al unísono, nos pertenecíamos, nos encargamos de demostrarnos cuanto, durante el resto de la noche.




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