Créeme

NARRADO POR DAIMON

Despertar con Emma a mi lado, con sus piernas entrelazadas con las mías, su cabeza apoyada en mi pecho y su respiración a un ritmo tan malditamente tranquilizador, debía de ser considerado la octava maravilla del mundo.

Me quedé observándola detenidamente, su pelo alborotado, su rostro con restos de maquillaje, su boca levemente abierta, toda ella era un completo caos, pero era extremadamente hermosa.

Sentirla mía nuevamente, me había devuelto a la vida, mi corazón volvió a latír, al comprobar que seguía amándome, pese a mis errores y mis malas acciones, aún me quería a su lado, eso me hacía sentir el hombre más afortunado del universo, no desperdiciaría esta nueva oportunidad por nada del mundo.

Al salir de su casa, luego de la acalorada charla con Marta, me encontraba tan devastado y desesperado, que vagué sin un rumbo fijo por varias horas, quería arrancar aquel sentimiento de traición y decepción que se había instalado en mi pecho, pero nada podía hacer que desapareciera.

Tenía que hacer algo, no podía permitir que se marcharan, ¿pero que debía hacer?

Cuando la vi fuera de casa, bajo la lluvia, creí que me estaba volviendo loco, pero al comprobar que verdaderamente se trataba de ella, la preocupación abrió paso en mí.

¿Qué pretendía al estar con aquel frio allí inerte, enfermarse?

Sentir que se lanzaba a mis brazos con aquella desesperación, me hizo flaquear una vez más, me permití borrar de mi mente la información que me había dado su madre aquella tarde, solo por unos minutos quise volver a sentir que lo nuestro era real, que en verdad existía aquel nosotros.

Pero la realidad me golpeó cruelmente, al estar dentro ya resguardados de la tormenta, no pude evitar que mis emociones me dominaran.

Quería que se sincerara conmigo, que se quitara aquella mascara que con tanto ahínco mostraba delante de mí, necesitaba que me dijera la verdad, pero a su vez no estaba preparado para oírla de sus labios, tenerla allí de pie frente a mí, sabiendo que quizás fuese la última vez, me destrozaba el alma.

Se veía tan real cada palabra y cada gesto.

Sabía que podía estar actuando, inventarse un sinfín de formas de herirme, pero el amor es algo que no se puede simplemente fingir, creer en ella era lo único que me permitiría, pues era lo menos que mi dulce Emma merecía.

Se removió sobre mí de forma brusca, sacandome de mis pensamientos y comenzó a respirar agitadamente.

-Noo no por favor, no…

Rogaba aun con sus ojos cerrados.

-Emma cariño.

Le hablé suavemente, tratando de despertarla.

Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, los lamentos eran cada vez más angustiantes.

Hasta que un sonoro grito resonó en la habitación.

-Bonita estas aquí conmigo… es solo una pesadilla.

La tomé en mis brazos mientras se hacía un ovillo, su respiración aún era irregular, sus ojos se abrieron lentamente, al verme se abrazó a mi cuerpo, sus profundos ojos estaban llenos de miedo.

-Daimon.

Dijo sin creer que me encontraba allí.

-¿Quieres contarme que soñabas?

Pregunté para tratar de entender lo que la atormentaba, después de unos largos minutos en silencio.

La expresión de terror que surcó su rostro en ese preciso instante, me alarmó, estaba claro que no lo quería compartir conmigo.

-Yo…yo no recuerdo.

Estaba mintiendo, la conocía lo suficiente para percatarme de ello, pero no la presionaría.

-Bueno ya todo paso, debemos levantarnos, darnos una ducha y desayunar, Ángel espera por nosotros.

La sola idea de pasar un día entero junto con mis dos mujeres, me llenaba de alegría, al parecer mi felicidad contagio a Emma, la sonrisa que se extendió en sus labios lo confirmaba.

Después de que nos alistamos, fuimos directo a recoger a nuestra pequeña.

Ángel crecía tan velozmente, ya comenzaba a armar oraciones en vez de palabras sueltas, me emocionaba todos los progresos que tenía día a día.

Pasamos un día completo en familia, no habíamos hablado de donde nos dejaba lo ocurrido, pero daba por sentado que estábamos juntos a partir de ahora.

Pero todo no podía ser felicidad y armonía, una llamada de la empresa probocó que Emma se desconectara, se veía afligida y contrariada.

Al colgar sus ojos se cristalizaron, al parecer Marta estaba causando problemas, en la mayoría de las empresas que compartían, no entendía como era capaz de causarle tanto sufrimiento a su propia hija, era algo inaudito, pero nada podía sorprendernosm de una mujer sin escrúpulos como lo era ella.

Acordamos que me quedaría a dormir con ellas, quería ayudarla y estar a su lado en todo lo que pudiese, ya no estarían solas nunca más.

Mientras Emma se encargaba de programar reuniones y realizaba llamada tras llamada, me hice cargo de Ángel, después de que se quedara profundamente dormida en mis brazos, me dispuse a darme un baño.

Pero una llamada de Lucas provocó que mi estomago se revolviera.




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